El anhelo de la juventud perdida, los años dorados de la niñez, el mundo oculto paralelo al nuestro... Neil Gaiman deja su característica impronta en El océano al final del camino al sugerirnos desde una óptica nostálgica –aunque notablemente asombrada, como si lo que le ocurrió al protagonista siendo niño no fuese totalmente real– en una historia donde la magia existe, aunque está oculta a los ojos de las personas corrientes. ¿Significa eso que el protagonista ya adulto no es una personal normal cuando acude al estanque que hay cerca de donde vivió una vez? Esa y otras tantas dudas nos deja el escritor británico en su última novela: los recuerdos de la niñez a menudo son confusos, y el tiempo no da un momento de respiro.
No cabe duda de que El oceáno al final del camino es, como muchas otras del escritor, una novela de sensaciones. ¿Cómo sería una novela que no nos dejara algún tipo de sentimiento? Por un lado, tenemos la trama que toda narración debe tener, aquella en la que de algún modo da pie a un viaje iniciático (como le ocurre al protagonista de esta historia), cierto tipo de descubrimiento (el saber que el trío de extrañas personas, una mujer de mediana edad, una niña y una anciana, que vive en la casa del final del camino tiene un origen sobrenatural) y el desenlace en el que el cambio que sufre el protagonista a lo largo de su recorrido se haga palpable, de lo contrario estaríamos ante un personaje plano y sin sustancia alguna.
Gaiman sabe que provocando el recuerdo, la nostalgia y el sentimiento de que esos días no volverán –aunque seguramente sería algo deseable–, tendrá éxito en cualquier trabajo que se proponga. El autor es un experto a la hora de salir adelante con ese tipo de recursos literarios: lo hizo con El libro del cementerio y lo ha hecho también con innumerables relatos, aunque esto es sólo un ejemplo. El océano al final del camino posiblemente no sea su mejor novela porque tiene elementos tomados de aquí y de allá, como un poco de Coraline, un tanto de Stardust y otro tanto de aquel relato que el lector seguramente habrá leído tiempo atrás. En conjunto, El océano al final del camino es el desenlace de una carrera literaria que comenzó hace décadas, y que deja un sabor mucho más que aceptable en el lector. Es una novela enfocada desde un punto de vista juvenil pero sin perder la identidad de novela para adultos, quienes realmente disfrutarán más de ella. La nostalgia como factor fundamental y el contraste entre el mundo de los niños y los adultos, la manera en que cada uno ve las cosas de distinta manera: los primeros quizá sin traba alguna en su visión, y los segundos de una manera más realista y seguramente más subjetiva sin elementos añadidos. Ese contraste entre niños y adultos, mundo mágico y mundo real, es lo que caracteriza las creaciones de Neil Gaiman desde novelas como Neverwhere, Coraline o Interworld. ¿Todo lo que relata el protagonista ocurrió alguna vez? ¿O por el contrario fue todo fruto de su infantil imaginación? La respuesta está en el estanque, el que está al final del camino.
2 comentarios
La verdad es que siempre me sorprendo de la capacidad de sístesis que haces Loren en las Reseñas, Vais tomando "oficio" , todos en general, y se nota por la calidad cada vez más akta con la que nos introduces, en este caso tu, en una nueva obra. Un placer seguir el camino que nos marcas con tanta delicadeza para comprenderla mejor. y encontrar tal como nos avanzas, esa nostalgia que, en mi caso, tanto me gusta.
Gracias siempre querido Loren .
que no comprendo bien porque no lo expresamos así siempre.
Yo cada vez que leo una reseña me entran ganas de leer el libro. ¡Gran trabajo primo!
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.