Madrid, 2109. Bienvenidos al futuro, humanos y replicantes. Bienvenidos a una era de tecnología e injusticia social, donde las grandes corporaciones dirigen la vida de las masas, donde las guerras existen pero se ocultan tras las grandes marquesinas de las megalópolis, donde los humanos valen lo que indique su seguro médico, donde apenas queda fauna salvaje y las únicas zonas verdes son espejismos dentro de las propias ciudades. En el mundo que plantea Rosa Montero el aire se compra y se vende, los protocolos medioambientales existen pero se ignoran y todo tiene fecha de caducidad.
Ups, ¿he dicho futuro? Juraría que estoy hablando desde la esquina de nuestro ayer, pero no divaguemos y centrémonos en la novela porque todo esto y mucho más es El peso del corazón, de Rosa Montero, la segunda aventura de Bruna Husky. Para aquellos que hayáis leído Lágrimas en la lluvia apenas requerirá presentación. Para los demás, digamos que la detective Husky es una replicante con fecha de caducidad, dotada de una especial sensibilidad y creatividad que la aleja de las demás replicas humanas, se acerca al espíritu del hombre más de lo que a ella le gustaría, y está atrapada en la aterradora cuenta atrás de una vida con obsolescencia programada.
Bruna Husky según Alejandro Valdrighi para el cómic Lágrimas en la lluvia
Aunque El peso del corazón es el segundo caso de esta peculiar detective tecnohumana, os aseguro que puede leerse de forma independiente y que no os perderéis en ningún momento. Aun así, yo os recomiendo que las leáis en el orden cronológico correcto, más que nada porque disfrutaréis de dos grandes novelas en lugar de una y el resultado final será todavía más espectacular. O podéis hacer como esta servidora, descubrir a Bruna Husky en su segunda aventura e ir corriendo a leer la primera. Palabra de Blade Runner que he quedado deslumbrada con la historia.
Centrándonos un poco más en El peso del corazón, ya que nuestra rep favorita tiene entre manos un simple caso que, en teoría, va a reportarles pingües beneficios con el mínimo esfuerzo. Sin embargo, lo que parecía un robo sin la mayor trascendencia le va a llevar por senderos oscuros donde la corrupción internacional, las guerras que no existen y el fanatismo religioso van a ir de la mano y van a poner a prueba, no solo su vida, sino su integridad moral. ¡Ahí es nada!
Tengo que decir que el personaje principal, Bruna Husky, la tecnohumana de combate que tras dos años de servicio se licencia para ser detective, es una de las protagonistas más asombrosas, fuertes y sensibles que he tenido el gusto de leer en una novela de ciencia ficción. Por fuera es dura como el diamante, pero por dentro es dulce como el algodón de azúcar. Es también generosa y combativa. Cascarrabias, cínica y a vuelta y media de la vida los días pares, aferrada a la vida y a su belleza, los impares. Sinceramente, es un personaje fascinante y complejo que se encuentra en una dicotomía de autosuficiencia y necesidad de cariño que enamora. ¿Y qué sería de una protagonista sin el arropo de un buen plantel de secundarios? La verdad es que no podría elegir entre el tenaz inspector humano, Paul Lizard, o entre el despistado ratón de biblioteca que es Yannis, pero tengo que confesar que me decanto por el carisma y la rebeldía de la pequeña Gabi, una frágil paria rusa rescatada en una alambrada de una zona de conflicto que tiene la lengua más afilada que la misma Bruna: su historia y su forma de ser son de las que tocan el alma y dejan huella.
Con su habilidad y maestría para jugar con las palabras, la verdad es que Rosa Montero ha creado una novela emotiva con una gran carga social que no consigo clasificar dentro de ningún género en concreto. ¿Clásica novela negra de detectives taciturnos? Hecho. ¿Crítica social y política? Marchando. ¿Ecología? Por supuesto. ¿Ciencia ficción? Por descontado. ¿Fantasía? Unos toques imprescindibles. ¿Romántica? Oh, sí. ¿Qué puede pedir un lector empedernido a la vida que un libro que lo tenga todo?
El peso del corazón no solo respira de ese aire denso, gris y pesimista con el que Ridley Scott dotó a Blade Runner —sin duda principal inspiración de la novela— sino que deslumbra con personajes muy humanos, carismáticos y atractivos que creen en un futuro mejor, no importa los obstáculos que encuentren en el camino, lo que pierdan en el viaje o el dolor de su efímera existencia. Así que no se me ocurre mejor forma de terminar esta reseña que con las sentidas palabras de Roy Batty en este gran clásico cinematográfico:
“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”
Seix Barral, febrero 2015
Rústica con solapas, 400 págs. 20 €
Electrónico, 12,99 €
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.