Dice la leyenda que hay un hombre que es Drácula, Frankenstein, Jekyll & Hide y la momia. Pero también Rochefort, enemigo mortal de los tres mosqueteros. Sherlock y Mycroft Holmes, Sir Hugo Baskerville, Fu Manchú y Rasputín, el enigmático Lord Summerisle y el elegante Scaramanga y Excorio, en la versión de la BBC del clásico de Mervyn Peake Gormenghast. La suya es la voz del Rey Haggard en la adaptación animada de El último unicornio y de la Muerte en la miniserie de El color de la magia de Terry Pratchett. En El ataque de los clones y La venganza de los Sith es el Conde Dooku, y Saruman en las trilogías de El señor de los anillos y El Hobbit. Ese hombre existe y es Sir Christopher Lee. Y Sir Christopher Lee, hoy, 27 de mayo de 2015, cumple noventa y tres años.
Soldado, cazador de nazis y espía
Lee nació en Belgravia, Londres, un 27 de mayo de 1922, y es descendiente del Emperador Carlomagno por línea materna. Aún faltaban siete años para que se formara la academia de los Oscars, que a día de hoy no le ha reconocido aún con una sola de sus estatuillas. Su primer papel es el de Rumpelstiltskin en una adaptación teatral en un internado suizo. Años después, al solicitar el ingreso en Eton, entre sus entrevistadores está ni más ni menos que M. R. James, uno de los maestros indiscutibles del relato de terror. Y cuando su madre se casa en segundas nupcias con el tío de Ian Fleming, creador de James Bond, Lee conoce aún a otro gran nombre de la literatura.
Demos un salto hasta 1939: la Segunda Guerra Mundial amenaza en el horizonte pero aún no ha estallado en toda su brutalidad. La guerra —a menor escala— ya asola sin embargo Europa, y Lee, incapaz de trabajar en un despacho, se presta voluntario para la expedición británica que participaría de la Guerra de Invierno finlandesa. Tiempo después, de vuelta a Gran Bretaña, se entrena con la RAF para ejercer de piloto, pero un daño en el nervio óptico le impide llegar a volar; se alista entonces en la división de inteligencia. Promovido rápidamente a oficial de la misma y vinculado a la sección de operaciones especiales, participa de misiones hoy en día aún clasificadas. Entre misión y misión le queda tiempo para escalar el Vesubio, que estallará dos días después de su visita.
Después de la rendición del Eje, se le destina al "Central Registry of War Criminals and Security Suspects" —dicho de otro modo, a cazar Nazis—. En sus propias palabras, tenían que dedicarse a estudiar los informes que les pasaban acerca de los crímenes de guerra cometidos, para rastrear, atrapar, interrogar y finalmente entregar a las autoridades competentes estos individuos. Visitaría, durante estos tiempos, algunos de los campos de concentración; parte de ellos habían sido "limpiados", otros no. Esto lo marcaría profundamente. Finalmente, en 1946 se retira de la RAF, curtido por la visión de los horrores de la guerra.
La Hammer: la consagración y la pesadilla
Inspirado por una antepasada metida en el mundo del espectáculo, al terminar la guerra Lee empieza a buscar trabajo como actor. Aún con su carrera en el ejército, nunca se le había olvidado su pasión por las artes escénicas, sobre todo el teatro y la ópera. En 1957 es cuando finalmente empieza a colaborar con la más que mítica Hammer, en la película The Curse of Frankenstein como Monstruo de Frankenstein y Peter Cushing como Víctor Von Frankenstein. Su versión de la criatura, muy maquillada y cubierta por ropas oscuras es todo lenguaje corporal; transmite muchísimo sin pronunciar palabra. En el 58 actúa en Corridor of Blood al lado de Boris Karloff, pero es en este mismo año cuando la piedra fundacional de la leyenda viviente que es Sir Christopher Lee finalmente se establece. Interpreta al Conde Drácula en el film homónimo, dirigido por Terence Fisher, compartiendo cabeza de cartel otra vez con Peter Cushing en el papel de Van Helsing. Lee pone aquí la última pieza que faltaba para terminar de configurar las tres caras de Drácula tal y como lo conocemos: el Nosferatu de Murnau lo presentaba como una criatura cadavérica, siniestra y de cara inhumana. El de Browning, con Bela Lugosi, lo mostraba como un aristócrata, todo elegancia y magnetismo: la cara de señor de la noche. Y Fisher, con Lee, le da el último toque: sangriento y seductor, una bestia en forma humana, el Drácula depredador.
