Clemens Brentano (1788-1842) fue un novelista y poeta cuya obra encaja dentro del movimiento literario y filosófico conocido como Romanticismo alemán, que tanta herencia literaria nos ha dejado hasta nuestros días en la forma de multitud de imágenes fantásticas, una profunda semilla que ha ido evolucionando hasta dar forma a auténticos clásicos de la literatura, tanto para adultos como cuentos para niños (El Cascanueces de E.T.A. Hoffmann, sin ir más lejos). Debido a un duro golpe de la vida en el que murieron sus tres hijos, el último junto a su esposa, la escritora Sophie Mereau, Brentano comenzó a emplear la fe religiosa como método para dejar atrás todas sus desdichas, a las que debemos sumar un segundo matrimonio nada fructífero. Su lucha como poeta contra los últimos coletazos de Napoleón desde la ciudad de Viena, la publicación junto a su mejor amigo, Achim von Arnim (de quien podéis leer una reseña en El inválido loco del fuerte Ratonneau), de una antología de baladas populares y poesías líricas titulada Des Knaben Wunderhorn ("El cuerno encantado del niño"), así como la redacción de las visiones de la monja Katharina Emmerich, son los hechos más relevantes del autor.
El cuento o relato corto que ahora comentamos lleva por título Las Tres Nueces (Die drei Nüsse en el original), una narración que tiene como fondo el juego del destino sobre el ser humano, aderezado con una pizca de irracionalidad, rasgo característico en este movimiento del Romanticismo. Aunque el corte sobrenatural del relato es prácticamente inexistente, al contrario que otros muchos escritos pertenecientes al mismo movimiento, queda en la razón un ligero atisbo, un residuo de que los acontecimientos contados son obra de algún hilo perdido, un capricho del destino. Brentano emplea la espontaneidad como base para atrapar al lector en una narración breve que no dura más de diez páginas, pero que consigue crear un asombroso golpe de efecto al final, tomando como base el remordimiento que siente un alquimista por un acontecimiento del pasado sobre el que no desea explayarse, recuerdo que parece disparar en su mente un verso de la Schola Salernitana: "Unica nux prodest, nocet altera, tertia mors est". O lo que es lo mismo: "Una nuez es beneficiosa, la segunda daña, la tercera es la muerte". El relato es un drama teñido por la fatalidad, merece al menos una vez su lectura por el golpe de efecto que supone su narrativa.
2 comentarios
Jo, a ver si algún día me compro ese libro, que con tus reseñas se me ponen los dientes largos. ¡Qué buena pinta!
Si et gustan mucho mucho los relatos románticos alemanes, es una compra bastante recomendable. xD Como ya hace algunos años que salió, quién sabe si lo terminan reeditando en El Club Diógenes, sería una excelente opción.
Dentro de poco pondré la reseña del volumen al completo.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.