“Una vez uno ha disfrutado de Ito, nunca tiene suficiente”
Cerca de una pequeña
bahía y rodeado de oscuros bosques se encuentra el pueblo de
Kurouzu
(“remolino negro”) donde
Kirie Goshima, que intenta llevar la
vida normal e incluso anodina de una adolescente típica, será
testigo de como a su alrededor empiezan a girar una serie de hechos inexplicables y terroríficos cuando sus vecinos y amigos vayan
cayendo víctimas de la maldición de la espiral. Alguna clase de
fuerza o retorcida inspiración opera sobre Kurouzu, y nadie parece
darse cuenta hasta que ya es demasiado tarde.
De esta premisa parte Uzumaki, y de entrada puede parecer un argumento típico.
Pensamos que habrá adolescentes, una población aislada y, en algún
momento, alguna clase de entidad diabólica empezará a actuar
despiadadamente; los protagonistas se enfrentarán a ella, algunos
morirán de forma horrible pero tarde o temprano los que queden
vencerán. Lo hemos visto antes, miles de veces. Creemos saber a qué
atenernos. Gran error. Esto es Uzumaki, de
Junji Ito. No tiene comparación. No hay paralelismos. Uzumaki (“vórtice”) no le concede nada a sus lectores; no les permite
acomodarse. Les arrastra, les desconcierta, les perturba y cuando
termina, ni siquiera les permite alejarse; Uzumaki sigue allí,
instalada en la parte de nuestro cerebro que reservamos a aquellas
experiencias lectoras que nos marcan, girando como un remolino ante
el que cualquier otro cómic de horror palidece.
Si tuviera que elaborar
una lista con mi top 10 personal en cuanto a cómic de terror se
refiere (para que nos vamos a engañar, ya he hecho esta lista muchas
veces, a los frikis nos encanta listar cosas) Uzumaki estaría
claramente en el primer puesto. Adoro esta obra de arte provocadora y
surrealista, y qué mejor forma de agradecerle el impacto que me
causó cuando lo leí hace casi una década que dedicarle un pequeño
artículo.
Junji Ito, el autor:
de técnico dental a maestro
del terror
Dando la razón a todos
los que le tienen fobia a la consulta del dentista, Junji Ito (1963)
demostró que entre aquella y el horror solo hay un paso. Si ya es infrecuente que
aparezca “de la nada” un gran escritor o un gran actor, un gran
artista, una de estas personas que descubren su verdadera vocación
relativamente tarde, parece aún más raro que uno se descubra de
pronto como mangaka; no solo como guionista capaz de crear
argumentos, diálogos y situaciones creíbles e interesantes, sino
también como hábil dibujante con un estilo que encaje con sus
guiones, y triunfe en este nuevo campo.
En Japón el manga es
omnipresente, en revistas o en su versión animada; los niños crecen
rodeados de sus infinitos derivados (anime, merchandising, juegos) y
parece que Junji Ito no fue una excepción. Nacido en la prefectura
de Gifu, desde adolescente –influenciado por grandes autores de
terror como Hideshi Hino, Kazuo Umezu o el omnipresente Howard Phillips Lovecraft–
solía dibujar en sus tiempos muertos, como tantos otros, y, como para
tantos, era un simple hobby. Y en un hobby podría haber quedado,
privándonos a todos de su talento, pero en 1987 algo le impulsó a
enviar a la Gekkan Halloween (una revista de shojo manga) un trabajo
suyo: Tomie.
Por Tomie, Junji
Ito fue galardonado con el premio Kazuo –en honor a éste
mangaka legendario, al que el propio Junji Ito consideraba una de sus
principales influencias y que, además, formaba parte del jurado– y
con el éxito cosechado tras esta primera entrega, no le fue difícil
serializarla, con una periodicidad relajada a la que pondría punto y
final en el año 2000.
Uzumaki, la que considero
su mejor obra, se serializó entre 1998 y 1999 en la revista Big
Comic Spirits de la editorial Shogakukan. Tras finalizar en 1998,
como es habitual en la industria del manga, se agruparon los
capítulos en tres tomos. El impacto de Uzumaki quizás fue menor que
el de su debut, pero creo que podemos achacarlo a que se tratara de
una obra bastante más complicada y definitivamente no para todos los
gustos.
