25 de junio de 2013

Richard Matheson (1926-2013): Se despide uno de los últimos clásicos modernos del terror


Richard Burton Matheson (26 de febrero de 1926 – 23 de junio de 2013) nos ha dejado; con él, muere uno de los últimos clásicos modernos del terror, un género que cada vez me parece más huérfano.

Matheson, después de prestar servicio en la infantería durante la segunda guerra mundial, se licenció en periodismo en 1949 en la universidad de Missouri. Destacó como escritor de terror y ciencia ficción y guionista, llegando a ser uno de los principales referentes en ambos. En 1984 recibió el World Fantasy Award for Life Achievement, y el Bram Stoker for Lifetime Achievement de la "Horror Writers Association" en 1991. En 2010 se le incluyó en la "Science Fiction Hall of Fame". Casado desde 1952, tuvo cuatro hijos, tres de los cuales también son guionistas.

La obra de Matheson se caracteriza por el uso de un lenguaje conciso, realista, casi periodístico; sus personajes, ya vivan sumidos en la paranoia o en la amargura, son gente con quien resulta fácil empatizar. Buscaba (y conseguía) actualizar la mitología del terror, desde el vampirismo a la brujería, desde las casas encantadas a los monstruos o los psicópatas. Su primer relato de éxito sería “Nacido de hombre y mujer”, donde exploraba hábilmente el tema del vástago deforme. El estatus de autor de referencia lo alcanzaría, sin embargo, en 1954 con la novela Soy leyenda, donde daba otra vuelta de tuerca al género vampírico (que ya entonces parecía agotado), presentándonos a Robert Neville, último humano verdadero en un mundo dominado por los infectados y los vampiros. Desde su publicación, Soy leyenda se ha adaptado al cine muchas veces, con mayor o menor fortuna, siendo la más reciente (con Will Smith de protagonista) una de las peores.

Una de las ilustraciones finales que sirvieron como modelo para la película 
Soy leyenda (2007), dirigida por Francis Lawrence.

En 1956 triunfó otra vez con El hombre menguante, que, adaptada al cine como El increíble hombre menguante, lograría rápidamente el calificativo de obra de culto. No era para menos. Para mi constituye uno de los viajes más alucinantes de la literatura, paralelo al Viaje alucinante de Asimov (siendo El hombre menguante diez años anterior al libro de Asimov, bien pudo ser su fuente de inspiración); ambos exploran la miniaturización de un individuo, en un caso voluntaria, en el otro impuesta por circunstancias inexplicables. Donde la obra de Asimov usaba un tono a lo Verne de exploración cientifica fantástica, el de Matheson es más "kafkiano" (rodeado de lo absurdo, como en La metamorfosis, donde Gregor Samsa se despierta convertido en una gran cucaracha) y se centra en la angustia del protagonista que ve como sufre una transformación inesperada que parece abocarlo a un destino horrible.

Otra de sus obras capitales es La casa infernal, donde un equipo de escépticos se dispone a demostrar que los supuestos fenómenos paranormales que tienen lugar en la mansión Belasco son en realidad un complicado fraude; junto con La maldición de Hill House, de Shirley Jackson, forma la cúspide del sugénero de las casas encantadas. Aquí Matheson se recrea con el exceso y la crueldad, sometiendo a sus personajes a unas situaciones demenciales, e imprime su sello de identidad resolviendo la trama con un giro inesperado.

Fotograma correspondiente al episodio de "The Twilight Zone" que adapta el relato 
Pesadilla a 20.000 pies, estrenado en 1963.

Su recopilatorio de relatos Pesadilla a 20.000 pies es una forma excelente de acercarse a su obra; mucho de lo que allí encontraremos después se ha convertido en tendencia en el horror cinematográfico o literario. Lo que decíamos acerca de su interés en modernizar leyendas urbanas o mitologías de lo sobrentural se nota, por ejemplo, en el relato que da nombre a la antología Pesadilla a 20.000 pies, donde se puede rastrear hasta ciertas leyendas urbanas de la Segunda Guerra Mundial, cuando los pilotos británicos de la RAF atribuían todas las averías inexplicables que les acontecían a gremlins que trasteaban con la maquinaria. Otros cuentos memorables son “El distribuidor” (en que Stephen King parece haberse inspirado para escribir La tienda) o “Vestido en seda blanca”.

En cuanto a su trabajo como guionista, trabajó hasta bien avanzados los noventa y, sobre todo, durante los sesenta y setenta, compaginándolo con su carrera de escritor. Participó en series tan emblemáticas como The Twilight Zone (donde dejó un rastro memorable), de la que escribió catorce episodios, siendo la adaptación de su propio relato “Pesadilla a 20.000 pies” quizás su mejor trabajo.

En conclusión, con la muerte de Richard Matheson, que ha sido un maestro para Stephen King o cualquier integrante de la generación moderna de escritores de terror, damos otro paso en este verano trágico donde ya nos han dejado Jack Vance, Tom Sharpe e Iain Banks. Como con aquellos otros, le echaremos mucho de menos. El terror se queda, como decía, un poco más huérfano.

Referencias

Pesadilla a 20.000 pies y otros relatos insólitos y terroríficos (Valdemar, 314 paginas, 24 € por la edición en tapa dura, 10 € por la edición en bolsillo); La casa infernal (Booket, 17,95 € por la edición en tapa dura, 8,95€ por la de tapa blanda); Soy leyenda (Minotauro, 17,95 € por la edición en tapa dura, o Booket, por 6,95 € en la edición en bolsillo); Acero puro y otras historias (Edhasa, 11,9 €, edición en rústica con solapas); Más allá de los sueños (La Factoría de Ideas, 19,95 €, en rústica con solapas); El increíble hombre menguante (La Factoría de Ideas, 18,95 €, en rústica con solapas); El último escalón (La Factoría de Ideas, 19,95 €, en rústica con solapas).

2 comentarios:

  1. Anda que el género en general lleva una racha... vaya tela.
    Me dio mucha pena, nos deja otro Grande.
    DEP

    Besotes

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  2. Muy buen homenaje, pero como bien dice Shorby a este paso... nos vamos a quedar sin los grandes. Tocad madera por Mr. Terry Pratchett, que el pobrecito con lo malo que estaba y el annus horribilis (no se si se escribía así xD) que llevamos... capaz es de unirse al club también, ah y que no se nos olvide al compositor Jhon Williams, también está delicado el hombre...

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