22 de febrero de 2015

Críticas de cine: 'Corazones de acero' (Fury) de David Ayer, un tanque en la boca del lobo

En enero se estrenó en cines españoles una película de esas que cuesta ir a ver. No porque la temática sea algo deprimente como es el caso –ninguna guerra es cosa de broma, pero quizás la Segunda Guerra Mundial fue especialmente cruenta–, sino porque sabemos que en la mayoría de ocasiones, las películas bélicas –salvo algunas de las mejores del cine clásico–, están siempre aderezadas con una gran cantidad de drama patriótico y de ñoña sensiblería que, frecuentemente, terminan diluyendo el verdadero propósito del metraje.

En Corazones de acero Fury en el original y además el nombre del tanque de los protagonistas–, un mecanógrafo de apenas veinte años –Logan Lerman como Norman Ellison– es enviado al corazón de Alemania para sustituir al copiloto y artillero del conductor en un tanque que, más que parecer una máquina dedicada a sembrar el caos y la destrucción, parece un monumento a la misma muerte, como si fuese un engendro de la propia guerra. Su asombro e incredulidad serán más que evidentes cuando contemple esa mole de acero y a todos los soldados que normalmente lo habitan: un grupo de veteranos que han visto demasiado horror desde que empezaron a guerrear en el norte de África y que milagrosamente han conseguido pertenecer juntos hasta las mismas puertas de la ciudad de Berlín.


“Una película muy aconsejable para todos aquellos que disfruten con este género”
Al igual que hemos visto en otras películas de este estilo, la resistencia de Norman Ellison a convertirse en lo que el llama «un asesino», choca con la actitud de sus compañeros de tanque con Jon Bernthal como Grady "Coon-Ass" Travis –tiene otro apodo en español pero os prometo que no lo recuerdo–, Michael Peña como Trini "Gordo" Garcia, Shia LaBeouf como Boyd "Biblia" Swan y Brad Pitt como Don "Wardaddy" Collier. Éste último, el jefe de ese pequeño escuadrón, es el que aporta gravedad al metraje. Inicialmente lo vemos con una actitud fiera, serena y comedida, y especialmente exigente con la incorporación a su equipo de Norman. Su reticencia a la hora de matar a otros soldados alemanes suele poner en riesgo a esos compañeros que tanto tiempo han conseguido sobrevivir juntos, llegando incluso a provocar la pérdida de uno de los tanques de la división al no haber tenido la entereza suficiente de cumplir su objetivo como artillero de apoyo al conductor. Tal es la resistencia del joven soldado a cumplir con su obligación, que Collier se ve obligado a "desvirgarlo" en lo relacionado con la vida y la muerte. Le pone una pistola en la mano –mientras está rodeado de los demás miembros de la división acorazada–, y obliga a Ellison a disparar a sangre fría a un prisionero alemán. El sufrimiento de numerosos civiles y la pérdida cada vez mayor de compañeros de la división, terminan por surgir efecto en el joven Norman, que paulatinamente se ve olbigado a comprender que en la guerra, por una cuestión de supervivencia, su obligación es la de matar o morir.


El guión es muy sencillo, es cierto, y no veremos grandes giros en el argumento. Sin embargo considero que eso que he mencionado al principio de esta crítica sobre el rollo patriótico y la sensiblería típica –en la que se echa de menos a familiares diversos–, está muy bien calculado. Las dudas del chaval protagonista pueden llegar a poner de punta los nervios de algunos espectadores algo impacientes como yo, pero creo que esto simplemente nos permite empatizar mucho más con el sargento Collier y sus hombres. Esa sensación de vértigo que debe de dar el estar en plena boca del lobo y no saber si puedes confiar en que el novato que te han mandado pueda cumplir su trabajo evitando la muerte generalizada de todos los hombres que tienes a tu cargo, debe ser algo bastante difícil de controlar. Además, las escenas en las que Collier aparece escondido entre algunos tanques, derribando su fachada de sargento impasible y llorando a lágrima viva mientras hiperventila, es algo que no se suele ver en este tipo de películas.

Corazones de acero es una película con un final previsible, pero no por ello menos interesante. El trabajo que desempeñan cada uno de los actores que aparecen es realmente notable, mucho más en el caso de Shia LaBeouf en el papel de "Biblia". Me gusta el que un actor sea capaz de tener mil registros y en el caso de este personaje, creo que es el que más variedad de emociones deja traslucir: es una mezcla entre la más absoluta devoción a su religión, una profunda ira hacia sus enemigos y un toque de locura producida por tanto tiempo metido de lleno en los horrores de la guerra. Una película muy aconsejable para todos aquellos que disfruten con este género.

Por cierto, ¿sabíais que el hijo de Clint Eastwood, Scott Eastwood hace una aparición fugaz como el sargento Miles? No me importaría verlo en más películas.

1 comentario:

  1. Pues la peli no estuvo nada mal, por lo menos es de esas bélicas que terminas recordando en algún momento del año porque tiene escenas bastante buenas, y los efectos especiales están muy trabajados. Pero sobre todo es la caracterización de los personajes donde acierta de pleno.

    Por lo menos me parece mucho mejor (aunque sé que no tiene nada que ver) que "Monuments Men', la cual me pareció decepcionante.

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