A parte de Tomie y Uzumaki, Ito ha creado varias historias cortas independientes y alguna que otra más compleja como Hellstar Remina o Gyo. Pocas,
quizás, para un marco temporal que abarca desde que decidiera
dedicarse profesionalmente al manga a principios de los 90 y la
actualidad. Con pocos seguidores –por lo menos comparado con las
legiones que matarían por su siguiente chute de “Naruto”– pero
fieles, ostenta ya el título de “autor de culto”; y como suele
pasar con aquello que se considera “de culto”, su obra no es fácil
de conseguir ni es suficientemente reconocida. Si, sus principales
mangas –Uzumaki y Tomie– han sido editados en varias lenguas,
pero el resto de sus trabajos son de más difícil acceso (no han sido
traducidos al castellano, por ejemplo).
¿Qué habría sido de
nosotros si Junji Ito se hubiera limitado a tratar mandíbulas en
alguna clínica dental desconocida? Es curioso como a veces la vida
real sí es como nos la presentan en los cuentos, y uno puede
descubrirse como un genio de la noche a la mañana y alcanzar su
sueño.
Tomie y otros títulos
reseñables
Tomie cuenta con un
argumento bastante retorcido. Tomie parece ser una chica de la
que uno no puede evitar enamorarse, y una vez en sus manos, ella
manipula a los incautos para que caigan en los más profundos celos,
hasta el punto de volverse lo bastante locos como para matar a sus
rivales (reales o imaginados) por su amor. Y, eventualmente,
acabar matándola a ella. Pero a diferencia de sus víctimas, se
regenera tras cada muerte, volviendo siempre de la tumba para seguir
con su corrosiva existencia. ¿De dónde viene Tomie? ¿Es un fantasma
vengador? ¿Un espíritu maligno cuya única finalidad es castigar a
los hombres? ¿Un súcubo que saca lo peor de sus víctimas, una fuerza
de la naturaleza? O quizás simplemente una fuerza destructora sin más razón de ser que arruinar vidas aleatoriamente.
Hay cierta discrepancia
entre los seguidores de Ito acerca de si su obra maestra es Tomie o Uzumaki; lo cierto es que Tomie es la obra por la que se le suele conocer. Fue su primer trabajo y esto siempre marca. Pero
en el fondo, por mucho que me guste, creo que Tomie es una obra
con un concepto atractivo pero también muy limitado, que no creo que
dé para una serie tan larga. Hay un número limitado de veces en que
puedes poner a distintos personajes en posición de conocer a una
chica diabólica que les va a destrozar la vida antes de que el
asunto se vuelva repetitivo, e Ito supera este límite. Hacia el
final se me hace un poco cansina. Uzumaki, por el
contrario, me parece un manga mucho más completo, redondo y
original. Como además me resulta mucho más perturbador, no dudo en
ponerlo en el primer puesto.
A parte de estas dos
grandes, Gyo también ha tenido mucha repercusión. Presenta la
historia de unas extrañas criaturas que emergen del océano, cuerpos
de peces y criaturas abisales con delgadas y afiladas patas
metálicas. Como si de un peculiar homenaje a La guerra de los
mundos se tratara, con sus máquinas alienígenas montadas en
trípodes, empiezan a causar estragos entre la población. Tras su
existencia se esconden oscuros secretos que se remontan a la Segunda Guerra Mundial, aunque la premisa, una vez se desentrañan ciertos
aspectos de la misma, es algo más tópica de lo que uno podría
esperar tratándose de Ito: acaba resultando una historia entretenida
y bastante recomendable. En el mismo volumen en que se publicó Gyo se incluye una obra muy superior; una pequeña historia llamada “El
enigma de la falla de Amigara”. Imaginaos que un terremoto deja al
descubierto una pared de roca, y que en ella hay centenares de
agujeros con la forma exacta de siluetas humanas. ¿Como puede
existir tal cosa en una roca que había estado enterrada durante
milenios? La gente empieza a peregrinar a Amigara y... prefiero no
dar más detalles para evitar spoilers; solo comentar que impacta.
