A pesar de compartir ambientación con el mundo ya establecido en ciertas obras de la autora, no es un requisito indispensable el haber leído las dos novelas anteriores a La Casa de los Mil Pasillos, esto es, El Castillo Ambulante y El Castillo en el Aire, para comprender las situaciones o personajes. Sin embargo, sí podría ayudar conocer de antemano algún que otro detalle, tales como quién es el mago Howl, Calcifer o Sophie. Para más señas, y si no hemos leído los libros citados, podríamos echar mano perfectamente de la película de Hayao Miyazaki, El Castillo Ambulante, para ubicarnos un poco mejor.
La aburrida vida de la joven Charmaine Baker comienza a cambiar en cuanto su madre y su tía la llevan a casa de su tío abuelo William, mago del reino. Un hombre ya anciano que está realmente enfermo y necesita cuidados por parte de los elfos, quienes son los únicos capaces de curar su dolencia. Pero Charmaine no visitará la casa del viejo William para ofrecer sus cuidados, sino para cuidar de su casa, la cual posee un índice de magia en cantidades industriales, y que parece requerir un manual de instrucciones para cada uno de sus recovecos, como bien ha pensado el viejo William para ocasiones en las que se necesite un ligero empujón.
Con esta premisa arranca La Casa de los Mil Pasillos, un relato juvenil que toma como protagonista a una niña aficionada a los libros, sin aparentes capacidades mágicas, ninguna idea de cómo llevar a cabo las tareas del hogar (fruto de la alta sociedad acomodada en que vive), pero que sin embargo se ve al cuidado de toda una casa que parece cobrar vida propia. En el momento en que cruza el umbral, el mundo da un giro de ciento ochenta grados para ofrecer un escenario altamente mágico, con puertas que no parecen llevar donde deberían, alimentos que deben pedirse en voz alta o con golpes producidos en determinados sitios, e incluso corrientes de agua que hacen lo que les viene en gana.
Un cuento escrito con un estilo ágil, descripciones muy sencillas, y una trama que comienza a complicarse en cuanto aparecen más personajes en escena más allá de los establecidos al comienzo del relato (como son el Rey o el mago Howl), para desentrañar un misterio que no se verá resuelto hasta el final. Tal es la sencillez de las descripciones o de la narración, que en ocasiones nos dará la impresión de estar leyendo una enumeración de acciones o elementos, pero que aún así despierta una gran curiosidad por ver qué se esconderá más allá de esa puerta o esquina. Y es que la casa del viejo William es el protagonista de buena parte del relato, donde mayormente se centra el foco del mismo, como buen objeto mágico que es.
Ahondando en las raíces de la literatura juvenil, Diana Wynne Jones hace un buen uso de muchos de los tópicos del género (aunque luego les de una vuelta de tuerca para adaptarlos a su propia historia), tales como la niña incapaz que se ve al cargo de algo que le supera, la exploración de un entorno peculiar y novedoso, personajes expresivos y llamativos, una comunidad de seres faéricos que trabajan secretamente para el mago (los kobolds, recurso que luego ha sido utilizado por ejemplo en la serie de Harry Potter) e incluso esa atracción por los libros (con nombres rimbombantes tales como El livro del palimpsesto, o Das Zauberbuch) en la forma de una niña que encuentra refugio en ellos como medio de evasión o culturización. Por citar alguna obra clásica de corte juvenil con la que he cruzado paralelismos, me viene a la cabeza El Sobrino del Mago, primero de los libros del ciclo “Las Crónicas de Narnia”, del escritor inglés C.S. Lewis, donde los niños protagonistas conviven en la misma mansión donde habita un mago que alardea de objetos mágicos y conocimientos diversos. Hasta podríamos mencionar La Guía Completa de Fantasilandia, de donde la escritora parece sacar ciertos elementos para nutrir a La Casa de los Mil Pasillos; recordemos que dicha guía es como un referente de tópicos del género de la fantasía, donde se habla del regalo élfico, el mago de conocimientos supremos, el reino azotado por un misterio, las criaturas mágicas que prestan su ayuda, y un largo etcétera.
En conclusión, un juvenil y divertido relato, con situaciones embarazosas y mucho humor. Personalmente, hecho en falta una mayor profundidad narrativa (muchas más descripciones), y quizá hubiera preferido un mejor énfasis en las posibilidades que la casa debe encerrar, con mil y una salas o pasillos por descubrir, conviertiéndola en un eje mayor por donde conducir el relato. Sin embargo, la trama desarrollada a partir de cierto punto la convierte en un elemento algo secundario para centrarnos en lo que ocurre en la casa real de High Norland. No defraudará a los fans de la escritora.
Título Original: House of Many Ways / Editorial: Nocturna Ediciones, colección "Literatura Mágica". / Formato: Rústica con solapas, 324 pág. / Año: 2010. / Precio: 15 euros. / Traducción: Gema Moraleda.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.