El Drácula que en 1958 consagró a Christopher Lee fue también para él una maldición. La Hammer no iba a dejar escapar al actor que les había dado tal éxito: en 1965 casi le forzaron a aceptar el mismo papel para Dracula: Prince of Darkness y en los años sucesivos, Dracula Has Risen from the Grave, Taste the Blood of Dracula, Scars of Dracula, Dracula A.D. y The Satanic Rites of Dracula. En la segunda no pronuncia una sola palabra en toda la película porque el guión le pareció tan estúpido que se negó a usarlo. Y la única razón de que las grabara —explicaría años más tarde— fue la extrema presión y chantaje emocional de la Hammer, que le recordaba cuanta gente perdería su trabajo —guionistas, técnicos, actores, productores, etcétera— si él rechazaba seguir explotando a un personaje que ya no tenía nada que ver con el de Stoker.
De la Hammer a El Hobbit
Entre 1965 y 1969 acepta el rol principal como Fu Manchú en la serie de películas homónimas; en 1971, al Doctor Jekyll y a Mister Hyde en I, Monster y finalmente, llegaría en 1973 otro de los papeles que definirían su carrera: Lord Summerisle en The Wicker Man (no lo confundáis con el remake, y lo digo en serio, vuestra salud está en juego). En esta película Lee interpreta al líder de una comunidad cerrada y retirada en una isla, dedicada a la vida sencilla, regida por la religión y en comunión con la naturaleza que recibe la visita de un policía decidido a investigar la muerte de una joven. A medida que la trama progresa, vamos viendo en qué clase de culto se ha metido el pobre agente, y a qué están vinculados los rituales religiosos que orquesta Lord Summerisle. La escena final es antológica: Lee hizo una interpretación excelente, llegando a considerarla, posteriormente, su mejor trabajo. Quedó tan contento con la película —rodada con un presupuesto ridículo— que renunció a su salario. Hoy en día The Wicker Man es una película de culto y se considera una de las cumbres del cine británico.
La de los 70 fue una década inspirada para Lee, porque en 1974 aceptó el rol de Francisco Scaramanga en la película de James Bond The Man with the Golden Gun, una de las mejores de la extensa serie del agente 007. Lee, que habia leído la novela original en que se basaba el film, decidió interpretar a Scaramanga como, en sus propias palabras, una version oscura de Bond; elegante, sofisticado y a la vez frío asesino alejado de la versión más tosca del libro. De hecho, en una entrevista posterior reveló que le gustaba dar un toque personal a sus personajes: aún siendo villanos, siempre que era posible les daba un toque humano, de humor o refinamiento.
Si los 70 fueron una década inspirada para Lee, los 80 fueron menos productivos, con alguna salvedad; en los 90 —recordemos que aquí Lee ya se acercaba a los setenta años—, con excepción de Jinnah (1998), donde interpretó al fundador del Pakistán moderno, tampoco obtuvo ningún rol realmente destacado, solo algunos cameos como el de científico en Gremlins II. A partir del año 2000 la cosa cambiaría radicalmente para volver a situarlo en el primer plano: primero con el papel de Conde Dooku en Star Wars: El ataque de los clones y Star Wars: La venganza de los Sith, quizás el único elemento de elegancia y clase en toda la nueva saga de Star Wars. En Star Wars: Una nueva esperanza su buen amigo Peter Cushing había interpretado al Grand Moff Tarkin, y quizás eso influenció en Lee para aceptar el papel. Cosa extraordinaria, ya con más de ochenta años, libró personalmente los duelos de sable láser que se pueden ver en ambas películas, usando un doble únicamente por los planos dedicados al juego de piernas. En sus tiempos de estudiante, fue un buen espadachín, habilidad que usaría en otras de sus antiguas películas. Enfrentarse a Ewan McGregor o a Hayden Christiansen, incluso a Yoda, debió ser un reto minúsculo teniendo en cuenta que en su juventud se batió en duelo con Errol Flynn, un combate del cual aún conserva una cicatriz en la mano como recuerdo.