Muchas otras historias
cortas de Junji Ito merecen la pena; pero es imposible comentarlas
todas. Centrémonos pues en Uzumaki de una vez.
Uzumaki, un manga
retorcido
Cada capítulo de Uzumaki
es el relato de uno de estos incidentes que pasan en Kurouzu y de los
que Kirie es testigo y a veces víctima; podrían incluso leerse
independientemente, especialmente los primeros, de tal modo que si
uno se compra el primer tomo y no le gusta lo bastante como para
seguir, ni siquiera dejará una historia a medias (si, además de ser
una gran obra, resulta práctica: lo tiene todo para que uno se anime
a leerla).
A parte de Kirie Goshima,
hay un puñado de personajes recurrentes; el principal es Shuichi,
otro adolescente y vecino de Kirie, además de su novio. Shuichi
estudia en otra población, y por el hecho de salir cada día de
Kurouzu parece menos afectado que los demás por su maldición. Sin
embargo, es perfectamente consciente de que algo va mal y de que no
puede hacer nada para evitarlo; su papel es el más trágico de
lejos, tanto por su dilema personal (dejar Kurouzu y a Kirie, o
quedarse y sufrir el mismo destino que ellos) como por ser su familia
la principal damnificada cuando empiezan los problemas. Además, está la familia
de Kirie, sus padres y hermano, que al principio sirven solo para
establecer un trasfondo de normalidad al que Kirie puede volver tras
cada experiencia traumática, pero que más adelante adquieren un
poco más de peso en la trama.
A medida que avanza el
manga, los sucesos paranormales empiezan a relacionarse entre si y
sus efectos –sobre la comunidad de Kurouzu y en cuanto al desgaste
psicológico de los personajes– son acumulativos, de tal modo que
la ciudad va quedando cada vez más degradada y atrapada en su
locura. Literalmente, como un vórtice; ancho al principio, en la
superficie, pero a medida que avanzamos hacia sus profundidades se va
estrechando, dejando menos espacio a la cordura hasta que ya no es
posible escapar. Al final, es caos puro, convirtiéndose en un
infierno descontrolado; pero es en este caos donde algunas piezas
empiezan a encajar por fin. Vemos que mucho de lo que parecía aleatorio en realidad forma parte de un plan, y la maestría de Ito nos conduce a un
final imprevisible, surrealista y magistralmente narrado.
Aunque el tema de las
espirales es el trasfondo, cada uno de estos capítulos lo desarrolla
de distinto modo, afectando de distintas maneras a la gente. Es de un
surrealismo absurdo, kafkiano, ver a un padre de familia empezar a
coleccionar toda clase de cosas que contengan espirales hasta acabar
deseando convertirse él en una, o una chica tan obsesionada con su
bello pelo rizado que al final este acaba tomando vida propia
sorbiendo la de ella. Te descoloca desde el principio. Y una vez
descolocado, Junji Ito remata el golpe con escenas verdaderamente
desagradables, visualmente impactantes; su estilo de dibujo es
tétrico de por sí, pero cuando llegamos al clímax del horror en
cada capítulo, al apogeo, demuestra una capacidad y una imaginación
para perturbar a las que no veo igual. Especialmente destacables en
este sentido me parece la historia que se desarrolla en el hospital
durante el verano, mientras Kirie está ingresada; deja algunas de
las escenas y conceptos más increíbles de todo el manga. O el chico
que se levanta de la tumba como uno de estos muñecos de muelle que
saltan cuando levantas la tapa de la caja; pocos podrían hacer de algo tan
simple e infantil una historia grotesca tan efectiva.
