Debo decir que no estaba muy entusiasmado ante esta novedad que ofrece Fantascy. Hay poco tiempo y muchos libros por leer, y entre los elegidos siempre habrá sitio para los de Terry Pratchett. Pero, reaccionario que es uno, habiendo leído todos los de Mundodisco, me sentía poco inclinado a dedicar unas horas a esta novela independiente (¡y destinada al público juvenil!) que es Perillán. Quería más Mundodisco y había olvidado que Pratchett es un autor tan enorme que no puede limitarse a un solo universo de ficción, y que en su momento, había disfrutado mucho de “El éxodo de los gnomos” y Buenos presagios, novela que creó en colaboración con Neil Gaiman.
Así pues, no fue de buena gana que empecé este libro. Y ahora que lo he terminado, me arrepiento de no haber confiado un poco más en un autor cuyo talento lo ha encumbrado como el maestro absoluto de la sátira. Perillán, ambientada en el Londres victoriano, se podría describir como una mezcla entre Dickens y Twain, una mezcla entre crítica social dura, trágica, e ingenio cargado de buen humor. Es, en efecto, una novela juvenil, pero como bien indica la solapa, más que disfrutable por el público adulto.
Parafraseando a un amigo de Dickens, la trama arranca en una oscura y tormentosa noche, cuando la lluvia azota a un Londres insomne; de un carruaje huye una chica a la que dan caza dos matones. Le propinan una paliza, y quien sabe qué más de no intervenir enseguida nuestro héroe, Perillán, que surge de una alcantarilla y se abalanza sobre los villanos para darles una contundente lección. Mientras se dispone a socorrer a la muchacha, dos hombres más entran en escena: uno de ellos es nada menos que Charles Dickens. Se ofrecen a llevar a la herida a su casa, donde recibirá los cuidados que necesita. Perillán, reluctante, acaba aceptando, y después de que Dickens le interrogue acerca de sus motivaciones y el porqué de su intervención, acepta también la misión que éste le encomienda: descubrir el motivo de la agresión y el paradero de los rufianes.
Perillán es una novela que esconde mucho más de lo que parece, como su protagonista. Su trasfondo es duro. Se trata la violencia de género, la pobreza y el hambre. El destino de una gente condenada desde su nacimiento a vivir (brevemente) y morir sin llegar a poder sacudirse una sola vez la mugre del trabajo inhumano, el frío, la enfermedad, sabiendo que si por un casual podían llegar a viejos, su camino terminaría en algún callejón, en alguna cuneta o alcantarilla, demasiado solos débiles para valerse por sí mismos.
Perillán es joven y ha tenido suerte. Es listo y se ha encontrado con mentores que le han ayudado a desenvolverse. Desempeña un trabajo, el de alcantarillero, que para él es lo mejor del mundo. Recorre las viejas alcantarillas de Londres en busca de monedas y objetos de valor que la lluvia haya arrastrado hasta allí desde las calles de la (entonces) ciudad más poderosa del mundo. Él vive el momento, sin pensar demasiado en el futuro. Nosotros sabemos desde el principio que no es un trabajo con futuro por más que él no lo vea así: cualquier día el agua subirá de imprevisto, o la enfermedad atacará, o la desesperación, y acabará con Perillán. Pero el joven recibe su oportunidad: ve a una dama en apuros, y la salva, y se convierte en héroe. Y ante los ojos del lector, su destino se bifurca y con el encargo del Señor Dickens, toma otro sendero que le depara nuevas oportunidades de convertirse en héroe (a veces héroe reluctante) y esperanzas de llegar a más.
Para crear Perillán, Pratchett se inspira en la obra de Henry Mayhew –otro de los que hacen un cameo en el libro–, quien en aquella época se molestó en documentar pacientemente, y en un trabajo monumental, las condiciones en las que vivía la clase menos afortunada. Se titula London Labour and the London Poor y según nos cuenta el propio autor en los agradecimientos, esa obra fue uno de los motivos que le llevaron a querer difundir entre los lectores jóvenes un poco de la realidad del Londres victoriano, durante los primeros años del reinado de la reina Victoria. Parece –es una opinión personal– que también se basa mucho u homenajea a las obras de Dickens, como es natural al incluirlo incluso como personaje. Creo que sobre todo a dos de ellas: Oliver Twist y Grandes esperanzas.
En su planteamiento, Perillán es un libro bastante sencillo: no hay apenas desviaciones del hilo narrativo principal, ni subtramas. El ojo del narrador sigue prácticamente todo el rato al protagonista, y es aquí seguramente donde más se nota que es una novela juvenil; porque por lo demás, curiosamente, es más oscura de lo que suele serlo el adulto Mundodisco. El grado de acidez de la sátira aquí es un poco más bajo y menos sofisticado que en Mundodisco, pero mantiene un similar tono de “sátira edificante”. Los lectores habituales de Pratchett descubrirán encantados que con Perillán juega su juego favorito, dándole a éste una visión del mundo muy peculiar y su clásica personalidad que mezcla la lógica práctica, la honestidad con uno mismo y un código personal inquebrantable; y sobre todo, la capacidad para retorcer los hechos para que encajen con significados acorde con este código.
En resumen, yo añoraba Mundodisco y Perillán es una novela de otro tipo. Pero aún así Perillán es y no es Mundodisco, pero muchos de los personajes parecen tener su equivalente en aquel. Angela Burdett-Coutts es una mezcla de Lady Sybil Ramkin y Yaya Ceravieja; Robert Peel parece un Samuel Vimes algo más estirado, puro incluido; el perro Onán recuerda a Gaspode, efluvios mediante; Perillán es como un Húmedo Von Mustachen, algo más comedido y menos dado a la verborrea, y, por supuesto, Londres es una Ankh-Morpork más húmeda y quizás algo más limpia (sólo quizás). En esta novela juvenil los personajes son menos histriónicos, menos paródicos, pero las bases están allí. Casi esperaba que Perillán no me gustara, porque como es bien sabido, cuando uno es friki lo que suele querer es más de lo mismo, más de lo que ya le ha gustado, más aventuras de sus personajes favoritos (en mi caso, Yaya), y no experimentos con otras ambientaciones. Y al final me encuentro con que me ha encantado. Es una novela rápida de leer, entrañable incluso: su optimismo romántico es refrescante, su historia un agradable oasis que Pratchett invoca en un escenario por lo demás muy oscuro. Gustará a los lectores jóvenes, sí, y a los veteranos, que quizás como yo, quedarán con ganas de leer más de las aventuras de Perillán.
Rústica con solapas, 400 págs, 16,90 €. Disponible en ebook
Traducido por Manu Viciano.
Lectura independiente.
2 comentarios
Lo tengo fichadísimo, aún siendo juvenil. Creo que si este hombre escribiera un libro sobre cómo hacer tortilla de patata, lo compraría a ciegas xDD
Besotes
De los mejores libros de Terry (cabe decir que me he leido todo lo publicado por él) profundiza todo el significa de la palabra Perillán de la mejor forma posible
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.