La caída de Aekir, la ciudad más importante de toda Normannia; un marino que se ve forzado a un viaje hacia el oeste, en busca de un continente aún sin descubrir; la Iglesia como pilar fundamental de las creencias de la gente, gobernando con una mano férrea; una invasión proveniente del este, de los merduk. Con esta premisa ya tenemos todos los elementos para empezar a hablar de Las Monarquías de Dios, una saga de cinco libros escrita por el irlandés Paul Kearney (haced clic en el título para saber más cosas del autor), y que comenzó a ser publicada en España por la editorial Alamut durante el año pasado. No es ni mucho menos la novela inicial del autor (The Way to Babylon, 1992), aunque la primera entrega de esta colección, titulada El Viaje de Hawkwood, se publicó hace ya más de quince años. Aquí es donde se nos darán las bases para ir avanzando por esta prometedora saga de fantasía que ha sido todo un descubrimiento para el género, aunque desgraciadamente, Kearney es un autor que de manera inexplicable ha pasado totalmente desapercibido hasta la fecha en nuestro país. Se merece, al menos, un voto de confianza, pues “Las Monarquías de Dios” se presenta como una obra a seguir, y que debería dar de que hablar durante un buen tiempo.
Lo más llamativo nada más comenzar la narración es ese ambiente marítimo que Kearney ha conseguido plasmar a la perfección, denotando su conocimiento en la materia y que se complementa con la gran labor de traducción en cuanto a términos náuticos, dando a la lectura un regusto especial. Un ambiente que será una constante durante toda la extensión de la obra, pues la expedición por mar en busca de un nuevo mundo será uno de los grandes temas principales de El Viaje de Hawkwood. Pero tras todo esto se oculta un misterio que nadie es capaz de resolver. ¿Porqué fracasaron las dos primeras expediciones hacia ese continente, en parte mito, en parte real? ¿Cuáles fueron los motivos por los que la oscura criatura que acechaba en las bodegas terminara con toda la tripulación en un auténtico baño de sangre?
Con este eficaz lanzamiento arranca la lectura, un enorme cliffhanger prematuro que conseguirá que mucho más adelante atemos cabos, en cuanto el autor nos de pista libre para pasear por este mundo que ha construido para poblar sus novelas de reyes, de magos, de herejes, de sacerdotes, de cambiaformas… y de luchas políticas e invasiones orientales: Normannia, el continente que sirve de base central (al menos en esta primera parte) para esta narración, un sólido escenario que tiene reflejo en la vertiente histórica de nuestra propia Europa durante la Baja Edad Media (con el descubrimiento de América inclusive). Ese es uno de los mayores aciertos de la novela, el situarla en un entorno reconocible para el lector (incluso se nota cierto sabor mediterráneo impagable), pero que a la vez resulta diferente. En cualquier caso, con algunas modificaciones podríamos estar hablando de una novela histórica en toda regla (o en todo caso de una ficción histórica), salvo por las diferencias de que el mundo es inventado, y tiene ciertos toques de fantasía y magia.
El mundo de Normannia no está poblado por orcos, trolls, o demás imaginario de criaturas fantásticas. De hecho, es un mundo muy corriente en cuanto al canon de literatura fantástica se refiere (y estamos hablando de la primera novela, desconozco si luego sufre algún cambio drástico), pues lejos de recurrir a los mismos tópicos de siempre, al ser humano de Normannia no le faltan enemigos a los que enfrentarse. Para tal fin están los Cuervos inceptinos, los más idolatrados de la fe ramusiana (llamada así en honor a Ramusio), los merduk de las tierras de Oriente, y las propias disputas y rivalidades que puedan surgir (y surgirán) entre los reyes de las Monarquías de Dios, una coalición de cinco países que abanderan la fe ramusiana.
La magia es otra de las curiosidades de la novela, un poder llamado dweomer que se manifiesta de varias formas diferentes. Un sistema de magia lógico y algo diferente que aún no está plenamente insertado en la historia, salvo para suponer un verdadero anatema para la Iglesia, tachándola de impía, herética y demás obscenidades, pese a formar parte de la vida diaria de la gente y de los monarcas, especialmente en los avances que supone para la comunicación entre países, emisarios, etc. Los practicantes de dweomer, o aquellos que tienen acceso a él, como los cambiaformas (aunque en una vertiente más salvaje), son el motivo por el cual arranca esa expedición al lejano continente aún sin descubrir con la intención de fundar una nueva colonia en tierra desconocida, y que estará compuesta fundamentalmente por todos esos usuarios de dweomer que la Iglesia, cual Inquisición española, comience a erradicar (junto a habitantes extranjeros o creyentes de otras religiones) de Abrusio, capital de Hebrion, la ciudad más importante de las tierras occidentales, límite del Normannia, y un puerto que aúna multitud de culturas, religiones y donde van a parar la increíble variedad de mercancías procedentes de todos los lugares del continente.