Otra especialidad de Ito
–quizás la más importante– es la habilidad para establecer
conexiones que parecen salidas de una mente enferma, y la misma
elección del tema de fondo (“las espirales”) es el mejor ejemplo
de ello. Es un experto en coger ideas simples y transformarlas en
algo delirante; en hacer pasar por normales las actitudes más
disparatadas, en presentarnos como una actitud “racional” algo
que no lo es en absoluto: sigue su propia lógica interna, y este
tipo de lógica pervertida es la de un loco. Y la presenta de un modo
que nos hace sentirnos enfermos porque por un momento es una lógica
que compartimos. Es el concepto de “lógica retorcida”; y cuando
sus personajes la aplican sabemos que la maldición ha hecho mella en
ellos.
Uzumaki es, sí, retorcido y
enfermizo. Obsesión. Este es el tema principal; hay monstruos, o
algo similar a no muertos en algún capítulo; hay transformaciones
físicas que reflejan las transformaciones mentales, pero todos son
en Uzumaki un actor secundario, una pequeña pieza en el engranaje;
el verdadero espanto es la vorágine de locura, de frenesí en la que
lentamente se va hundiendo la ciudad a medida que el horror avanza, y
la sensación de desamparo de sus protagonistas, que quedan a merced
de fuerzas incompresibles. Aquí es donde más se nota la influencia
de Umezu y su “Aula a la deriva”; del mismo modo que aquellos
niños lanzados a una dimensión desconocida llena de peligros,
Kurouzu es un barco que se hunde en la locura arrastrando a todos
con él, sin razón aparente, ni forma de detenerlo.
Empezar a leer Uzumaki
puede ser una experiencia desconcertante; los personajes hablan con
total seriedad de las espirales como si fueran una entidad
consciente, una fuerza contaminante y tóxica cuya cualidad hipnótica
atrapa y lleva a la locura mediante la obsesión a base de potenciar
los defectos o debilidades de cada uno. Esta actitud frente a las
espirales, en parte temor, en parte incredulidad, la sensación de
desconcierto cuando lo que dicta la razón como imposible choca
contra la evidencia de lo que te está pasando (este dilema se
refleja sobre todo en Shuichi y en menor medida, en Kirie) es el gran
tema de fondo lovecraftiano. El terror a lo ajeno. Tan ajeno que no
hay forma de adaptarse. Contra este tipo de amenaza no valen balas de
plata, ni estacas afiladas, ni hay normas absurdas o rituales
aprendidos a ultima hora que puedan salvarnos. Es el terror de
saberse insignificante, de no ser siquiera un objetivo sino un mero
“daño colateral” en el paso de fuerzas inmensas, sobre las que
no tenemos el menor control y que nos arrastran hacia la perdición.
Y lo sabemos, pero no podemos hacer nada; y esta incapacidad nos
enloquece, es demasiado para la mente, que se rompe en mil pedazos.
Esto es Lovecraft, y esto es Uzumaki.
El modo como se describe
el poder contaminante de las espirales me recuerda mucho, además, el
relato “El color caído del espacio”, una de las mejores
creaciones de Lovecraft, no muy conocida; y el final del manga, que
obviamente no comentaré, tiene mucho de lovecraftiano.
La construcción de
Uzumaki: narración y dibujo
En cuanto a la narración,
en pocas palabras; la implicación y la percepción de la maldición
en Uzumaki está magníficamente construida en (por lo menos) cuatro
distintos niveles, como las sucesivas vueltas de un vórtice. En el
nivel más profundo, están las víctimas o protagonistas directos de
los acontecimientos sobrenaturales, los desdichados que caen presa de
la locura o de lo sobrenatural, que aplican la “lógica retorcida”
y que por ello, en el transcurso de un capítulo veremos como son
tragados por el vórtice.
En un siguiente nivel,
Kirie, que es testigo, y a menudo víctima, que ha vivido siempre en
el pueblo y está tan implicada que ni siquiera es realmente
consciente de todo lo que va mal; es el espectador atontado por lo
surrealista e incomprensible de todo lo que pasa, que es tanto que no
lo acaba de procesar y sigue intentando vivir con normalidad sin
saber reaccionar. Ella aún no ha sido tragada, pero comprendemos que
poco a poco ella y sus seres queridos se dirigen al fondo; caen más lentamente, pero su curso es inexorable.