En las tres películas de El Señor de los Anillos y dos de las de El Hobbit interpretó a Saruman. Si hay algo indiscutible acerca de esta saga cinematográfica es que la caracterización —casting, fotografía, escenarios— son perfectos en todos los casos: podemos discutir la dirección, podemos criticar algunas —demasiadas— licencias con la adaptación, sobre todo en El Hobbit y muchos ticks Hollywoodienses que molestan, pero no hay discusión posible acerca de que Sir Ian McKellen es Gandalf, Cate Blanchett es Galadriel y Sir Christopher Lee es Saruman.
Si en un futuro se hiciera alguna otra adaptación y ellos ya no estuvieran, tristemente, disponibles, no puedo imaginar un sustituto que estuviera a su altura. Christopher Lee en particular, con su voz imponente, su estatura, sus ojos penetrantes, es la viva encarnación de Saruman: sus escenas en la trilogía ponen los pelos de punta, desde su invocación al Caradhras desde la cima de Orthanc a la exhortación a las tropas desde el balcón de la misma, o su duelo con Gandalf. Y cuando lo volvió a interpretar para El Hobbit, sintiéndose ya demasiado frágil como para viajar a Nueva Zelanda y grabando desde un estudio británico, ¡lo hizo con más de noventa años! Como gran amante que es de la obra de Tolkien, a quien conoció personalmente y de quien obtuvo permiso para interpretar a uno de sus magos, era su deseo interpretar a Gandalf cuando se enteró del proyecto, pero se consideró que era demasiado anciano para las escenas de acción que tendría que afrontar Mithrandir.
Es famosa la anécdota de su disgusto (disgusto que todos los fans de los libros compartimos) con Peter Jackson cuando éste eliminó, en El retorno del rey, la escena en la que Gandalf rompe la vara de su antiguo superior. De una entrevista en la universidad de Dublin: “Vi la película y no podría creer lo que estaba viendo: ¡yo no estaba!”.
Y es que la presencia de Saruman en la tercera película era necesaria: debía cerrarse su arco argumental que estaba abierto desde la segunda, y que con los recortes de Jackson quedaba inconcluso. Cuando retomó el personaje en El Hobbit y recibió la invitación del director para asistir a la premiere, cuenta Jackson que su primera pregunta fue, con su profunda voz de Saruman y un tono sardónico: “I'm still in the movie?”.
Tanta devoción por un personaje es más que comprensible cuando tenemos en cuenta que Lee es un amante de El Señor de los Anillos, hasta el punto de releerlo anualmente, y un auténtico especialista en la obra de Tolkien, a quien como comentamos, conoció personalmente. Tal era su interés en interpretar el papel que aceptó el papel del ridículo mago Olwyn en la aún más ridícula serie The New Adventures of Robin Hood (1997-1999) solo porque había oído rumores acerca de una superproducción de ESDLA y quería que los directores de casting lo vieran interpretar un mago.
La voz de Saruman: Ópera, musical y heavy metal
La leyenda continúa. Lee, entrenado como cantante de opera, decide en algún momento de finales del siglo pasado que su biografía aún no es lo bastante alucinante, por lo que opta por dedicarse al metal. Para entonces ya había editado algún disco versionando piezas operísticas clásicas, demostrando que su profunda voz de barítono valía tanto para estremecer al público en un patio de butacas como para enternecerlo con una sentida aria. Primero colabora con Manowar y Rhapsody of fire (podéis encontrar en YouTube el clip con su versión orquestral de Magic of Wizard's Dream, pero cuidado, los graves de Christopher Lee no los aguanta un altavoz cualquiera) y más tarde aprovechando su parentesco le hace un homenaje a Carlomagno con los discos de Symphonic/Power metal Charlemagne: By the Sword and the Cross (2010) y Charlemagne: The Omens of Death (2013), además de lanzar un disco anual de villancicos interpretados al estilo metal. Así se convierte en el cantante de heavy metal más anciano de la historia, y en 2010 se le galardona con el premio "Spirit of Metal" de la revista Metal Hammer, que recibe de manos de Toni Iommi (guitarrista de Black Sabbath) en la ceremonia Golden Gods, con el público ovacionando en pie y coreando "Lee" y "Saruman". En 2010, al sacar este disco, Lee contaba con 88 años. Y me gusta insistir en ello por como de increíblemente cool y badass es todo.
