En los lejanos tiempos del año mil, las montañas del norte eran duras para un viajero solitario… El frío, la nieve… Además de los inmensos bosques poblados por una maléfica hueste de espíritus, enanos, elfos y demonios.
Con estas palabras arranca Casi el Paraíso…, la segunda mitad que completa la primera entrega de una saga de espada y brujería en formato cómic, que se ha ido convirtiendo por derecho propio en todo un referente para el género fantástico. Ya sea en novela o en viñetas, la fantasía épica en sus diversas variantes ofrece un entramado de historias que se retroalimentan entre sí, por lo que es aconsejable (si no imprescindible) que los tebeos formen parte de una dieta sana y equilibrada a ese respecto. La Maga Traicionada es el primer álbum de una serie que ha sido llamada a ocupar un lugar de honor en los altares del género de espada y brujería, puesto que comparte espacio con otros grandes del género como pueden ser el Ciclo de Lankhmar, de Fritz Leiber, el Conan de Robert E. Howard, o los Campeones Eternos de Michael Moorcock. Todos ellos beben de unos paralelismos o temas más o menos comunes que las definen, si bien cada autor emplea sus recursos de la manera que estima más oportuna. Pero lo que es definitorio en cada uno ellos es la presencia de un héroe principal que es lanzado a situaciones de índole dañina, solo o en compañía, sea en la forma de una muchacha, un compañero/a de armas, u objetos mágicos de extraña procedencia.
Thorgal, la serie, no está exenta de todos los factores que definen a una buena historia de espada y brujería. En ella encontramos como eje central a un tal Thorgal Aegirsson, un scalde, un trovador escandinavo, guerrero (pues todo bardo aventurero debería al menos saber emplear una espada), que ha cometido el error de enamorarse de la hija de un cacique vikingo con muy malas pulgas llamado Gandalf el Loco. Por ese motivo, el relato de esta historia comienza con ecos de venganza, ira y odio, que serán los temas que marquen este primer álbum de la colección.
Aunque Thorgal es un guerrero en su esencia, la caracterización del personaje deja anticipar su sueño de formar una familia, de vivir en paz y en armonía, alejado de la guerra, del furor de los hombres por batallar, la maldad inherente al ser humano. Pero como se podrá comprobar mientras se suceden las entregas, el destino de Thorgal y de su amada Aaricia estará prefijado por la fatalidad, el desastre y las esperanzas rotas, aunque nunca dejan de perseguir esa luz al final del túnel por la que tan denostadamente luchan. Este ambiente desolador, a la vez que optimista, es otro de los puntos clave en la serie, y que nos recuerda a su vez a todas esas fatalidades que ocurren en cualquier saga nórdica que puedan haber empleado los autores del cómic a la hora de retratar el mundo de Thorgal. Podemos encontrar un buen ejemplo de todo esto en uno de los clásicos de la novela fantástica por excelencia, La Espada Rota, de Poul Anderson (clic para una reseña). El paraje helado, los yermos, los pinos cubiertos de escarcha, el mar encrespado chocando contra el acantilado, los fríos bosques, el aullar de los lobos en la distancia… contribuyen a crear esa atmósfera desoladora.
Thorgal toma las riendas del héroe prototípico de una novela o relato de espada y brujería. Sus aventuras transcurren en un entorno fantástico con pinceladas de una medievalizada época (durante el año mil, como anuncia el párrafo del principio) pasada ocurrida entre las fronteras de nuestro mundo. Pero no es un cómic histórico ni mucho menos, ya que por sus páginas desfilan objetos mágicos, criaturas faéricas, así como lugares misteriosos e imposibles. La definición del género se hace patente, y "Thorgal" nos ofrece un producto que bebe de las fuentes clásicas del género, una colección de aventuras que enfrenta al héroe en búsquedas donde probarse a sí mismo, escenarios singulares (torres de magos o gigantes, cofres cerrados, subterráneos misteriosos, monstruos…), nombres y ciudades inventadas, ambientación vikinga (Odín, Midgard, Niflheim, los scaldos, los festejos, los gigantes), recursos mitológicos también tradicionales en la cultura vikinga (y que los autores adoptan como propios para ofrecer su propia versión), así como alusiones a alguna que otra obra aún más clásica como puede ser La Odisea. Véase el momento en que Thorgal se disfraza para domar a su caballo, tarea que únicamente él puede llevar a cabo, y que recuerda al Ulises de La Odisea en el momento en que tensa su arco.
