Título original: The Hobbit.
Edición: 288 págs. Minotauro, junio 2002.
Disponible en ebook: Sí.
Precio: 20,95 € (tapa dura con sobrecubierta) / 10,95 € (bolsillo).
Traducción: Manuel Figueroa.
Temática: Fantasía, aventuras.
Correlación: Lectura independiente ambientada en el mundo de la Tierra Media.
"En un agujero en el suelo vivía un hobbit" es una de las frases iniciales más conocidas del mundo de la literatura fantástica. Cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento sobre el género fantástico habrá escuchado o leído de primera mano el inicio de El Hobbit, esa frase que al propio J. R. R. Tolkien se le ocurrió en algún momento de finales de los años veinte, antes de lanzarse a escribir uno de los mayores clásicos de la literatura juvenil de todos los tiempos, convertido ahora en tres películas gracias al director Peter Jackson, quien también ha podido transformar la magna obra que es El Señor de los Anillos en otras tres películas estrenada la primera de ellas hace poco más de una década. El famoso comienzo cervantino "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme" es a la literatura universal lo que "En un agujero en el suelo vivía un hobbit" es a la literatura fantástica. Concebida como un cuento que contar a sus hijos, El Hobbit se ha convertido con el paso del tiempo en un referente del fantástico, por más que ni el propio autor consiguiera recordar el momento exacto en que daría inicio la aventura de Bilbo Bolsón hasta la Montaña Solitaria, acompañado por un mago y una tropa de enanos. Pero tras esa famosa frase, el autor comenzó a trabajar con denuedo en el mapa de Thrór, esbozo de las primeras aventuras en la Tierra Media que podemos encontrar en todas las ediciones de El Hobbit que se encuentran en el mercado.
Cargado con una profunda inspiración en las sagas nórdicas, así como en autores clásicos de corte fantástico por los que el autor se sintió claramente inspirado –hablamos de verdaderos maestros del cuento como los hermanos Grimm, George MacDonald o Edward Wyke-Smith–, El Hobbit es una pieza de la literatura fantástica que todo joven o adulto que se acerque a ella por vez primera sabrá apreciar, no sólo por su claro tono de aventuras que permite disfrutar de manera individual con absolutamente todos los pasajes de la novela –como nos ha pasado a todos los lectores cuando recreamos en nuestra mente escenas como el primer encuentro con los trolls, el pasaje con los trasgos bajo las Montañas Nubladas, o la aventura en el Bosque Negro–, sino que además es una continua fuente de sorpresas sin importar la de veces que regresemos a ella. Es tal la delicadeza con la que el autor teje todos los capítulos del libro que es un placer sumergirse de nuevo en los pasajes de El Hobbit.
75 años en compañía de Smaug, la sierpe roja
¿Qué es un cuento de fantasía sin un dragón? Realmente no se trata de un requisito, pero en muchos relatos de fantasía épica, heroica u oscura (podríamos seguir hasta el infinito con sus innumerables subgéneros) aparece la figura de un dragón. Para la ocasión, el jefe final de
El Hobbit, el villano al que hay que derrotar para superar con éxito el desafío de la aventura de Bilbo Bolsón, es
un dragón rojo que un buen día se despertó, oyó hablar de las riquezas que abundaban en el reino enano de Erebor y partió hacia la Montaña Solitaria expulsando a los apacibles enanos que allí vivían.