Aparte de su faceta de metalero si nos remontamos un poco más atrás encontramos otras dos anécdotas vinculadas al mundillo friki y la música: en 1983, su rol como el villanesco Mr. Midnight en la comedia musical The Return of Captain Invincible, donde no duda en ponerse a cantar y a bailar una coreografía ideada por Richard O'Brien (Name Your Poison). Se requiere un sano sentido del humor y capacidad para no tomarse demasiado en serio para aceptar un papel así, pasarlo bien, e interpretarlo con su brillantez habitual. Y sin alejarnos demasiado de Richard O'Brien y de su creación más reconocida, The Rocky Horror Music Show, ¡Christopher Lee interpretó la parte del narrador en la versión de estudio! Sus partes leyendo los pasos del Time Warp también se pueden encontrar en YouTube.
Y para ponerle una guindilla a todo este apartado dedicado a su voz, escuchadlo recitar la canción de Bárbol, el poema del Jabberwocky o el del cuervo de Poe: les da una nueva dimensión, un tono trágico con su dicción perfecta y voz profunda que pone los pelos de punta.
Reconocimientos
Nos acercamos al final de este articulo y es habitual en este punto hacer referencia a los galardones que haya recibido el personaje de quien nos ocupamos. En el caso de Sir Christopher Lee me enfurece —y uso esta palabra con total literalidad— que esta vaya a ser una sección corta.
Sesenta y siete años en activo, sesenta y siete años de carrera y su nombre en el reparto de más de 280 películas parecen no ser suficientes como para que la considerada mayor institución del mundo del cine, la Academia de los Oscars, le conceda siquiera un Oscar honorífico. Estoy convencido que a un hombre como Lee, que ha hecho y ha visto de todo y goza de un estatus de culto intocable, poco le importa que dicho grupo de académicos le crea merecedor de honores o no: pero como fan suyo, a mi sí me parece una injusticia que clama al cielo.
En Gran Bretaña parece que sí saben valorarle como es debido; en 2001 se le condecoró caballero del imperio británico por sus servicios al arte dramático; y en 2009 se le condecoró otra vez caballero por su dedicación al arte y a la caridad. En 2011 los BAFTA le hacen entrega de su premio “Academy Fellowship” en reconocimiento a una vida; la entrega, de manos de Tim Burton – con quien Lee ha colaborado en múltiples ocasiones – resulta sumamente emotiva. Visiblemente conmovido, Lee recoge el trofeo y agradece a todos los presentes el honor que supone: su voz tronante parece temblar un poco por primera vez. Recomiendo buscar el vídeo en youtube.
Conclusión
Existe un hombre que es Drácula, la momia, Frankenstein, Rochefort, Sherlock y Mycroft, Hugo Baskerville, Fu Manchú, Scaramanga, Summerisle, Rasputín, Jekyll & Hyde, Excorio, Haggard y la Muerte, Dooku y Saruman. Este hombre existe, y junto a todos estos nombres está el suyo, de igual a igual: al lado de estas leyendas, la suya propia, más grande aún. Este hombre legendario es Sir Christopher Lee. Villano y héroe, actor con casi 300 películas en su haber. Rapsoda y metalero. Descendiente de Carlomagno y cazador de nazis. Oficial de inteligencia y caballero del Imperio británico: la vida y la carrera de Sir Christopher Lee son el paradigma de lo épico.
Para nosotros, quienes amamos la fantasía, la ciencia ficción, el terror, es uno más de los nuestros, pero uno tan especial que le ha dado cara a aquellos personajes junto a los que hemos crecido. A una edad en la que la mayoría llevaría años en una tranquila jubilación, él sigue al pie del cañón, apoyándose en un bastón pero aún de pie. Avejentado por el paso de los años, pero con la mirada aún tan penetrante. Con más de noventa años y la voz de un titán: Sir Christopher Lee no se rinde, está hecho de puro metal. Larga vida a su leyenda.
Filmografía selecta de Sir Christopher Lee
Drácula (Terence Fisher, 1958), donde Lee alcanza la fama, una versión excelente de la obra de Stoker. Es aquí donde verdaderamente empieza su carrera.
The Devil Rides Out (Terence Fisher, 1968). La adaptación para el cine de nada menos que Richard Matheson de una obra del maestro del horror y lo oculto Dennis Wheatley. Lee interpreta uno de los pocos héroes a los que ha dado vida en su carrera, el Duque de Richleau.
