Aquí va el comentario del noveno capítulo de esta segunda temporada, emitido el día 4 de este mes. Un capítulo donde suceden bastantes cosas, algo que se ha hecho notar durante las últimas entregas, ramificándose las tramas personales algo más de lo que estábamos acostumbrados. Además, este capítulo iba a ser el último en poder verse mediante la televisión analógica, antes de que ampliaran el plazo de cambio a TDT hasta el 30 de marzo. Aviso de los posibles SPOILERS.
Uno de los motivos que más me gustan de esta época y de cualquier obra folletinesca, de capa y espada o de género fantástico, es la representación de obras teatrales o alusiones literarias. En este caso, se opta por una representación teatral en la que Satur participa para impresionar a su hijo, pues él fue actor hace mucho tiempo. Suplica a un antiguo amigo suyo que es quien dirige la compañía de teatro para que le de un papel, aunque sea menor, en la obra que va a tener lugar en la plaza de la villa. Y aunque el tema teatral prácticamente no ha sido tocado en lo que llevamos de serie, ha sido un buen guiño hacia la época, a pesar de que no se ha hecho incapié en él todo lo que me gustaría. Pero la obra, habiendo empezado a representarse, no llega a ser completada por la aparición de unos bandoleros que irrumpen en ella disfrazados como actores, reclamando la cabeza del Comisario, a quien después secuestran.
La razón por la que secuestran al Comisario no es otra que la de pedir un intercambio con el hermano del cabecilla de la banda, a quien retienenen en las mazmorras del pueblo. Dicho hermano cayó preso durante una escaramuza con el Águila Roja, mientras el grupo asaltaba el carruaje en el que viajaba el Cardenal, con los impuestos del pueblo, que por lo demás son bastante exagerados. En esta ocasión, el Águila ejerce de Robin Hood, y aunque rescata y salva al Cardenal, arrebata el tesoro para devolverlo al pueblo.
El Comisario y Satur se hallan retenidos en las garras de los bandoleros. Satur, quien hacía de personaje principal en la obra, se vio arrastrado con ellos y ahora comparte cadenas con el Comisario, a quien agobia con su inacabable cháchara. Pero el Comisario es una persona dura y fría cuando lo desea y jamás accedería a un intercambio para un rufián cualquiera, y es por eso por lo que hace que Satur transmita el mensaje a sus hombres. Pero por suerte (o infortunio, según se mire), el Comisario termina salvándose al llevarse a cabo el intercambio de todos modos, en el que interviene Águila Roja, pues el Comisario es su hermano y no dejará que le ocurra nada perjudicial. Héroe que salva al villano, quien tiene que vivir a partir de ahora sabiendo que su némesis le ha preservado la vida en esta ocasión.
Lo más trágico de todo posiblemente sea la salida de Juan (el médico) de escena. Habiendo dado el rey su consentimiento a la boda entre Juan y Margarita, éste le pide un favor a cambio, que es la de marchar a la guerra con Portugal, donde salvará vidas y proporcionará su inestimable conocimiento de lo bélico. Dos amantes que se separan y una posible ruptura con el personaje, a quien posiblemente no volvamos a ver más en la serie. Las papeletas apuntan a que terminará muriendo en combate y Margarita se casará con Gonzalo. Una pena, porque el personaje del médico me caía simpático. Pero he aquí una muestra más del alcance de los hilos del rey y su influencia en el devenir de ciertos personajes, al igual que sucedía en el capítulo anterior, aquel en el que Lucrecia era obligada a casarse con el hombre que la maltrataba. En fin.
La próxima vez, más.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.