Fatale es uno de esos cómics en los que puedes permanecer mirando cada una de las páginas pensando cosas como: «si pudiera conseguir una lámina de estas la metería en un metacrilato y la colgaría en el salón de mi casa». El detalle con el que Sean Phillips construye cada viñeta hace que en todo momento tengamos presente el fondo, la ropa e incluso la meteorología, gracias a sus trazos asombrosamente realistas. Podremos contemplar de un sólo vistazo el detalle que refleja Sean Phillips en sus viñetas, mimadas con esmero para que nuestro cerebro solo tarde dos milésimas de segundo en situarse.
El cómic arranca con un funeral en el que hay reunidas apenas diez personas. La carga emotiva que rodea el momento y los rostros de los personajes transmiten a la perfección todas sus emociones, haciendo que sea la ocasión idónea para que no tardemos más de cinco segundos en fijarnos en todo lo mencionado en el anterior párrafo. Es tal la nitidez que tras un breve vistazo sabremos que Jo –nuestra protagonista–, oculta algo, tiene una apariencia fría, distante. Bajo esta aura de misterio se acercará al que será su compañero de fatigas a lo largo de todo este tomo, Nicolás, un hombre afectado por la pérdida pero alto, fuerte, de mandíbula cuadrada y porte elegante; no sabe hasta qué punto su vida correrá peligro al conocer a aquella mujer tan sumamente especial. En la historia además encontraremos a otro personaje muy parecido a éste –llamado Hank– que también tendrá su razón de ser en la narración que nos presenta Ed Brubaker.
“Jo parece ser una mujer de armas tomar, capaz de encandilar a cualquier hombre”
Como puede verse, hasta aquí parece una presentación de lo más normal, algo que podríais encontrar en cualquier otro cómic que hablase de finales de los años cincuenta, como en Batman: Gotham Noir –donde Brubaker y Phillips trabajaron anteriormente. Lo importante está más adelante, escondido de una forma tan sutil que, cuando finalmente se desencadena toda la debacle de acontecimientos que nos llevarán a un enigmático final, no nos habremos dado ni cuenta. Es un cómic que me ha recordado mucho a los libros de Tim Powers: en sus historias la magia está descrita de una forma tan sutil y natural, que en ningún momento te planteas que estés teniendo entre manos un pasaje cargado de cosas sobrenaturales. Es al final cuando estallan los fuegos artificiales, cuando te paras a pensar en todas las páginas que has dejado atrás y que en realidad, en ningún momento se te ha ocultado nada. Simplemente es que tu cerebro no estaba preparado para asimilarlo.
Si estáis preguntándoos qué tendrá que ver todo esto con Fatale, diré simplemente que Jo parece ser una mujer de armas tomar, capaz de encandilar a cualquier hombre con una caída lenta de sus espesas pestañas, y que Lovecraft parece estar presente espiando desde fuera de las viñetas para asegurarse de que todo transcurre como debe ser. Sí, he dicho Lovecraft, ya que Fatale está plagado de magia, desde la primera viñeta hasta la última, pero de una forma tan tenue y tan "dimensional" que en ningún momento podremos deducir qué es lo que va a ocurrir –vale, quizás a la mitad del cómic ya sepáis qué está sucediendo–. El dibujo en todo momento nos lleva como cogidos de la mano hacia un final algo estrambótico que inicialmente no parece tener mucha explicación.
