Título original: The Steel Remains.
Edición: 416 págs. Alamut, abril 2012.
Disponible en ebook: No.
Precio: 21,95 €.
Traducción: Manuel de los Reyes.
Temática: Fantasía épica.
Correlación: Primera entrega de la trilogía A Land Fit for Heroes. Lectura independiente.
Portada española para Sólo el Acero. La ilustración original de Larry Rostant representa la espada Críacuervos.
Toda novela de fantasía épica está dotada de impresionantes batallas, sucesos heroicos que de una forma u otra marcan a los protagonistas, material del que se nutren las leyendas y las historias de los bardos en las tabernas. Bien, este es el caso de Sólo el Acero, novela de Richard Morgan que nos habla de una pretérita gran batalla –la de Quebrada del Patíbulo– en la que muchos hombres perdieron la vida, pero donde sólo un puñado de héroes sobrevivieron a ella; tres de esos afortunados héroes son los protagonistas de Sólo el Acero. Pero tampoco es menos cierto que, tras una batalla de semejante envergadura en la que el destino del mundo conocido se jugaba a cara o cruz, los héroes fueron olvidados por el tiempo y por las gentes a las que una vez salvaron. Reliquias de museo que una vez brillaron con luz propia, pero que ahora no son más que un eco pasado fruto de otros tiempos. ¿Qué es de los héroes cuando no hay batallas que ganar, guerras en las que templar el acero con sangre, cuando no hay un enemigo común al que socavar, ganando de paso gloria y honor?
Sólo el Acero da respuesta a todas esas preguntas en la peculiar novela de
Richard Morgan, quien además de ser el encargado del guión para el magistral videojuego de acción y ciencia-ficción
Crysis 2, es
también guionista del cómic basado en el videojuego –con dibujo de
Peter Bergting–, así como el autor de las novelas
Leyes de Mercado (Gigamesh, 2006) y
Carbono Alterado (Minotauro, 2005), siendo esta última el trabajo con el que ganó el
Premio Philip K. Dick en 2003. Escritor británico de ciencia-ficción en su mayoría, Richard Morgan ha probado fortuna con esta su primera novela de fantasía épica, en la que sin duda demuestra sus dones para el género.
"¿Qué es de los héroes cuando no hay batallas que ganar, guerras en las que templar el acero con sangre, cuando no hay un enemigo común al que socavar, ganando de paso gloria y honor?"
El mundo que el autor nos presenta en
Sólo el Acero es, por así decirlo, un tipo de fantasía épica que podemos definir tranquilamente como
fantasía crepuscular. Lejos de los habituales estereotipos de la fantasía, de grandes héroes que son protagonistas de las leyendas que escuchan los niños en la cama antes de dormir,
lo que Morgan quiere hacernos ver es que todo puede tener también su lado perverso, el aspecto más "degenerado" de los conceptos preestablecidos dentro del género desde hace décadas. No quiero decir que los héroes de
Sólo el Acero sean ni mucho menos unos villanos de tomo y lomo, sino todo lo contrario. Son héroes que han conocido tiempos mejores –por más que dos de ellos rebasen en un par años la treintena–, fueron partícipes de un gran conflicto anterior al que a menudo se alude como una época memorable pero plagada de malos recuerdos, e incluso sueñan con ella en sus peores –o mejores pesadillas.
Tanto Egan el Matadragones, Ringil "Ojos de Ángel" Eskiath, o Archeth Indamaninarmal, esta última mitad humana, mitad kiriath –raza cuasi inmortal de piel oscura con conocimientos de tecnología avanzada, desaparecidos años atrás–, son los protagonistas de esta fantasía crepuscular que habla de tiempos pasados que fueron mejores que los presentes, aunque dichos tiempos simbolizan lo que llegó a convertirse en un espeluznante baño de sangre que el mundo trata de olvidar, pero no desde luego los héroes de Sólo el Acero.
En una época en la que el género de la fantasía épica parece ir regido más por el realismo que por el sentido de la maravilla, sin que ello signifique que esto último se deje en absoluto de lado,
Richard Morgan juega con las concepciones de una década que parece protagonizada por los grandes best sellers del momento, tales como George R. R. Martin, Joe Abercrombie, Patrick Rothfuss, Andrzej Sapkowski o Brandon Sanderson –eso sin contar con los otros muchos autores que me dejo, pero comprended que la lista sería interminable–, para ofrecernos un revoltijo de clichés que al mismo tiempo resultan refrescantes, mientras que con sus dotes narrativas se pone a la altura de los autores citados anteriormente.
