La serie de Fábulas consta ya de más de una veintena de tomos en rústica (además otras tantas ediciones) y un buen puñado de spin-offs que sirven como complemento al universo basado en los cuentos populares que ha creado Bill Willingham para el sello Vertigo. Hombres lobo en el corazón de América es uno de esos spin-offs que salieron antes de Fabulosas (la mejor serie basada en Fábulas que ha habido hasta ahora, de la que puede leerse una reseña del primer tomo), donde se nos cuenta una aventura en solitario de Lobo Feroz (uno de los personajes principales de la colección) en la que sus pasos terminan por llevarle hasta un pueblo de América totalmente aislado del resto del mundo y cuyos habitantes gozan de una condición francamente peculiar: resultan ser hombres lobo. Pero dado que nuestro personaje es el súmmun de los lobos, considerado un dios entre ellos, ¿tendrá alguna posibilidad contra él la comunidad de salvajes medio-civilizados que visita nuestro protagonista?
En cuanto a calidad se refiere, Hombre lobo en el corazón de América dista mucho de cualquier entrega recopilada de la serie principal. El problema más grave que tiene el cómic es sin lugar a dudas su apartado artístico, porque una vez llevemos más de cincuenta páginas leídas varias preguntas comienzan a formularse en nuestra cabeza: ¿por qué no habrán recurrido los editores de Fábulas a dibujantes como Mark Buckingham, Phil Jiménez o cualquier otro? El resultado hubiera sido mucho más satisfactorio, porque lo único destacable de Hombres lobo en el corazón de América en cuanto a arte se refiere es la portada de Daniel Dos Santos, quien nos brinda una poderosa imagen de Lobo Feroz enfrentándose a una manada de hombres lobo a golpe de garra y con una chica en brazos, todo muy épico.
Desafortunadamente, son Craig Hamilton y Jim Fern (el peor de los dos con diferencia) los que se encargan del apartado artístico de Hombres lobo en el corazón de América, y eso ciertamente es un problema porque ya han demostrado en diversos números de la serie madre de Fábulas que su visión pictórica no encaja demasiado con el universo de los cuentos de Willingham, aunque Hamilton sí ha despuntado en alguna que otra ocasión. Como consecuencia, los resultados son aquí sosos, anodinos y aburridos, carentes de toda pretensión por contar una historia con un mínimo de impacto visual. Por no decir de Lee Loughridge, quien se marca aquí uno de los peores coloreados jamás visto en años, sin apenas texturas, iluminación ni tonalidades. ¿Efecto buscado? ¿Color acorde a la ambientación de un pueblo de la América profunda? No lo creo, simplemente se trata de una cuestión de desatino.
Tan sólo en algunos momentos el dúo de dibujantes parece que quiere conseguir una viñeta medio decente, pero eso ocurre tan sólo en una o dos ocasiones como mucho. Los fondos, aunque la escena transcurra de noche o de día, no tienen detalle alguno (no hay más que ver los que hace Mark Buckingham para demostrar que sí se puede hacer bien), siendo en ocasiones totalmente blancos y sin nada de atrezzo que sirva por lo menos para decorar el momento, y muchas veces los artistas tienen problemas con las formas de los personajes, los cuales no tienen un aspecto al cien por cien definido durante todo el volumen como está obligado por ley.
La conclusión es que estamos ante la peor entrega en rústica de Fábulas por muchos factores diferentes: color pobre que no cumple los mínimos exigidos por el universo de Fábulas, dibujo mediocre, fondos paupérrimos, un guión demasiado sencillo (como si Willingham lo hubiera escrito en la servilleta de una cafetería, cosa que no dudo), carente de interés, y poca o nula conexión con la serie principal de los cuentos. El lector que busque aquí una historia interesante, para entretener la vista por lo menos en un cincuenta por ciento de las viñetas por página, saldrá decepcionado. El editor y el creador de la serie son los que han permitido este bajón de calidad respecto a la fenomenal serie principal y otras historias, así que como han pasado más de dos años, podemos por suerte olvidarnos por completo de que Hombres lobo en el corazón de América ha existido alguna vez, y aquí no ha pasado nada.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.