Por todo lo que acabo de contar, y pese a que en la introducción se diga que Fatale es un cómic que ha hecho historia dentro de su género de terror/noir, creo que no ha demostrado todo lo que podría haber demostrado en el transcurso de este primer tomo. No me entendáis mal, no digo que el cómic no me haya gustado, simplemente considero que necesita más espacio para poder desarrollarse de forma correcta –no olvidemos que este volumen es únicamente el inicio de una serie–, por lo que necesitaría leer el siguiente para saber si la historia va bien encaminada hacia un final digno de tal guionista y de tal dibujante. Como dije antes, no todos los gustos son iguales, he visto algunas reseñas por la red que colocan este cómic entre uno de los grandes clásicos que se ha ido cociendo poco a poco en su salsa, modificando argumentos, creando bocetos y proponiendo distintas ideas que fuesen enriqueciendo lo que sería Fatale en un futuro. Yo personalmente creo que en este aspecto siempre hay que ser un poco sensato y pisar con pies de plomo. Para mi gusto, una historia en la que no me estoy enterando de nada en absoluto hasta que llego a la mitad –donde ya casi deduzco todo lo que queda por descubrir–, es que tiene un fallo argumental achacable únicamente a Ed Brubaker, que a fin de cuentas es el guionista. Es posible que yo estuviese algo densa y que quizás no pillase el concepto de la forma más ágil del mundo, pero pensando que los cómics son algo que se suele utilizar a modo de evasión, no creo que necesite volcar en el texto más de un cincuenta por ciento de mis neuronas.
Cuando leo un cómic quiero divertirme, sorprenderme, fascinarme, interesarme y finalmente cerrar las tapas traseras con una sonrisa incipiente, una verdadera ristra de perlas de oreja a oreja o directamente algún que otro suspiro de pesar por haber acabado una historia en la que me habría gustado continuar un poco más, navegando entre sus láminas y buceando entre bocadillos. Con este primer tomo de Fatale personalmente me quedé un poco fría, Pero debo reconocer que mis ojos asistieron extrasiados a un auténtico streaptease con la obra de Phillips y con algunos de los giros argumentales de Brubaker que sí me pillaron desprevenida. Está claro que la ambientación es inmejorable, la encuadernación realmente buena y que el entintado no desmerece para nada la obra. Lo que espero es que el dúo Ed Brubaker y Sean Phillips no acabe como lo hizo la asociación formada por J. Michael Straczynski, Djurdjevic y Coipel con la conclusión de su miniserie de Thor. Por eso quiero con ansia el segundo volumen (Los trabajos del Diablo). El primero me ha gustado, aunque no puedo decir que me haya vuelto loca, por lo que el espacio destinado para la sorpresa y la fascinación siguen estando disponibles en mi cerebro –y mi corazón– esperando a que esa siguiente entrega de Fatale consiga ocuparlo sin demora. ¡Te reto, Ed Brubaker!
Información adicional
Editado por Panini Cómics en abril de 2013.Tapa dura, 136 págs, 15 €. No disponible en ebook.
Traducido por Gonzalo Quesada.
Primera entrega de 'Fatale'.
Sí, la serie aún está desplegando tramas y personajes. Pero lo cierto es que este autor, al menos en esta obra, sabe dejar a la imaginación del lector lo que en otros muchos serian flecos irresolutos. Y está bien un poco de "interactividad" por parte del aficionado. Al fin y al cabo, la principal función de un cómic de autor es invitar a sus lectores a soñar, a imaginar...
ResponderEliminarSí, es evidente que no es un cómic para devorar con la mente en blanco o con excesivas distracciones en la cabeza xDD. Por mi parte, ya lo he dicho, tengo gran curiosidad por ver el siguiente volumen. Hay muchas cosas que se me quedaron sin respuesta.
ResponderEliminarA mi el cómic me ha causado una impresión muy parecida a la de Cyram. Entiendo lo que dice Jose Manuel más arriba, porque sí que es bueno dejar de vez en cuando detalles a la imaginación del lector, pero por otra parte yo he echado de menos un poco más de explicación en el asunto sobrenatural. Incluso a veces creo que resulta un pelín confuso todo el tema. Pero como son los primeros números de la serie y seguro que todavía tiene que ofrece bastante más juego (explicando el origen de los protagonistas, por ejemplo), yo por lo menos seguiré leyéndola.
ResponderEliminarCreo que muchos estamos a la espera del segundo para ver si se aclaran ciertos claroscuros.
ResponderEliminarYo lo compré por recomendación de dos amigos, a Brubaker ya lo conocía de su Soldado de Invierno y también soy un asiduo de HP Lovecraft, así que como para dejar pasar "Fatale".