Con unas escenas de acción hábilmente resueltas, brutales y viscerales –en las que no falta ni la casquería ni los baños de sangre de un modo sutil e ingenioso–, debemos además añadir el hecho de que los protagonistas saben en todo momento su posición dentro de la historia –personajes que toman drogas y practican sexo sin tapujos–, quienes en muchas de las ocasiones emplean un lenguaje soez acorde a la rudeza del momento, con unos diálogos interesantes y fluidos.
Sólo el Acero es
un buen ejemplo de fantasía aderezada con grandes dosis de cruda realidad dirigida hacia los héroes de antaño, mientras que por otro lado abre una interesante propuesta alternativa dentro del mismo argumento de la novela: la posibilidad de la magia con el regreso de los aldraínos, la existencia de los antiguos dioses, del conocimiento ancestral desempolvado.
Portada original de la novela, The Steel Remains,
publicada por Del Rey.
No conviene indagar demasiado en el argumento de
Sólo el Acero, pues ese privilegio queda reservado a los futuros lectores de la novela. En su lugar, sí diremos que
junto a los interesantes toques de ciencia-ficción que destacan entre lo puramente fantástico, más propio de la espada y brujería con menciones del propio autor a grandes clásicos como Michael Moorcock –Corum Jhaelen Irsei, Dorian Hawkmoon, Elric de Melniboné– o Poul Anderson –
La Espada Rota– en las notas finales de la novela,
Sólo el Acero puede leerse de manera independiente –con algún gancho, pero muy leve, al final– aunque se trate de la primera parte de una trilogía.
Cansados estamos muchos lectores de tener que seguir el ritmo de las grandes sagas –pese a que corramos a la librería más cercana a por nuestra dosis–, por lo que una novela de lectura independiente es más que bien recibida. Sólo el Acero es la primera entrega de "A Land Fit for Heroes", a la que sigue The Cold Commands –su ilustración de cubierta está protagonizada por el colmillo de dragón de Ringil–, que esperemos Alamut, editora de Sólo el Acero, tenga a bien publicar si las ventas de la novela acompañan.
Nos queda únicamente comentar que el autor ha dotado de un mayor enfoque a la estrella protagonista de la novela, que no es otro que el mencionado Ringil "Ojos de Ángel", héroe homosexual que recoge rechazos allá por donde pisa, hijo de una familia pudiente, poseedor de la temida espada de origen kiriath, la Críacuervos, cuya hoja es capaz de rebanar a un hombre como si fuese mantequilla, a la que la edición española de Sólo el Acero –idéntica al paperback de Gollancz– rinde homenaje haciéndola protagonista íntegra de la portada. Una espada que quedará sin lugar a dudas en el recuerdo, al lado de otras campeonas del género de la fantasía épica como Tormentosa o Tyrfing. Tan sólo el tiempo lo dirá. Por lo pronto, esperemos que en The Cold Commands de mucho juego, pues la mencionada espada es uno de los temas principales de esta más que recomendable novela que devuelve el favor a los incondicionales de la fantasía épica con una lectura apasionante y bien construida.
por Loren Sparrow
mayo 24, 2012
5 comentarios
¡Ganitas le tengo! Se agradece esta nueva vertiente de la fantasía que da la vuelta a muchos clichés y los acerca a aspectos más realistas, sin dejar de lado lo clásico del género. Además, que sea una novela que se pueda leer de forma independiente también es una ventaja. De todas formas, algo me dice que las ventas irán bien y Alamut acabará publicando la continuación.
No he leído ninguna de las obras de ci-fi de Richard Morgan, pero parece ser un autor bastante valorado. Espero que haya sabido imprimir lo mejor de esa otra faceta de escritor en la fantasía. A ver si este verano puedo meterle mano a Sólo el acero.
Saludos.
¿Verdad que sí? Se agradece siempre una novela autoconclusiva, porque aunque tiene algún minigancho al final (que puede pasar perfectamente por no-gancho), es totalmente independiente de su secuela, independientemente de que aquella haga constantes menciones a la primera.
¡Ya comentarás cuando la leas!
Yo lo poquito que he podido leer así por encima me pareció bastante interesante porque, tanto el lenguaje como la forma de expresar las cosas las hace de manera distinta. Así que yo también me lo apunto a la cola... ¡¡¡que va creciendo por momentos!!!
Tiene una pinta brutal. Espero poder tenerlo en mis zarpas pronto.
Sobre el autor, y modo de curiosidad, tuve el placer de conocerle cuando estuvo en Madrid, presentando "Leyes de mercado" (hace ya unos añitos), y es un tipo muy cercano. Además habla perfectamente castellano ;)
También ha hecho sus pinitos como guionista de cómics. Concretamente, que yo sepa, para el personaje de la Viuda Negra para Marvel Comics.
Un saludo
Se le compara con Abercrombie, pero a mi Solo el Acero me parece literatura de mas kilates que la primera trilogía de Abercrombie.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.