Como bien recordaréis por mi reseña de la primera entrega de "Las guerras del Loto", mis expectativas ante este segundo volumen eran realmente grandes. No ya porque la historia me cautivase desde un principio y porque me encantaría tener mi propio arashitora, sino porque la idea de entremezclar conceptos del Japón feudal y el steampunk me pareció muy interesante.
Por la forma en que escribe Jay Kristoff se puede identificar a la primera el público al que va dirigida su narración, pero no creo que sea un inconveniente, todo lo contrario. En mi opinión, que la forma de escribir de Kristoff sea tan amena me facilita considerablemente la lectura, por lo que invierto menos tiempo y esfuerzo en ella para así poder diversificar mucho más mi tiempo libre. Sin embargo, puedo decir la sensación que prima en mi interior al término de este segundo volumen de "Las guerras del Loto" es la decepción. Pese a que la extensión de Imperio no es ingente, la forma en la que se desarrolla la historia tira completamente por tierra la originalidad de su primera parte.
Yukiko se aparta totalmente de los kagés para partir a la búsqueda de respuestas que le hagan averiguar las razones por las que su don, el kenning, intenta acabar con ella y con todos los que la rodean. Tal es su imposibilidad de controlarlo, que incluso debe cerrar la comunicación con Buruu, provocando que por primera vez, termine alejándose del grifo del trueno arriesgando al límite la supervivencia de los dos.
También vamos a conocer cuales son las causas que llevan a Kin a rescatar a una Falsa Vida y cómo trata de encajar todavía entre los ninjas de los rebeldes kagés. En esta parte es cuando veo que el libro está dedicado a los más jóvenes, ya que los enfrentamientos entre Kin, Kaori e Isao, por poner un caso, son algo que parece sacado de manual. Me parece bastante inverosímil que rodeados de Onis, con medio Imperio buscándoles y con una extensísima red de espías desplegada en Kigen en peligro, los chavales se dediquen a atacar y casi torturar al único que puede darles pistas sobre el funcionamiento del Gremio del Loto y la aristocracia unida a las distintas casas nobles de Kigen. Incluso considero que Daichi, el mismo jefe de los kagés, padece un repentino "atontamiento" cuando decide fingir —digo esto porque entonces no soy capaz de encontrar una explicación plausible—, que no sabe los problemas que está teniendo Kin en el pueblo ni lo que va a terminar provocando en él este desprecio por parte del líder de los kagés.
En cuanto a la trama que se desarrolla en la capital y en el palacio del daimyo, también creo que hay algo que no encaja. Tenemos por un lado a cierto capitán de la guardia al que de repente el Gremio decide ponerle en el trono del difunto Yoritomonomiya. Pretenden casarlo con la última descendiente de sangre kazumitsu, pero evidentemente en contra de la voluntad de los dos. Uno quiere reinar y la otra únicamente quiere morirse de una vez. Malherida, es la única que le da al libro cierta "chicha" con las revelaciones que hace Kristoff casi al final de la novela. Estos dos personajes han sido totalmente desaprovechados solo para poder desarrollar más los de Michi y Hana. En el caso de la primera, una trama secundaria aburrida, muy manida, que ya se veía cómo iba a acabar. En cuanto a la segunda, se trata también de una forma de desaprovechar uno de los datos más interesantes que da Kristoff y que únicamente conseguiremos relacionar al final del libro, cuando pensemos en la trama de Yukiko en esa especie de navío "ruso" y el pasado de "la chica de la mierda".
En definitiva, Imperio es un libro predecible hasta decir basta, que no solo no consigue sorprender al lector, sino que puede llevarle —como me pasó a mi— a un estado de constante mosqueo porque le parezcan absurdas algunas de las decisiones de ciertos personajes. No me parece que este libro esté ni mucho menos a la altura del primero, cosa que espero mejore con el último. Llegados a este punto, tiene una trama que muy a mi pesar, solo podrá tener un final igualmente previsible para poder arreglar este estropicio. No me gusta que los escritores olviden a ciertos personajes, igual que tampoco me gusta que de repente cambien su forma de actuar o lo que podría ser su personalidad, sin que haya una buena explicación previa.
Pese a que sea novela juvenil, considero que las motivaciones basadas en el "has sido malo conmigo y ahora vas a flipar" o el del arrepentimiento tardío en plan "sé que no debería haberlo hecho y por lo tanto ahora voy a intentar solucionar todo lo que he causado con mi actitud aunque esto me cueste todo por lo que siempre he luchado", sólo le rebajan la calidad a la novela. Se puede hacer lo mismo sin llegar a ser algo tan evidente como para salir en uno de los episodios de Dora la exploradora. No considero que se tenga que hacer "lectura para dummies" cuando el libro va dirigido a jóvenes, por lo que vuelvo a decir que espero que esto haya sido simplemente un bajón de Jay Kristoff y que me de alguna que otra alegría en el último libro.
Editorial Hidra. Rústica con solapas, 496 páginas, 16,50 €.
0 comentarios
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.