Si tuviéramos que creernos las reseñas en solapas y portadas de los libros, haría tiempo que nos habríamos olvidado de Tolkien o de Asimov, de tantos autores nuevos que salen para ocupar su trono en sus respectivos campos. Si fuera cierto, cada dos por tres el género sería reinventado por algún joven hasta entonces desconocido que irrumpiría con una fuerza insospechada. Por suerte, la realidad es que a menudo lo máximo (con excepciones) a lo que un nuevo autor puede aspirar es a hacer una aportación significativa, a ayudar a marcar la pauta de lo que vendrá. Paolo Bacigalupi podría ser una de estas excepciones; como Starobinets en el terror, o Miéville en la fantasía, es una voz joven y original que por suerte insiste en labrarse su propio camino.
Paolo Bacigalupi (Paonia, Colorado, 1972) saltó a la fama en 2010, cuando su primera obra, The Windup Girl (La chica mecánica, Plaza Janés) ganó, entre otros, el Hugo y el Nébula, los dos premios de mayor prestigio entre la literatura de ciencia ficción. Varias de las historias que componen La bomba número seis y otros relatos también han recibido varios premios y nominaciones, y como antología, ganó el Locus a la mejor recopilación de relatos en 2009. Tras leerla –o devorarla–, la sitúo directamente en mi lista personal de los mejores clásicos modernos.
A veces me parece, al leer ciencia ficción "hard", que cuando se procura plantear hipótesis con base científica y desarrollarlas se suele perder intensidad en la parte social, humana, en los personajes sobre todo; pasan a ser subproductos necesarios para un autor que lo que realmente quiere es plantearnos una idea, un escenario, una proyección de como avanzará la ciencia y la tecnología. Pero nuestra forma de ser, nuestra sociedad, que avanzan en paralelo, quedan claramente desatendidos en la narración. Por ello suelo preferir la llamada ciencia ficción "social" al estilo de Jack Vance o Ursula K. Le Guin, que se centra en la evolución de la sociedad. Bacigalupi parece pertenecer a esta corriente.
Las historias de La bomba número seis y otros relatos se enmarcan en distintas versiones de un futuro distópico no muy lejano; en algunos casos, el mismo donde se ambienta La chica mecánica. En ellas, Bacigalupi explora desde la inminente crisis energética –el cambio total en nuestro modo de vida que va a imponer el fin de los hidrocarburos– a las posibilidades y realidades de la ingeniería genética, la polución y la hambruna, recurriendo para ello a unos personajes muy creíbles; la clave es “supervivientes”. Todos ellos –esclavos, granjeros de agua, empresarios arruinados perseguidos por el hambre, mendigos, seres post-humanos– están de un modo u otro luchando por sobrevivir, para adaptarse a unos cambios de vértigo. Me transmiten claramente la sensación de ser espectadores y pasajeros de un progreso que les arrastra sin que tengan elección alguna sobre su rumbo. Una sensación incómodamente familiar.
Es difícil destacar algunos relatos por encima de los demás; al intentarlo, uno de los candidatos obvios sería por ejemplo “La chica aflautada”, donde en una sociedad neofeudal, y en pro del espectáculo, una niña esclava y su hermana son severamente modificadas genética y quirúrgicamente, únicamente para que puedan interpretar un número grotesco para divertimiento de los señores. Es un relato con un punto cruel, con un aire triste, lleno de excesos que lo hacen fascinante.
En otro de los relatos, “Un bolsillo lleno de dharma”, encontraremos a un niño mendigo atrapado en medio de una trama de espionaje en una ciudad contaminada y atestada, testigo involuntario de una conspiración a gran escala; en “Tarjeta amarilla” un anciano, antiguo empresario de éxito, se ve obligado a malvivir en las calles de otra ciudad superpoblada, enfrentándose al racismo, a las mafias locales y al hambre sin rendirse, torturado por la pérdida de su dignidad, compitiendo con hombres más jóvenes para puestos de trabajo en condiciones inhumanas. Bacigalupi parece querer recordarnos que la suerte puede cambiar en cualquier momento; que el que coronaba la cresta de la ola en medio de la crisis puede verse igualmente tragado por ella en cualquier momento y encontrarse en la más absoluta miseria.
Esta misma sensación de sociedad tan lejana a lo que hoy conocemos como tal se repite en otros relatos; en “Respuesta evolutiva” la humanidad ha logrado algo parecido a la inmortalidad, que le permite perfeccionarse infinitamente en campos artísticos o científicos y le da a su sociedad un aire de utopía que esconde, como siempre suele pasar, el pago de un alto precio. ¿Es, por tanto, una utopía, o una distopía? ¿Merece la pena el precio?
En los relatos que comparten escenario con La chica mecánica, la constante es la manipulación genética de plantas y animales para conseguir productos estrictamente controlados por grandes corporaciones; la hambruna, que llega cuando estos productos ultraespecializados, saboteados quizás por una empresa competidora, fallan; o, como decía, en el cambio relativo a las fuentes de energía, donde se pasa del uso de los hidrocarburos al de la energía cinética sintetizada a partir de las calorías que consumen grandes criaturas creadas para ello.
Muy pocas recopilaciones de relatos ofrecen un nivel homogéneo; esta es bastante cumplidora en este sentido. Hay alguno que, si bien es excelente, parece no encajar demasiado con el tono general del resto –“Suave”–, ya que se acerca más al terror psicológico; simplemente, choca el que se lo haya incluido en esta antología. Me gustaría poder decir algo negativo de La bomba número seis y otros relatos para dar algún contraste; pero sinceramente, no se me ocurre nada. Quizás alguno de los relatos (como “El fabricante de calorías”) tiene un ritmo algo más lento que los demás, se lee con algo menos de ligereza (aunque precisamente este fuera nominado al Hugo y ganara el Theodore Sturgeon), pero realmente es un matiz muy sutil que no desmerece en absoluto una obra maestra como esta. Extremadamente recomendable.
Rústica con solapas, 432 págs, 18,90 €. Disponible en ebook
Traducido por Manuel de los Reyes.
Lectura independiente.
3 comentarios
Jolines, que reseñaza. Se me han quedado los ojos como platos, y bien puedo asegurar que me muero de ganas por leerme este libro. Parece ser que las antologías últimamente están resurgiendo con mucha fuerza. Lo mejor de todo es que es una forma amena de leer, en la que el autor te hace pensar y donde puedes experimentar todo tipo de sensaciones. ^^ Me lo apunto para mi lista interminable de cosas.
Gran reseña.
Me lo apunto. Una duda: no he leído aún La chica mecánica y hablas de relatos que comparten dicho universo. ¿Realizan spoilers sobre la novela?
Un saludo.
Hola,
No, no hay spoilers. Quizás, aún así, sea mejor leer primero "La chica mecánica"; aunque no se pueda considerar un spoiler, creo que es mejor adentrarse en su universo a través de la novela y después pasar a los relatos.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.