En un nivel superior,
está la perspectiva del trágico Shuichi.
Él estudia fuera de la localidad, pasa menos tiempo que los demás
en Kurouzu, y la maldición parece no haberle afectado tanto. No está
tan implicado en el pueblo, y por ello es un espectador algo más
distanciado. Él se da cuenta, igual que nosotros, de la profunda
anormalidad en que se encuentran; le perturba e inquieta. Tiene la
distancia suficiente para ver la imagen de conjunto que los demás,
al estar tan adentro, no pueden percibir; pero a la vez está
demasiado implicado como para huir, pese a lo mucho que lo desearía.
Su amor por Kirie se lo impide, e intenta racionalizar lo que están
viviendo, estudiarlo y así encontrar la forma de, si no detenerlo,
por lo menos atenuarlo o evitarlo. Su personaje es como el de una
tragedia griega, tocado por la fatalidad.
Y en el nivel externo
(pero todavía dentro de la espiral, del vórtice) estamos nosotros,
los verdaderos testigos, los lectores, que vemos como las pobres
almas atrapadas dentro son arrastradas a una perdición imposible de
detener. Nuestra implicación, por fortuna, será solo emocional.
Garantizo sin embargo que será emocionalmente intensa.
Esta construcción de la
perspectiva en niveles de implicación y el hecho de que la misma
obra en conjunto esté organizada como un vórtice (al principio, la
espiral es ancha, pero a medida que desciende se estrecha, deja menos
espacio a la cordura, hasta que cerca del final reina el caos más
absoluto) es una genialidad más de Ito, que no busca solo construir
relatos de terror interconectados, usando algo tan abstracto como las
espirales, sino darle a toda la obra, incluyendo sus métodos
narrativos, un aire a espiral; tan lejos llega con su metáfora. Por
lo menos así me lo parece, puesto que reconozco que todo esto es
pura teoría personal mía.
El diseño y dibujo tanto
de los personajes como del escenario de fondo (Kurouzu) obedece a la
intención de transmitir una sensación de opresión, condenación
inexorable; todo se potencia al idear Kurouzu como una comunidad
pequeña y limitada, con el mar por un lado, y con las
montañas por el otro. Ito dibuja un cielo encapotado, amenazante, de nubes
retorcidas, que parece inspirado por el paisaje de fondo de El
grito, de Munch, y como en el famoso cuadro, refleja la angustia
personal de los protagonistas. Así, quedan encerrados dentro de este
microuniverso tan delimitado (de hecho, se hace referencia a veces al
“mundo exterior” más allá de Kurouzu, pero en ningún momento
la narración abandona el pueblo) y todo acaba pareciendo una
pesadilla sin final.
Todo el arte de Ito
parece inspirado por esta obra de Munch. Sus delgados y expresivos
personajes; el modo en que dibuja sus rostros cuando gritan presa del
terror, la fatiga de un depresivo, del insomne, que se refleja en sus
caras (sobre todo, una vez más, en el pobre Shuichi). Y sus cuerpos
deformados por las mutaciones inspiradas por las espirales, que son
especialmente terroríficos; Ito plaga las páginas de Uzumaki de
monstruosidades dibujadas de un modo increíblemente siniestro y
perturbador. Tanto ellas como los fondos están dibujadas de forma
puntillosa, muy detallista; muy cargado de sombras, con lo que se
contribuye a construir esta atmósfera de fatalidad.
Desde un punto de vista
estrictamente técnico, el dibujo de Ito tal vez no es perfecto
respecto a las proporciones anatómicas; pero es ideal como medio
para transmitir desasosiego. Incluso en escenas “normales”,
cuando el horror aún no ataca, la palabra “inquietante” encaja
perfectamente. El look de sus personajes
tiene un aire retro; quizás no nos identifiquemos plenamente con sus
miradas tristes o su aire frágil, pero no tiene la menor
importancia, porque la emoción la transmite como nadie. Mirad los
rostros de los protagonistas en Uzumaki. El horror hace mella en
ellos. Los desgasta. Es como una droga psicodélica que los va
corroyendo lentamente; y nadie refleja mejor esta corrosión que –otra vez– Shuichi.
