Hoy os traigo la reseña de una nueva trilogía de corte distópico con las que decorar las estanterías con la agridulce sensación de haber tenido entre las manos una novela que lo tenía todo para haberse transformado inmediatamente en una de mis series favoritas. Por el contrario, ha resultado ser confusa, incoherente y aburrida hasta decir basta. No solo eso porque a estas alturas, y después de haber releído varias veces algunos pasajes (oscuros como ellos solos), sigo sin saber muchísimas cosas. Toda la historia me ha dejado con tal cantidad de interrogantes que a día de hoy no sé qué hacer con la novela. ¿Continuarla? ¿Olvidarla? ¿Usarla como tope de la puerta?
Vayamos por partes. ¿De qué va Seeker? Quin Kinkaid es una joven de quince años que lleva preparándose desde la más tierna infancia para seguir la tradición familiar y convertirse en una Seeker. Para alcanzar tal destino es entrenada en Escocia junto con dos chicos más: John Hart, un adolescente inglés que pertenece a una rama enemiga de la familia y por el que Quin está colada hasta el tuétano, y un primo lejano, Shinobu MacBain, que es una extraña mezcla étnica y cultural, medio asiático y medio escocés. Todo es perfecto en el pequeño mundo de Quin, que se limita a entrenar y soñar con proteger a la Humanidad, hasta que realmente la aceptan como Seeker. Cuando hace el juramento, Quin descubre la verdadera naturaleza de los "trabajos" que realizan en sus misiones y su mundo se hace pedacitos. Además, para rizar el rizo, hay una serie de jueces, en teoría imparciales, que velan por que se cumplan las normas de los Seekers y las distintas familias que los componen, amén de proteger, supuestamente, al común de los mortales. Estos personajes, longevos y misteriosos, son los Dread.
La verdad es que visto así, el argumento respiraba acción, épica, armas místicas, secretos ocultos en sagas familiares que se iban a ir descubriendo poco a poco; una historia que prometía tenerme pegada a sus páginas sin respirar. Desgraciadamente no ha sido así. Como decía al principio de la reseña, la novela tenía todos los ingredientes que podrían haber hecho de su lectura una experiencia única: armas molonas dignas de un Final Fantasy, unos guardianes o Seekers misteriosos y dedicados a la salvaguarda del planeta, paisajes escoceses que beben de la Edad Media, un fantástico Londres puramente steampunk, un Hong Kong sacado de los bajos fondos de Blade Runner, una protagonista femenina con redaños, secretos familiares de órdago, personajes malvados con gancho y acción trepidante.
El segundo problema es la ambientación, que es NULA (así, en mayúsculas). La autora no se toma la molestia de dar unas pinceladas a lo que se denomina ahora World Building. Da nombres, pone a los personajes en escena y da por supuesto que sabemos la época, el lugar, la tecnología, la sociedad y la era donde discurre toda la acción. Por daros un ejemplo, durante toda la primera parte del libro, situado en Escocia, pensaba que estábamos en una especie de Edad Media y me di de bruces contra el suelo cuando aparece de la nada un Londres con dirigibles que flotan sobre el Big Ben y un Hong Kong sórdido y tecnológico. Me ha dado la sensación que se lo deja todo a la imaginación del lector (dejadez, lo llamo yo) y del futuro guionista, lo que nos lleva al tercer problema: la estética cinematográfica.
Seeker no ha sido escrita para ser leída sino para ser llevada a la gran pantalla. Los derechos del manuscrito los tiene Sony antes siquiera que este llegara a imprenta. ¿No os huele a libro escrito por encargo? Además, esta estructura cinematográfica te salta a la cara en cada capítulo. La información, en el mejor de los casos, aparece con cuentagotas, dando por supuesto, de nuevo, que el lector sabe lo que se le está contando, porque lo está viendo y que, justamente por ello, huelgan las explicaciones hasta en los diálogos. En realidad, lo que se le da es una total carta blanca a los futuros guionistas de la adaptación cinematográfica. ¿Consecuencias de esto? No solo no nos enteraremos de nada en toda la primera parte (ni en la segunda, ni en la tercera...) es que, además, se inserta con calzador una especie de flashback sobre los personajes, justo al terminar la primera parte de la novela, a modo de interludio, para tratar de iluminar el oscuro argumento. No solo lo considero una chapuza mayúscula, es que es una falta de respeto al lector.
Y ahora llega la parte de las preguntas espinosas. Normalmente todas las novelas dejan interrogantes, cabos abiertos, caminos a desarrollar en las entregas venideras… Pero lo que pasa en esta novela son ya palabras mayores. Tengo que confesar, con cierto enfado, que a estas alturas de la lectura no sé qué demonios es un Seeker o un Dread. ¿Una organización secreta? ¿Una secta dividida en clanes familiares? ¿A qué se dedican, salvo ese genérico "salvar al mundo"? ¿Para qué quieren sus armas molonas? ¿De dónde vienen? ¿En qué se basa su tecnología? ¿Cómo se utilizan? Esta última es sangrante porque dependiendo del tramo de la novela donde lo leáis, dichas armas funcionan con la mente, o con ranuras codificadas en la empuñadura o con las dos a la vez, y abren puertas a este mundo, al siguiente o a una dimensión paralela, el Allá, que ni la TARDIS. O lo que es aún mejor, dichas armas funcionan para unos y no para otros, así como quién no quiere la cosa porque los protagonistas lo valen. Podría seguir y no parar.
Buscándole algo positivo a este despropósito de novela que es Seeker, que tenía un potencial alucinante, voy a centrarme en la preciosa edición de Montena y en su correcta maquetación y traducción. La novela tiene una portada de esas que te llenan los ojos y hace que emitas corazoncitos por doquier, con las altas tierras escocesas, una preciosa daga y el símbolo de la Casa de los Kinkaid, el carnero. La verdad es que una portada tan maravillosa y un acabado tan estupendo hacen aún más sangrante todas las debilidades de la novela. Y mira que estaba totalmente predispuesta a que me encantara la historia. Quizá por eso, el batacazo literario haya sido tan doloroso.
Seeker es, en definitiva, el fallido inicio de una trilogía que resulta de una mezcla de géneros dispares como la distopía, el steampunk y la fantasía clásica. Ni por asomo guarda parecido alguno con Divergente o Los juegos del hambre, salvo que se ubican en un futuro (¿nada halagüeño?) y son protagonizadas por una adolescente que, en teoría, sabe pelear por lo que quiere y defender a los que más ama. Tiene errores muy graves en ambientación, diseño de personajes y estructura narrativa, por lo que el lector se perderá muchísimas veces, teniendo que volver atrás y releer ciertos pasajes incoherentes.
Seeker plantea muchos interrogantes en su narración y apenas da alguna que otra respuesta, por lo que, todos aquellos que deseen resolverlos, pueden leer The Young Dread, un spin off de uno de los personajes más enigmáticos, o esperar la segunda parte, Traveler, que verá la luz en inglés en enero de 2016. En lo personal, me ha resultado una lectura del todo insatisfactoria, aburrida e incoherente. Sin embargo, para gustos mil colores.
SEEKER: CON LA VERDAD LLEGARÁ EL FIN
Arwen Elys Dayton
Trad. Sergio Lledo Rando
Montena
416 páginas | 16,95 €
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.