Richard Burton Matheson
(26 de febrero de 1926 – 23 de junio de 2013) nos ha dejado; con
él, muere uno de los últimos clásicos modernos del terror, un
género que cada vez me parece más huérfano.
Matheson, después de
prestar servicio en la infantería durante la segunda guerra mundial,
se licenció en periodismo en 1949 en la universidad de Missouri.
Destacó como escritor de terror y ciencia ficción y guionista,
llegando a ser uno de los principales referentes en ambos. En 1984
recibió el World Fantasy Award for Life Achievement, y el Bram
Stoker for Lifetime Achievement de la "Horror Writers Association" en
1991. En 2010 se le incluyó en la "Science Fiction Hall of Fame".
Casado desde 1952, tuvo cuatro hijos, tres de los cuales también
son guionistas.
La obra de Matheson se
caracteriza por el uso de un lenguaje conciso, realista, casi
periodístico; sus personajes, ya vivan sumidos en la paranoia o en
la amargura, son gente con quien resulta fácil empatizar. Buscaba (y
conseguía) actualizar la mitología del terror, desde el vampirismo a
la brujería, desde las casas encantadas a los monstruos o los
psicópatas. Su primer relato de éxito
sería “Nacido de hombre y mujer”, donde exploraba hábilmente el
tema del vástago deforme. El estatus de autor de referencia lo
alcanzaría, sin embargo, en 1954 con la novela Soy leyenda,
donde daba otra vuelta de tuerca al género vampírico (que ya
entonces parecía agotado), presentándonos a Robert Neville, último
humano verdadero en un mundo dominado por los infectados y los
vampiros. Desde su publicación, Soy leyenda se ha adaptado
al cine muchas veces, con mayor o menor fortuna, siendo la más
reciente (con Will Smith de protagonista) una de las peores.
Una de las ilustraciones finales que sirvieron como modelo para la película
Soy leyenda (2007), dirigida por Francis Lawrence.
En 1956 triunfó otra vez
con El hombre menguante, que, adaptada al cine como El
increíble hombre menguante, lograría rápidamente el
calificativo de obra de culto. No era para menos. Para mi constituye
uno de los viajes más alucinantes de la literatura, paralelo al
Viaje alucinante de Asimov (siendo El hombre menguante diez años anterior al libro de Asimov, bien pudo ser su fuente de
inspiración); ambos exploran la miniaturización de un individuo, en
un caso voluntaria, en el otro impuesta por circunstancias
inexplicables. Donde la obra de Asimov usaba un tono a lo Verne de
exploración cientifica fantástica, el de Matheson es más "kafkiano" (rodeado de lo absurdo, como en La metamorfosis, donde Gregor
Samsa se despierta convertido en una gran cucaracha) y se centra en
la angustia del protagonista que ve como sufre una transformación
inesperada que parece abocarlo a un destino horrible.
Otra de sus obras
capitales es La casa infernal, donde un equipo de escépticos
se dispone a demostrar que los supuestos fenómenos paranormales que
tienen lugar en la mansión Belasco son en realidad un complicado
fraude; junto con La maldición de Hill House, de Shirley
Jackson, forma la cúspide del sugénero de las casas encantadas. Aquí
Matheson se recrea con el exceso y la crueldad, sometiendo a sus
personajes a unas situaciones demenciales, e imprime su sello de
identidad resolviendo la trama con un giro inesperado.
Fotograma correspondiente al episodio de "The Twilight Zone"
que adapta el relato
Pesadilla a 20.000 pies, estrenado en 1963.
Su recopilatorio de
relatos Pesadilla a 20.000 pies es una forma excelente de
acercarse a su obra; mucho de lo que allí encontraremos después se
ha convertido en tendencia en el horror cinematográfico o literario.
Lo que decíamos acerca de su interés en modernizar leyendas urbanas
o mitologías de lo sobrentural se nota, por ejemplo, en el relato
que da nombre a la antología Pesadilla a 20.000 pies, donde se puede
rastrear hasta ciertas leyendas urbanas de la Segunda Guerra Mundial,
cuando los pilotos británicos de la RAF atribuían todas las averías
inexplicables que les acontecían a gremlins que trasteaban con la
maquinaria. Otros cuentos memorables son “El distribuidor” (en
que Stephen King parece haberse inspirado para escribir La
tienda) o “Vestido en seda blanca”.
En cuanto a su trabajo
como guionista, trabajó hasta bien avanzados los noventa y, sobre todo, durante los sesenta y setenta, compaginándolo con su carrera de
escritor. Participó en series tan emblemáticas como The Twilight
Zone (donde dejó un rastro memorable), de la que escribió catorce episodios, siendo la adaptación de su propio relato “Pesadilla a
20.000 pies” quizás su mejor trabajo.
En conclusión, con la
muerte de Richard Matheson, que ha sido un maestro para
Stephen King
o cualquier integrante de la generación moderna de escritores de
terror, damos otro paso en este verano trágico donde ya nos han
dejado
Jack Vance,
Tom Sharpe e
Iain Banks. Como con aquellos otros,
le echaremos mucho de menos. El terror se queda, como decía, un poco
más huérfano.
Referencias
Pesadilla a 20.000 pies y otros relatos insólitos y terroríficos (Valdemar, 314 paginas, 24 € por la edición en tapa dura, 10 € por la edición en bolsillo); La casa infernal (Booket, 17,95 € por la edición en tapa dura, 8,95€ por la de tapa blanda); Soy leyenda (Minotauro, 17,95 € por la edición en tapa dura, o Booket, por 6,95 € en la edición en bolsillo); Acero puro y otras historias (Edhasa, 11,9 €, edición en rústica con solapas); Más allá de los sueños (La Factoría de Ideas, 19,95 €, en rústica con solapas); El increíble hombre menguante (La Factoría de Ideas, 18,95 €, en rústica con solapas); El último escalón (La Factoría de Ideas, 19,95 €, en rústica con solapas).
por Nyarla
junio 25, 2013
2 comentarios
Anda que el género en general lleva una racha... vaya tela.
Me dio mucha pena, nos deja otro Grande.
DEP
Besotes
Muy buen homenaje, pero como bien dice Shorby a este paso... nos vamos a quedar sin los grandes. Tocad madera por Mr. Terry Pratchett, que el pobrecito con lo malo que estaba y el annus horribilis (no se si se escribía así xD) que llevamos... capaz es de unirse al club también, ah y que no se nos olvide al compositor Jhon Williams, también está delicado el hombre...
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.