Siempre que un cómic o
un libro funcionan o parecen tener potencial aún por explotar,
aparece algún cineasta dispuesto a llevarlos a la gran pantalla; y
en esta conversión de un medio a otro, rara vez la versión
cinematográfica sale beneficiada. Uzumaki tristemente no es una
excepción. En el año 2000 se adaptó en una película faltada
completamente de gancho, que no recomiendo en absoluto. Poco llega a
transmitir de lo que es el manga. Siendo justos, no creo que podamos
atribuirlo únicamente a una incompetencia del director, guionistas o
actores; Uzumaki es difícil de definir, incluso escribir un artículo
sobre ella resulta difícil. Hacer una pelicula, o una buena
película, y hacerla bien tiene que ser casi imposible, se pusiera
quien se pusiera a ello. Quizás un anime, o incluso una miniserie
habrían sido más adecuados.
Otras obras de Ito han
sido adaptadas al cine; “Tomie”, por ejemplo, al estilo de las
grandes sagas de terror norteamericanas, acumula ya nueve entregas
entre 1999 y 2011. No puedo criticarlas todas porque no he sido capaz
de ver más que un par, pero en general diría que son otra
adaptación fallida. “Gyo” es la más reciente de estas
adaptaciones, y como película, me parece más exitosa que las
basadas en otros mangas. Si alguno quiere saborear el universo Ito
sin empezar aún con el manga, creo que la adaptación de “Gyo”
sería seguramente la mejor opción.
Junji Ito editado en
España
En la edición española
de Uzumaki (2004) Planeta DeAgostini dividió en dos cada uno de los
tres tomos originales, resultando en seis volúmenes con un formato un
poco endeble en el marco de su colección “Biblioteca Pachinko”.
A parte del formato y la división de volúmenes, es una edición
correcta sin problemas de traducción ni márgenes mal colocados –que por desgracia son bastante frecuentes en los tomos manga–. Estos seis tomos no han
sido reeditados, pero siguen pudiéndose encontrar con relativa
facilidad en tiendas especializadas a 4,95 doblones cada número. Tomie en España la
editaría La Cúpula, en dos tomos recopilatorios. Y me temo... que eso es
todo. Ni Gyo, ni ninguna
recopilación de historias cortas que sin embargo sí han sido
publicadas en inglés o francés (por ejemplo, Museum of terror por Dark Horse; en sus primeros dos tomos recoge las historias de
Tomie, y en el tercero empieza ya con las historias cortas) han sido
nunca editadas en España.
Y es triste, porque
actualmente vivimos en una buena época para el manga de terror, con
muchos títulos disponibles en las librerías, supongo que como
consecuencia del boom del terror asiático a partir del éxito de
Ringu, “The Ring”). Pero lo que triunfa aquí es
aparentemente el “ero-guro”, un tipo de manga de terror que mezcla el
surrealismo con el gore y el contenido erótico. El máximo exponente
de esta corriente es sin duda
Suehiro Maruo, cuyos cómics pueden
llegar a ser tan extremadamente desagradables (mezclando sexo,
escatología y tortura) que a veces cuesta terminarlos. O
Shintaro
Kago, que aún dentro del “ero-guro”, prefiere la experimentación
visual y lo surrealista.
Editores de Tebeos (EDT, antes Glénat en España) parece decidida
a editar todo lo publicado por ambos autores, y en parte me parece
una gran noticia porque aunque personalmente no me gusten, cuanto más
se edite, mejor; el lado negativo es que copando el mercado con este
tipo de producto acaba identificándose “ero-guro” con “terror
japonés”, del mismo modo que por sus dos películas de terror más
conocidas (
Ringu y
Ju-on). La gente suele creer que todo
el cine asiático de terror se basa en chicas siniestras de largo
pelo negro.
