La primera entrega de la obra de ciencia ficción en que se basa la serie de televisión The Expanse es un compendio de personajes carismáticos y escenarios inabarcables que encantará a los seguidores del género.
Tras deglutir algún que otro clásico del género de aquí y de allá —véanse Dune, Fundación, El juego de Ender, Las estrellas son la estigia y algún otro—, pasé directamente a The Expanse, la famosa serie que emite Syfy, y como no puede ser de otra manera esto fue lo que me lanzó directamente a los brazos de James S. A. Corey y su El despertar del Leviatán en cuanto me comentaron que era la novela en la que se basaba la serie de televisión.
Como buena novata que soy en esto, rezaba por no encontrarme miles de datos científicos complejos que dificultasen la lectura a lo largo de la narración, que hubiese intrigas y politiqueos sin volver a sumergirme en una saga del estilo de Dune y que se alejase del concepto de space opera que había podido llegar a paladear con algunas novelas de Star Wars que, por suerte o por desgracia, han pasado por mis manos. Esperaba, precisamente, algo más del estilo “Mass Effect”, algo que tuviese acción y exploración, peligro hacia lo conocido y lo desconocido, que me hiciese contener el aliento cuando hubiese operaciones en el vacío espacial o que mostrase en cierta forma la evolución que podía haber tenido la humanidad, teniendo en cuenta que en realidad solo habían llegado hasta “la puerta de casa”.
Los límites terrestres se habían cruzado, pero aún no existía la tecnología suficiente como para poder salir de nuestra galaxia; quería tener información de primera mano sobre cómo reaccionan las personas cuando han conseguido llegar a poblar Marte y ocupar el cinturón de Ceres, aún sin haber descubierto nada como la velocidad de curvatura, los relés de masa o la velocidad de la luz. Deseaba algo que pese a ambientarse en el espacio y en un futuro lejano, me pareciese a la vez real y quizás hasta realizable. Eso lo conseguí fácilmente con la serie. Lo que hizo el libro sin embargo fue aumentar mi perspectiva, otorgarme mil detalles y ricas descripciones, hacer que mi cerebro explotase como si se encontrase en un entorno despresurizado y no pudiese absorber aún más información. Puedo decir sin rubor que El despertar del Leviatán ha plantado en mí la semilla con el gusanillo por las novelas de ciencia ficción, y se ha convertido en uno de los mejores libros que he tenido el placer de leer en los últimos años.
Es inevitable hacer una comparativa con la serie, sobre todo pensando que los personajes cambian levemente de un formato a otro. En el caso de Miller, por ejemplo, se ha suavizado su mal carácter, su vida torturada, sus prácticas de policía corrupto y sus sentimientos de impotencia, obsesión y soledad. Sin embargo, otros protagonistas como Amos han sufrido un proceso opuesto: en la novela no es un grandullón agresivo sin cerebro con ciertos problemillas de autocontrol. En cambio podemos identificarlo como un soldado no especialmente listo, pero tampoco una masa de músculos sin cerebro y vicioso, un hombre pragmático que también hace labores de mantenimiento mecánico de las naves espaciales en las que sirve y que siente obsesión con Naomi, la segunda al cargo de la famosa Rocinante —la cual por cierto, pasará a la historia junto con otras naves épicas como el Halcón Milenario, la Enterprise o la Normandy—. Tanto a Naomi como al capitán Holden se les ha dejado más o menos igual en la serie, salvo por la relación especial que mantienen entre ellos.
En resumen, animo a todas las almas que estén leyendo esta reseña o que hayan mostrado cierto interés en ella a que se lancen de cabeza a leer El despertar del Leviatán. Las razones están bien claras: no es solo una historia atípica con unos personajes carismáticos y un entorno inabarcable, sino que se tocan temas tan importantes como la moral, el honor, el respeto, la duda, el miedo, la desesperación, el desafío y la supervivencia. La forma en la que está escrito no requiere precisamente saber hebreo bíblico. Es apto para cualquier persona que tenga un poquito de interés, mucho más para todos los que nos enamoramos de las lecciones sobre el universo de Carl Sagan o que flipamos con cualquier serie, película o videojuego donde salga el espacio en toda su magnitud.
The Expanse: Leviathan Wakes, 2011. James S. A. Corey. Traducción de David Tejera Expósito. Nova, 2016, 608 págs. Rústica con solapas, 21,50 €.
También recomiendo El despertar del Leviatán porque aparte de naves espaciales que se disparan entre sí, también hay politiqueos como los que surgen cuando la guerra parece alzarse entre la Tierra y Marte, porque paladearéis ese sabor que os dejan las historias policíacas cuando sigáis la investigación de Miller sobre Julie Mao, y pasaréis verdadero miedo cuando cierta molécula decida dar un golpe “sobre la mesa” y decir “aquí estoy yo”. Es un libro imprescindible, fácil de leer, regalar y recomendar, una pasada de lectura.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.