Tratándose de una obra de fantasía, posiblemente el lector hubiera esperado una mayor implicación de la magia en la trama, pero personalmente doy gracias porque eso no sea así. Es decir, el dweomer está presente durante todo el relato, en mayor o menor medida dada la situación en que se encuentren los personajes, se usa principalmente como comunicador a grandes distancias en la forma de los familiares (duendes, demonios o demás fauna) que los magos poseen para tal efecto, pero eso sólo significa que este anticipo para una magia que se intuye mayor (y que choca contra la importancia que la religión tiene en las vidas de las gentes de Normannia) será explotado en las sucesivas entregas de la colección. El autor consigue enganchar al potencial lector de una manera hábil y sincera, sin grandes aspavientos, dosificando la información, desenredando hilos que complicarán aún más la madeja, y creando unas sensaciones únicas que van desde el misterio (el barco a la deriva sin tripulación con el que arranca la novela), la anticipación, pues hay cosas que ya imaginamos cómo van a acabar y que nosotros los lectores sabemos antes que los personajes, hasta el temor o la incertidumbre provocadas por la invasión de los merduk, ¿caerá el Dique de Ormann, el último bastión que defiende a Normannia de los invasores?
Junto a todos los recursos que Kearney vuelca en su novela están los personajes, sólidos, carismáticos, de personalidades definidas de acuerdo al papel que representan en la historia. Quizá el menos desarrollado hasta el momento sea Corfe, un soldado que escapó de la matanza en Aekir (y donde perdió a su querida esposa), del que nos falta contemplar su verdadera evolución. Por otro lado tenemos al mago Bardolin, al rey Abeleyn, rey hebrionés que patrocina la expedición, un monarca joven que se opone a las duras acciones que la Iglesia comienza a llevar a cabo en su propio reinado, entrando en conflicto directo con Himerius, un inceptino ávido de poder que traerá cola. Finalmente, tenemos a Murad, pariente del rey Abeleyn y futuro fundador de la colonia en el nuevo continente, así como a Richard Hawkwood, veterano marino gabrionés (cuya vida también se ve amenazada por la Iglesia) que puede verse representado en la genial ilustración de Alejandro Colucci para la portada del libro. Pese a que el título de la novela tome como referente a este último personaje, no es el más significativo, aunque sí uno de los más importantes y por el que personalmente siento más interés. Paul Kearney sabe saltar de un punto de vista narrativo al siguiente con soltura, haciendo que el lector quiera seguir sabiendo más cosas de aquellos personajes por los que tome más cariño, eso es irremediable, aunque me atrevo a decir que todos resultan igual de atrayentes, pues sentiremos odio e impotencia en cuanto la Iglesia tome protagonismo; temor por los soldados que valientemente defienden el Dique de Ormann frente a los invasores; e incertidumbre frente al posible descubrimiento de nuevas tierras allende los mares.
El Viaje de Hawkwood es el prometedor inicio de una recomendable saga de literatura fantástica. Lo tiene todo, buenos personajes, una trama sólida, un sistema de magia interesante, algo de amor y erotismo, buena representación de unas escenas de conflictos bélicos donde abundan las armas de fuego y la pólvora, y una plasmación de la vida en alta mar muy bien llevada a cabo. Lástima que este autor no haya sido conocido tiempo atrás en nuestro país, pues ahora estaríamos hablando de uno de los clásicos de la literatura fantástica. El autor aún no ha volcado todo el potencial que puede llegar a ofrecer "Las Monarquías de Dios", pero ahí están, listos para la siguiente entrega. Nos vemos en Los Reyes Heréticos.
6 comentarios
Coincido bastante contigo en tus puntos aunque yo eché en falta algo más de profundidad en los personajes. Pero la historia la verdad es que está muy bien, y me muero por saber que tienen que ver los inceptinos con el nuevo continente :D
Otro mas a la lista de pendientes...
Recientemente me hice con esta novela, y está ahí esperando...jeje, me tentó y me la compré, pero tengo tanto pendiente que...
No me he leído toda la entrada por si acaso se spoileaba mucho,jeje, pero sí el inicio, y eso de los términos naúticos, y ese "sabor"... uumm, me parece muy interesante y creo que subirá varios puestos en la lista de futuras lecturas!.
Tú tranquilo, Sogad, que cuando spoileamos en una reseña lo indicamos. Pero ya te aviso, o para los que quieran leer algo, que son reseñas libres de spoiler. :D O eso o lo que se comenta puede ser un spoiler muy ligero, pero que se adivina nada más oler el libro. En cualquier caso te recomiendo que te lo leas, qué te voy a decir si ya tienes el libro y todo. xD
Pues sí, Kelemvor, a lo mejor los personajes no están todo lo desarrollados que debieran, aunque yo se lo achaco más bien al estilo del autor, que nos los introducen como si los conocieramos de antes. Salvo Corfe y alguno que otro, a los demás se les cala enseguida y sus personalidades se forjan conforme pasa el relato.
Yo no creo que me lo vaya a leer, que ya sabes que no es mi estilo, pero te ha quedado una reseña super chula. ¡Felicidades! :D
Jaja, pues muchas gracias. :D
De todas formas, si te da por leer algún día algo más de fantasía al uso, que sepas que puedes echar mano de este título. Fantasía tiene poca, como digo en el artículo, lo que más mola es el viaje por mar y la defensa de Occidente a mano de los merduk, cual de una Constantinopla sitiada se tratase.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.