En resumen, el “ero-guro” me parece a menudo un género simplista que ni siquiera necesita
argumento. Lo único que parece buscar es el impacto, y lo consigue
juntando los dos clásicos antagonistas que desde siempre han
inspirado la ficción: Eros y Tánatos, sexo y muerte. Me parece un
recurso barato usar esta dualidad de forma tan literal, y creo que a
veces se confunde el rechazo que puede provocar según qué tipo de
imágenes con la inquietud que nos causa el auténtico terror.
En cualquier caso, Junji
Ito es uno de los perjudicados por esta moda del “ero-guro” que es
casi absoluta. Por suerte, aún tenemos la labor de editoriales no
tan mainstream que están rescatando material del olvido; tenemos
Ponent Moon, que publicó entera la saga de “Aula a la deriva”
del maestro del horror Kazuo Umezu, y que tanto gustaba a Ito; o La Cúpula, que editó varios tomos de Hideshi Hino (ambos influencias
reconocidas de Ito); o la más reciente dedicación (que nunca podré
agradecer lo suficiente) de Astiberri por publicar material de Shigeru
Mizuki, en cuyas obras (siendo la más conocida Kitaro) se
mezclan el humor negro con lo macabro de un modo inocente y
delicioso. Se trata de autores clásicos; quizás cuando acaben con
su catálogo, sigan adelante y le acabe tocando el turno a Ito.
Mientras tanto, deberemos
conformarnos con Tomie y Uzumaki, que no es poco; pero
una vez uno ha disfrutado de Ito, nunca tiene suficiente. Espero, en
este artículo casi interminable, haber conseguido transmitir un poco
de mi pasión por Uzumaki, y si sirve para que alguno se anime a
leerlo, habrá merecido la pena.
Texto: Albert Font Roca (Nyarla),
18 de octubre de 2013.
Maquetación: Loren.
por Nyarla
octubre 17, 2013
5 comentarios
La verdad es que el género de terror no es lo mío. No soy de los que le gusta pasarlo mal, y menos pagar por ello. También es verdad que no me quiero cerrar las puertas a nada sin haberlo probado antes.
Hace ya algún tiempo que le puse el ojo encima a "Uzumaki", en una de estas visitas a las tiendas en las que te sientes algo más generoso de lo normal y decides pegar un vistazo por géneros que sabes que no son los tuyos. Creo que me gustaría probar al menos una buena obra de manga terror antes de cerrar la puerta definitivamente, y por cómo lo planteas Uzumaki parece una opción excelente. Lo único que lamento (salvo que haya leido mal la reseña) es que no hayan sacado una edición recopilatoria en un solo tomo. Ya tengo Monster en esa edición, y la verdad es que no me gusta mucho.
Gracias por la reseña, en esta casa siempre se puede encontrar algo diferente ^^
Excelente artículo! Me ha gustado cómo has redondeado toda la obra de Junji Ito, compartiendo todo lo que se puede encontrar de él en español. Yo soy una gran admiradora de Uzumaki, de Gyo y en menor grado de Tommie. Hace poco me he leído sus "relatos cortos" y me han gustado mucho. Ito tiene una originalidad tan característica, sumado a una gran destreza plástica, con lo que nos regala obras únicas y maravillosas, por lo retorcidas y escalofriantes. Enhorabuena, por artículos como el tuyo es que se llega a conocer autores tan interesantes como Junji Ito. Me tomaré la libertad de compartir tu artículo con algunos amigos que gustan de Junji Ito.
es gore pero no me gusta la descripcion aunque sea en blanco y negro lo encuntro muy grafico!!
Un artículo excelente. No podría estar mas de acuerdo con tu opinión. Es de agradecer que ECC se haya lanzado a editar manga con Ito y que nos vayan a traer Gyo y Black Paradox. Ojalá que las ventas acompañen y nos sigan deleitando con obras de este grandísimo autor.
Wow ! Increíble articulo !
Estoy leyendo Uzumaki y me descoloco desde un principio jeje tiene eso que te hace quedar un tanto perturbado pero a la vez no quieres salir de eso. Es una obra muy buena, con una forma de dibujo tétrica y atrapante (al menos para mi) en fin, No hay forma de describir esta excelente obra.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.