El canal norteamericano Starz se ha marcado un tanto con el arranque de la adaptación televisiva de la novela homónima del escritor británico Neil Gaiman.
He de reconocer que cuando escuché por primera vez los rumores sobre la creación de la serie me eché las manos a la cabeza pensando en lo difícil que debía de ser su adaptación. En American Gods se observan innumerables referencias a religiones que —probablemente— nos serán completamente desconocidas —o quizá las conocemos solo de oídas—, e incluso el mismo argumento de la novela ofrece dificultades que yo personalmente veía prácticamente insalvables de cara a ser traspasado a un formato tan visual como es el cine o la televisión. Únicamente me consolaba saber que iba a ser una serie, ya que para mí es imposible encajar las piezas con la suficiente elocuencia como para traspasar algo a la vez tan denso y tal ligero como es la narración de American Gods a una sola película —y creo que ya se está empezando a abusar sobremanera de las trilogías, por lo que es mejor dejarlo estar—.
Quizá por esta razón estoy satisfecha con este primer episodio, más que satisfecha, diría yo. No solo aparece el desembarco de los vikingos en las tierras del continente americano —en referencia a los interludios de la novela, sobre los que algunos conjeturaban que podrían no aparecer en la adaptación—, sino que encima se explica de forma sencilla y evidente la capacidad migratoria de las religiones. Por otra parte, una de las primeras apariciones estelares (en relación a los dioses de los que se nutre la novela de Gaiman) es la de la diosa africana Bilquis, mostrando a los espectadores —mediante una locura de escena de sexo— que van a ver una serie de corte fantástico y donde los personajes no son superhéroes, mutantes ni “personas con habilidades especiales”: son “algo más” —no lo diré para no soltar spoilers a aquellos que no hayan leído la novela—. De hecho, en otras páginas de internet ya han revelado quien es Wednesday —Miércoles en la versión al castellano— y, sinceramente, me parece quitarle a todo esto parte de la gracia, aunque al segundo o tercer capítulo ya podamos tener una idea formada de cual es su verdadera identidad. Es más, creo que esta revelación debe llegar al poco tal y como nos llegó a todos cuando estuvimos leyendo la novela.
Por el momento nada más que añadir sin revelar nada del libro. Espero que los siguientes capítulos solo vayan a mejor y rezo a unos cuantos dioses a los que frecuento para que tenga buena audiencia y no tengan que dejarla a medias o incluso acabarla mal y pronto.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.