Para mi gusto, este capítulo supera con creces al anterior en todos los aspectos. Primero porque no introduce un tema serio como es la Inquisición y lo deja de lado para mostrarnos una versión cómica de torpezas entre criados que se resuelve de manera no dañina para nadie. Y lo segundo es que se recupera el espíritu de la aventura y el misterio. Aviso de que contiene SPOILERS.
Pero en lo que de verdad se centra el capítulo es en el misterioso bosque que se encuentra más allá de la villa, un lugar altamente peligroso pues se cuenta que quién entra en su abrigo jamás vuelve a aparecer. Esto puede deberse a que allí se encuentra un manicomio de antiguo, posiblemente el lugar a donde han ido a parar todas las desapariciones, y lo que es más importante, el orfebre que elaboró las dos mitades del medallón que busca tanto nuestro Águila Roja como el Cardenal Mendoza. Este artefacto oculta un misterio en su interior y solamente podrá descubrirse si se tienen los dos trozos. Es por eso que hay una búsqueda a dos bandas pero con medios distintos. Uno utiliza su maña y valentía para ello y el otro su astucia y trapicheos para conseguir lo que desea. No por nada, alguien encerraría al orfebre allí por todos estos veinte años que han pasado.
El bosque está plagado de misterios sin resolver y de temores, ya que quien anda por sus caminos escucha voces, ruidos y ve cosas que sólo están en la imaginación de quien las cuenta (o puede que sean reales). Ante la lógica de Gonzalo, pues es maestro y solamente cree en lo que ve, Satur cuenta relatos de dragones, de gente desaparecida y de extrañas criaturas, que en parte se cumplen cuando los dos amigos se internan en el bosque para buscar el manicomio y así hallar al orfebre. Pero antes de llegar a ese punto se topan con varios hechos de inexplicable causa, un hombre gravemente herido que más parece cadáver que otra cosa, y que entregan al médico Juan. También sufren un encierro en una jaula enorme y escuchan voces y susurros en el aire. Existen dos razones para todo ello. Una es el propio manicomio en sí, ya que los guardias que allí trabajan secuestran a gente extraviada para su propio jefe y dirigente de la casa, un cirujano loco que quiere experimentar con el ser humano, haciendo trapanaciones e incisiones para sus pruebas. La otra es un enorme gigante que una vez fue preso del manicomio y que Satur encuentra de casualidad cuando va en busca de Gonzalo al mismo corazón del bosque pese a sus miedos. Pero el gigante tiene unos gustos gastronómicos bastante extraños. Juan por su parte intentó buscar una explicación al estado del hombre hallado en el bosque, y no lo consiguió, hecho por el cual viaja al bosque, donde desaparece por unos días, capturado y encerrado en el manicomio, a quién después rescata el Águila Roja por pura casualidad, pues no tenía conocimiento de que estuviera allí.
Todo me ha recordado bastante a las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza, cuando el primero ve cosas que no existen y el segundo le da la razón, llegando a creérselo incluso pasado un tiempo. No es la misma relación en "Águila Roja", pero sí parece un buen paralelismo y una base de inspiración para el capítulo. En este caso, Satur es el que cree en cosas que no existen y Gonzalo el que busca explicaciones lógicas, pero todo termina en que tanto el gigante como los susurros y demás son producto de la imaginación, aunque nosotros como espectadores sí los hayamos visto. Lo importante de verdad que se concluye es que Satur es todo un valiente, porque a pesar de los temores es capaz de luchar contra ellos y adentrarse en los lugares más insospechados para buscar a su amo y amigo (¿alguien cree que es su amo de verdad a estas alturas?).
Finalmente se aclara el misterio del ladrón de la Marquesa e Irene, que no es otro que un amigo de algunos de los secundarios de la serie, que en tiempos de necesidad recurre a ciertas ofertas., habiendo sido delatado por un medallón robado a la sobrina del Cardenal, prueba irrefutable. Ha sido el propio Comisario quién ha perpetrado todo, para hacerse el salvador oportuno y valiente, ganándose así el respeto de Irene, cortándole la lengua al rufián para que no hable. El orfebre que tanto buscaba Gonzalo no ha resultado ser más que una vil rata que desea retirarse en paz a cambio del medallón, algo que dará más juego en capítulos sucesivos. Veamos a su vez en qué acaba la boda entre Juan y Margarita. Al final Gonzalo le ha prestado a su cuñada el vestido que su mujer llevo en su boda, pese a las negativas iniciales. Todos creemos que finalmente Margarita se casará con Gonzalo, el tiempo lo dirá.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.