En el apartado gráfico, Grzegorz Rosinski nos ofrece un tebeo que es fácilmente identificable por su estilo, aunque las futuras referencias a otros álbumes de la serie harán que lo califiquemos como no desarrollado plenamente aún; quedan muchas viñetas magistrales por ofrecer. Los colores, algo chillones, dotan al conjunto de un acabado algo anticuado si lo comparamos con el tercer o cuarto álbum de la colección (por poner un ejemplo inmediato), incluso con otra de las obras cumbres de la fantasía épica en cómic como es El Gran Poder del Chninkel (junto a Van Hamme), otro de los grandes que no me canso de recomendar. Pese a eso, es un cómic que se lee en un suspiro, se disfruta con agrado y con una sonrisa por estar hecho en unos años ochenta (remontándonos a su vez a los setenta) que ha dado al género una deuda tremendamente grande de productos de este estilo (cine, cómic, novela) que han marcado influencia para lo venidero. Pero la segunda mitad del álbum de La Maga Traicionada me resulta de un mejor acabado que el relato inicial, unas formas más definidas, un colorido algo distinto. Es un relato corto que se desvincula de la trama anterior para situar a Thorgal de una aventura en solitario.
4 comentarios
¡Thorgal, qué gran cómic! Lo descubrí hace muchísimos años en CIMOC ;-)
Saludos,
Noemí.
Me alegra mucho que le dediques una reseña (estupenda, por cierto) a Thorgal, Loren. ¡Qué decir yo de ella, tratándose de mi serie de cómic preferida! Ya es innegable su calidad de grandísimo clásico del género, de obra maestra en su conjunto.
Los primeros volúmenes son más flojillos y algo irregulares, y sin embargo, tal y como dices, tienen algo que te hace volver sobre la serie y continuarla álbum tras álbum, para sorprenderse de una calidad creciente en cada número.
Creo que el éxito de Thorgal radica en saber casar muy inteligentemente varios géneros: aventuras, fantasía, espada y brujería, ciencia-ficción, saga histórica... Y el dibujo de Rosinski, que engancha como una droga y evoluciona de una manera bestial, convirtiéndose en una maravilla para los sentidos en el punto cumbre de la serie. Además, el hecho de que la saga consiga hilar varios ciclos largos, y la conexión entre estos, es otro punto de gran atracción para el lector de Thorgal.
De este primer volumen, yo también me quedo con la historieta 'Casi el paraíso'. Una pequeña joya que anticipa los bellos, y a la vez tristes, relatos que están por venir.
Lo dicho, muy buen artículo. ;)
Ah, y me has recordado que aún tengo que dedicarle un día una reseña a El Gran Poder del Chninkel, otra obra fabulosa.
No puedo estar más de acuerdo con Jolan :)
¡A ver esa reseña de El gran poder del Chninkel! Otro cómic extraodinario de Van Hamme y Rosinski. ¿Y cuántos van ya de ellos que no sean fabulosos?
Loren, espero más reseñas de Thorgal, jeje.
¡Gracias por leérslo! Pensé en hacer una comparativa con algunos recursos clásicos de la espada y brujería aplicados a Thorgal, pues es una serie bastante representativa.
Y como bien dice Jolan (quién con ese nick mejor para hablar de Thorgal :D), la serie funde varios géneros que la convierten en algo ligeramente distinto a lo acostumbrado.
El Gran Poder del Chninkel será reseñado también por este medio, un clasicazo de ese calibre, tal obra maestra, necesita algún tipo de comentario.
Más Thorgal de aquí en adelante, claro. ;)
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.