Si habéis visto el tráiler, sabréis que el magnífico actor que es Benedict Cumberbatch interpreta al famoso Alan Turing, un extraordinario matemático responsable de descifrar el código de la máquina Enigma. Para quien no lo sepa, es aquella que cifraba todos los mensajes que mandaba el alto mando nazi al terreno de combate, con un código especialmente complicado de descubrir, ya que funcionaba mediante un cifrado distinto dependiendo de las personas que manipulaban dicha máquina. Para poder descubrir su funcionamiento, Turing pone en marcha una teoría con la cual prácticamente rozó la frontera de la ciencia ficción, lanzando al aire varias hipótesis con las que planteó si una máquina podría ser capaz de pensar de forma autónoma al ser humano. Se le considera el padre de la computación moderna, ya que fue la primera persona en inventarse lo que se podría considerar como el primer ordenador de la historia. Sus teorías, unidas a las distintas habilidades de los compañeros que trabajan con él para intentar ganar la Segunda Guerra Mundial, es la base de toda la película.
En The Imitation Game vemos cómo Turing consigue sobrevivir a la escuela –una institución de alto nivel severa y fría–. Su habilidad mental, lamentablemente muy alejada de sus capacidades sociales, le hacen ser el objetivo perfecto de las burlas y malos tratos de sus compañeros de clase. Pero con el tiempo, Alan conocería a Christopher, un chico de su edad que le ayudaría a hacer frente a esas amenazas, convirtiéndose de paso en el gran amor de su vida. Como os podréis imaginar, si a principios del siglo XXI todavía hay quienes ven con malos ojos las relaciones homosexuales, os podréis hacer una idea de cómo se veía todo esto en la estricta sociedad inglesa de principios del siglo XX. Marcado de por vida por la muerte prematura de su amigo, Turing se refugiaría en la criptografía, las matemáticas y lo que terminaría siendo los inicios de la electrónica, hasta encontrarse trabajando para el gobierno de finales de los años 40.
No os quiero destripar la película, pero sí puedo decir que al estilo de Una mente maravillosa, Cumberbatch borda como siempre su actuación de Alan Turing –independientemente de la extraordinaria caracterización que se han trabajado los del departamento de maquillaje y vestuario de la película–. Puede observarse el sufrimiento de ese matemático tan adelantado a su tiempo cuando no consigue encontrar un equilibrio entre sus conocimientos y su capacidad para relacionarse con los demás. Como caída del cielo, aparece en escena Joan Clarke, la que será su amiga y que en la cinta interpreta Keira Knightley.
El papel de la actriz también me ha parecido muy interesante, ya que al igual que Alan Turing –en su caso por su homosexualidad reprimida y por su capacidad intelectual–, su inteligencia, su habilidad con el cálculo, la criptografía y el hecho de ser mujer la marcaron poderosamente. El director Morten Tyldum usa la figura de Joan Clarke para mostrarnos una época en la que estaba mal visto que las mujeres se dedicasen a cualquier actividad que requiriese algún tipo de esfuerzo intelectual y en el que se debían seguir siempre las órdenes de la figura masculina. El esfuerzo de este personaje para formar parte del grupo que luchó por desentrañar los misterios de la máquina Enigma la llevan por tanto a ser la única capaz de entender todo lo que rodea la vida de Turing, incluyendo su homosexualidad.
En definitiva, The Imitation Game es una película realmente interesante, tanto para los que disfrutéis muchísimo con este periodo de la historia, como para los que os quedéis embobados con las buenas actuaciones. Es cierto que Keira Knightley suele actuar siempre igual, ya sea en el papel de Ginebra, capitana pirata, amante despechada o loca rebelde, pero creo que en esta ocasión se ha conseguido meter más en faena, porque a mí por lo menos me ha llegado bien el mensaje de Joan Clarke. Es una cinta que nos hace recordar que los héroes de guerra también existieron alejados del fango, las balas y la sangre. Es una pena que en aquella época que la homosexualidad de Turing pesase más que sus méritos, como bien comprobaréis al final de la película. También es una forma de mandar un mensaje a todos aquellos que dicen ser seres humanos pero que también parecen llevar unos cuantos cientos de años de retraso con respecto a este grupo social. Aconsejo encarecidamente que la veáis y que antes de hacerlo os deis un paseo por la biografía de Alan Turing, su vida os dejará con la boca abierta.
¡No te olvides de Mark Strong! XD Ese hombre siempre da un toque diferente a las pelis con su presencia, y últimamente está en muchas.
ResponderEliminarLa banda sonora de Alexandre Desplat también es muy destacable, y es una de las favoritas de los Oscars y para mí la que debería llevarse un Oscar.
La peli la verdad es que está muy bien, y el inicio ya da una referencia a cómo Turing terminó sus días en la realidad, solo que si no hemos leído su biografía se pasa desapercibido el detalle.
A mí no acaba de convencerme, es un docudrama que se centra en descifrar enigma y después se saca el as de la manga de la homosexualidad del protagonista que, hasta entonces, se había mantenido en segundo plano (la primera vez que aparece es en la conversación que tiene con su compañero, no recuerdo el nombre, donde le pregunta si es homosexual como podría haberle preguntado cualquier otra cosa), y toda esa parte final es un epílogo que ha perdido fuelle con respecto a lo anterior que tampoco era nada del otro mundo. No mejoraba la película Enigma, por ejemplo.
ResponderEliminarLa (sobre)actuación de Cumberbatch tampoco aporta mucho, demasiado aspaviento y muecas que, en fin...
Por otra parte, la reseña está muy bien, jajaja, otra cosa es que la peli no me haya convencido.