La gran sierpe roja que es
Smaug es uno de los tantos dragones que pueblan las novelas de literatura fantástica de las estanterías, que en una clara alusión a la mitología nórdica –en la que grandes criaturas con nombre propio hacen estragos, convirtiéndose en el objetivo de héroes que buscan una buena reputación, una dura venganza o un suculento botín–, el propio Tolkien lo incluyó en
El Hobbit como el gran enemigo a derrotar, el motivo por el que los enanos liderados por
Thorin II Escudo de Roble parten hacia la
Montaña Solitaria con tal de reclamar el tesoro robado por el inefable Smaug. La particularidad de este clásico dragón rojo es que se ha convertido en una de las primeras criaturas con nombre propio de la literatura fantástica desde su primera aparición en 1937 –con la primera publicación de la novela en Reino Unido, claro. La maldad personificada, los dragones rojos son además una de las piezas claves del juego de rol
Dungeons & Dragons, en un homenaje prestado a J. R. R. Tolkien. Como reza el mapa de Thrór es una de sus esquinas:
"Aquí hay dragones".
¿Por dónde íbamos? Ah sí. Estábamos hablando de El Hobbit, la novela que dio un suave empujón a las miles de aventuras que podemos imaginar al contemplar cualquier mapa de la Tierra Media, ese mundo de fantasía de extensa cronología y profundidad que el profesor Tolkien ideó para ubicar sus novelas, una técnica que los escritores de literatura fantástica de hoy en día emplean en numerosas ocasiones. No importa que El Señor de los Anillos contenga una carga épica multiplicada por cien, que la cantidad de personajes aumente hasta necesitar un árbol genealógico propio –estaríamos hablando aquí de El Silmarillion–, o que el destino del mundo dependa décadas después de un único hobbit llamado Frodo Bolsón –voilá, sobrino de Bilbo Bolsón–, y donde los acontecimientos que sacuden el mundo alcancen proporciones colosales. El Hobbit es la primera incursión en una novela fantástica que sirve no sólo para iniciarse en el género, sino también para darse un paseo por un mundo delicioso como es la Tierra Media. Si a la inocencia de las novelas juveniles de fantasía la salpicamos con un poco de los cuentos clásicos de toda la vida –hasta un ser tan escurridizo como Gollum siempre tendrá protagonismo en cualquier historia–, obtenemos una obra que perdura en el tiempo por sus innumerables virtudes, que ha conseguido cautivar a generaciones con el paso de las décadas.
«En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero hobbit, y eso significa comodidad.»
Todos los elementos de la fantasía épica, de las tradiciones nórdicas o sagas, están en El Hobbit: los objetos mágicos procedentes de una larga tradición, con poderes desconocidos salvo para unos pocos –ahí están las espadas Orcrist, Glamdring o Dardo, así como El Anillo Único, objeto que da pie a parte de toda esta mitología–, las criaturas feéricas como los trolls –aunque se trate de unos auténticos idiotas como Tom, Guille y Berto–, otras más monstruosas como las repugnantes arañas del Bosque Negro o los pérfidos trasgos, además de las mágicas razas que pueblan la Tierra Media como los altivos elfos o los robustos enanos, presentes ambas en multitud de cuentos que los niños han escuchado miles de veces antes de irse a la cama. La habilidad de Tolkien para hilar todos los elementos que podemos apreciar en El Hobbit es uno de los motivos que hace de la novela una lectura recomendada para todas las edades, hasta como trabajo de clase en colegios, institutos o facultades.
Pero como todo trabajo de literatura que ha alcanzado un éxito mundial a lo largo de los siglos o las décadas, existen numerosas ediciones para poder disfrutar de la lectura de muchas maneras diferentes. Pese a que cualquier edición es perfecta para iniciarse en la lectura de El Hobbit, ediciones como El Hobbit Ilustrado por Alan Lee o El Hobbit Anotado dan al conjunto una nueva manera de disfrutar de la obra, bien gráficamente o gracias a las numerosas notas, apéndices y añadidos que nos deja introducirnos en El Hobbit con un acercamiento más completo. En cualquiera de los casos, si eres de los que todavía no se ha dado un paseo por la Tierra Media, o incluso de los que han experimentado El Señor de los Anillos antes que El Hobbit, no podemos más que recomendar la novela en toda su plenitud. En ella encontraremos una ambición menor que en El Señor de los Anillos a la hora de describirnos parte de la Tierra Media, así como una historia más sencilla, con menos complejidad argumental pero igualmente satisfactoria. Envidia, lector, por tener la ocasión de leer por vez primera El Hobbit en cualquiera de sus ediciones, por partir en una ocasión irrepetible junto a Bilbo Bolsón en medio de esa abultada troupé de enanos que el mago Gandalf hizo llegar a casa del sencillo y tranquilo hobbit gracias a una marca en la puerta de su casa. Recordad por último que si a vuestra morada llega alguna vez un mago con un sombrero picudo en la cabeza, proponiéndoos una empresa sin igual en tierras lejanas, ¡no lo dudéis ni un momento y aceptad! Puede que la ocasión no se repita jamás.