The Wicker Man (Robin Hardy, 1973). Lee la considera su mejor película; goza de un status de culto en Gran Bretaña. Inquietante, soberbia construcción de la atmósfera, grandes actuaciones: un clásico imprescindible para cualquier amante del género.
The Man With the Golden Gun (Guy Hamilton, 1974). Novena entrega de las aventuras de James Bond, considerada una de las mejores de la serie. Lee interpreta al encantador Francisco Scaramanga, quien para muchos era su papel más recordado antes de interpretar a Dooku y a Saruman.
House of the Long Shadows (Pete Walker, 1983). De la mano de Cannon Films (curiosa empresa que sembró el mercado de obras de serie B de las que, por cutres, acaban siendo de culto) llegó esta película paródica de los clásicos del terror. Lo único reseñable y la razón de que esté en esta lista es que reúne a Sir Christopher Lee, John Carradine, Peter Cushing y Vincent Price. Sería la última vez que Lee actuará con Cushing.
Jinnah (Jamil Dehlavi, 1998). Biopic del fundador del Paquistán moderno, Muhammad Ali Jinnah, personaje a quien da vida Christopher Lee en un rol que escapa de los que solía interpretar. Quizás por esto él mismo lo señala como su mejor actuación.
El Señor de los Anillos (trilogía, Peter Jackson, 2001-2003). La trama no gira obviamente en torno a su personaje, Saruman, como sí sucede con los anteriores títulos de esta filmografía, pero es un papel para el que nació y en el que sobresale tanto que no podemos más que incluirla.
7 comentarios
Me gustaría aportar un anécdota que leí hace la tira de años en una entrevista al Sr. Lee; honestamente, nunca la he contrastado en internet y no la he vuelto a escuchar, pero es tan creíble (por normal) y simpática que ahí va:
Contaba que cuando interpretó sus primeros papeles de Drácula, muchas veces en los hoteles donde se hospedaba la gente NO entraba a los ascensores con él solos. Incluso si el tomaba el susodicho ascensor y alguien lo pedía en otro piso, al ver que enfrente se encontraba el mismísmo Rey de los No-Muertos, se esperaban o entraban muy mosqueados. ¿No es algo épico? Tiene/debe ser cierto.
Un homenaje magnífico. Mis felicitaciones ;)
Me ha impresionado mucho, no conocía absolutamente nada de su vida. En mi caso tengo que reconocer que muchos de sus trabajos no los he visto (todavía). De todas formas para mí siempre será Saruman y Drácula.
Lo de los Oscars, en fin, no me sorprende. ¿Con cuántos actores ha pasado lo mismo? Eso sí, me he pasado por youtube a ver la entrega del premio Academy Fellowship. Y tienes mucha razón, sin duda emotivo.
Un abrazo.
P.D: Como tontería mía aparte, no sé si has visto alguna vez las camisetas de Ian McKellen y de Harrison Ford ("I'm Gandalf and Magneto. Get over it" y "I'm Han Solo, Indiana Jones, and Blade Runner. I'm fuckin' over it!") No sé tú, pero a mí me gustaría ver cómo intentan hacer la de este hombre ;)
Es un GRANDE, con todas las letras y en mayúsculas. Carisma, presencia imponente, voz inconfundible, elegancia... a sus pies, Sir Christopher Lee.
P.d.- Los Oscars, con perdón, se los metan por el culo.
Acabo de leer que ha fallecido Christopher Lee. Se nos va uno de los grandes. ¡Qué tristeza más grande! Me llevo la entrada para compartir como gran homenaje. Descanse en paz :'(
Sí, es una noticia triste. :(
De hecho, Nyarla ha actualizado el artículo con una despedida, que podéis leer al principio del todo.
La verdad Nyarla es que deberías plantearte la posibilidad de que seas brujo. Perdóname esta broma en estos momentos tan malos para un fan de "Saruman" como lo eres tu. A mi también me parecía eterno, inmortal. Parece que últimamente todos los grandes se ponen de acuerdo. Tras Terry Pratchett le dije al capitán: "¿Y ahora qué, Christopher Lee?". En fin, espero que allá donde vaya sea eternamente feliz. Gran artículo, de verdad te lo digo.
Muchas gracias :(
Lo cierto es que ahora mismo preferiría ser Nigromante, más que un simple brujo, si te digo la verdad.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.