Cuarto episodio de la temporada cuarta de 'Águila Roja', donde se nos presenta un nuevo personaje, y donde el defensor enmascarado de la villa desentraña un misterio.
Cerrados ya los temas del anterior episodio, incluso (por ahora) la trama del pirata Richard Blake, un nuevo episodio de "Águila Roja", en concreto el número cuatro de esta nueva temporada que ha comenzado con fuerza en la programación televisiva. No sigáis leyendo si todavía no habéis visto el episodio, o tenéis intención de hacerlo, pues los consabidos SPOILERS no faltan tampoco en esta reseña semanal de la serie del aguilucho. A continuación podéis encontrar mi comentario o reseña sobre este episodio en concreto.
Una monja, la Madre Isabel, venida desde las colonias de América por orden del Cardenal Mendoza (con sus favores pretende conseguirle el cargo de abadesa si el cardenal llega a papa), es el nuevo personaje que se nos presenta, interpretado por una Lydia Bosch que consigue imprimir a su rol una especie de aura de misticismo propio de las atenciones que suscitan este tipo de personalidades, pero al mismo tiempo una desconfianza o "dureza" que pronto se destapa por los problemas que surgen con Lucrecia y por su dualidad de mujer aburrida en las colonias. Al parecer se conocen desde hace tiempo, de cuando las dos fueron sirvientas en sus años mozos. Esto crea unas constantes tensiones a lo largo de todo el capítulo que terminan explotando en un par de ocasiones, la primera cuando la Marquesa de Santillana cruza la cara de la Madre con un revés de la mano, fruto del transcurrir de los años. La segunda cuando el Comisario se acuesta con la Madre Isabel, desatando unos celos enormes en Lucrecia. La realidad es que ambos personajes tienen una personalidad enormemente parecida, amantes de las conspiraciones, los trapicheos y los devenires ocultos, en un mundo donde el papel de la mujer queda relegado a un segundo plano en favor de la figura masculina.
Por otro lado, el médico Juan sigue entrampado por los combates nocturnos, donde desata toda su rabia, su estrés por así decirlo, fruto de ese triángulo amoroso que parece estar acabando con él poco a poco. Pero tras ser retirado de las peleas (las gana todas, no es fructífero para el negocio de las apuestas), se presenta un nuevo grado de peligrosidad, una ruleta rusa donde uno de los participantes morirá de forma segura, el conocido juego de la pistola que alberga una sola bala en su interior. ¿Sucederá algo trágico con el personaje?
Tras los tres primeros episodios, volvemos a la investigación más aventurera que fue una tónica en temporadas anteriores, un aliciente que a mi personalmente me resultaba tremendamente atractivo. Sin querer profundizar demasiado en cada uno de los elementos de los que goza el capítulo, me atrevo a hacer una valoración escueta de los puntos importantes del mismo, que a mi juicio serían:
- Un espectáculo itinerante, celebrado en el local del posadero de la villa, que incluye una bailarina exótica, un escupe-fuego, y una bestia humana, criada en el bosque, y que tendrá repercusión en ciertos aspectos de la trama.
- El rey de las Españas sufre un duro revés; uno de sus hijos muere por culpa de una enfermedad desconocida. La Madre Isabel es mandada a rezar junto al lecho del niño, infundiendo una fe que pretende restablecer la salud del pequeño (con nulos resultados). Breve enfrentamiento entre la Madre y el Rey, por las claras palabras de esta hacia el soberano, atestiguando que su castigo ha sido impuesto por Dios debido a sus acciones bélicas.
- Un misterio desentrañado por Águila Roja (quizá motivado por la similitud de su pasado con el del humano salvaje), detective enmascarado ocasional, que resuelve el asunto gracias a la pista de la falsa tumba del niño (se arguyó que fue caído en un pozo) y los ojos de diferente color del sujeto. La bestia humana resulta ser el hijo abandonado tiempo atrás por una familia noble, cuando tan sólo era un bebé. El espectáculo itinerante disgustó a Gonzalo por el trato que se le dispensa a la bestia humana.
- El fracaso del héroe a la hora de salvar a un inocente de las garras de la justicia del villano, en este caso el Comisario, aunque las acciones de este último estén motivadas por una causa razonable y lógica, que es defender al pueblo de una potencial amenaza.
- La esfera de cristal (que hace la función de objeto mágico, un clásico en la novela de aventuras) que halla Gonzalo/Águila Roja en un compartimento secreto de la celda donde residía su mentor, Agustín. Cubierta de números, es algo así como un mapa que revela la localización que suponemos contendrá importantes pistas del origen de Gonzalo. Las acciones pasadas del mentor siguen teniendo resonancias en el presente a modo pruebas de saber e inteligencia, un clásico.
Como véis, numerosos puntos de interés que incluye el capítulo. Este tipo de variedad es precisamente uno de los aspectos que me gustan de "Águila Roja", su versatilidad a la hora de hacer una serie de aventuras que no aburra al espectador ni lo abrume con tramas rocambolescas. Todos los personajes de "Águila Roja" resultan ser humanos, incluso aquellos que en un principio puedan tener algo de sobrehumano o sobrenatural, normalmente aclarado al final de la trama. Ante este enorme cliffhanger que supone el punto de unión de la esfera transparente cubierta de números con un punto indeterminado del paisaje local, sólo nos queda esperar una semana más para saber lo que allí se oculta. Se admiten apuestas.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.