por Loren Sparrow
diciembre 17, 2012
8 comentarios
¡Me encanta El Hobbit! Es una historia por la que no pasan los años y todas las ediciones de Minotauro son una preciosidad. Además, este año habemus adaptación cinematográfica. ¡No se puede pedir más!
Yo estoy releyéndolo ahora mismo en la edición normal (de Minotauro, en bolsillo), ya que habían pasado demasiados años desde la última vez y no quiero ir a ver la película sin haber refrescado antes la memoria con el libro. Estoy descubriendo nuevos detalles y disfrutándolo como nunca.
El año que viene tengo pensado comprarme la edición anotada, que es una maravilla por lo que la he ojeado en las librerías, y así supondrá una nueva relectura enriquecida.
Sí, en estos días hablaremos también de la edición anotada, para mi gusto es una pasada, aunque la ilustrada también está muy bien, pero sólo lleva ilustraciones.
Yo debo confesar que pese a que El Señor de los Anillos fue básicamente el que me introdujo en este mundillo de la literatura fantástica, no fue hasta hace unos cuantos años cuando me leí El Hobbit en mi edición anotada.
Debo decir que fue entrañable, emocionante, espectacular, realmente fascinante y que me dejó con un gran sabor de boca, unas ganas locas de leer más cosas de Tolkien y un con un mono impresionante por echarme una partida de rol ambientada en la Tierra Media. Al final no pude conseguir la partida, pero si el Middle Earth Quest de tablero con el cual pude canalizar toda la creatividad que me había otorgado el libro.
Así que ya os imaginaréis las ganas que tengo de ir este miércoles al cine (este año no he podido ir el día del estreno porque la taquilla del cine ha llegado a unos precios en viernes que... ufff, dan miedito). Excelente reseña, me ha gustado mucho y me has recordado escenas que ya se me habían olvidado.
PD: Prepárate para coger el Middle Earth Quest en cuanto lleguemos a casa del cine, capitán... xD
Creo que todos tenemos las mismas ganas de ir a ver la película y más después de leer tu reseña Loren, a la que califico tambien de excelente .... diría más, casi una perla literaria en la que vuelcas tu pasión por la palabra escrita. ¡¡Enhorabuena Loren¡¡¡ .... Siempre me alegraré de haber descubierto este blogs
... Aprovecho para desearte unas fiestas inolvidables.(aunque no sea el sitio adecuado para ello, pero tu me disculpas por esta intromisión ¿verdad?) Espero que sigas mucho tiempo dándonos la satisfacción de leerte.
Para quienes no lo sepan, se dice que la inspiración para el Hobbit le llegó a Tolkien cuando uno de sus alumnos le entregó un examen en blanco. Él se quedó mirándolo fijamente y de repente comenzó a escribir en la hoja la famosa frase inicial...
Pues sí, esa es una de las explicaciones más extendidas. Cuando escribió la famosa frase no supo ni porqué se le ocurrió, hasta que luego comenzó a darle forma a todo, dejándonos la genial novela que ahora podemos leer una y otra vez.
¡¡Pues bendita sea la hoja en blanco¡¡ Qué interesante resulta conocer cosas tan curiosas de un autor. Gracias a los dos por la aportación
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.