17 de marzo de 2015

Reseña: 'El desván de Tesla' de Neal Shusterman y Eric Elfman, la ciencia es divertida

Siempre me han fascinado esos caserones victorianos que salen en las películas norteamericanas, especialmente esos desvanes polvorientos y llenos de trastos que lo mismo esconden tesoros cubiertos de telarañas, son capaces de hacerte vivir una gloriosa aventura o dar más miedo que una tropa de gremlins hambrientos pasada la medianoche. Pues bien, ya podréis imaginar quién es el protagonista principal de esta original novela juvenil que nos trae Anaya: el desván. Y no, no un desván cualquiera; ya lo descubrirán Nick y sus amigos cuando una tostadora con muy malas pulgas le ataque el día que llegan a la vieja casona que han heredado de su tía, que mira por donde, era amiga de un tal Tesla y le guardaba todos los inventos. Sí, señores, el mismísimo Tesla, el gran mago del electromagnetismo. Así que cuando Nick, desconocedor del origen de tanto trasto inútil, organiza un mercadillo para desalojar el polvoriento desván de su tía abuela, termina sembrando el caos en todo el vecindario, en el instituto y hasta en el mismísimo NORAD.

Neal Shusterman (Desconexión, Reconexión) y Eric Elfman crean un libro destinado a un público juvenil, divertido y ligero, lleno de guiños a la ciencia y salpicado de las más disparatadas ocurrencias nacidas de los objetos más cotidianos: indiscretos gramófonos telépatas, tostadoras a reacción, guantes de béisbol distorsionadores de los campos gravitatorios… Vamos, lo habitual que cualquier chaval norteamericano puede encontrar en el desván de su casa y que hace que sea más peligroso que McGyver con una navaja suiza. Además, los protagonistas de tan desternillante historia —Nick, Caitlin, Mitch, Vince y el pequeño Danny— no solo se van a tener que enfrentar a una serie de trastos con más iniciativa de la habitual —que encima están esparcidos por todo el barrio tras un mercadillo casero— sino que también tendrán que lidiar con los hombres del chaleco vainilla, que mira tú por dónde, pertenecen a una organización ultrasecreta de científicos conocidos como los «Accelerati».


Como veis, El desván de Tesla es la primera entrega de la trilogía de “Los Accelerati”. Es un libro hilarante que en ocasiones puede llegar al humor más absurdo. Por un lado, ha sido una lectura divertida, aunque en ocasiones ciertos chistes quedaban fuera de contexto al ser culturalmente muy made in USA. Por otro, me ha sabido a poco y me he quedado con la sensación de que al libro le faltaba un algo más indefinible. Quizá, como gran admiradora de Neal Shusterman, autor juvenil que no veo que termine de despegar en España, esperaba un poco más de drama, acción y aventura. En lugar de eso, lo que me he encontrado es mucho humor, situaciones la mar de surrealistas e hilarantes. No me malinterpretéis, que el libro es divertido y se lee en un suspiro. Mi problema es que mis expectativas con Shusterman eran estratosféricas y casi esperaba una novela menos ligera, con menos humor, y algo más acorde a los dos títulos anteriores publicados por Anaya, olvidando que estamos ante un libro salpicado de ciencia ficción, aventura, humor y dirigido a un rango lector a partir de doce años, no young adult. ¡Quiero el tercer libro de Desconexión, y lo quiero ya!

Ejem, que ve voy por las ramas. Volviendo al tema que nos ocupa, El desván de Tesla es un divertido libro juvenil para esos pequeños inventores de casa, lleno de humor y situaciones descacharrantes protagonizadas por los objetos aparentemente más inofensivos que encontremos por casa, que a la que te descuidas te montan un sarao de proporciones galácticas. De lectura ágil, amena y divertida, encantará a los chavales y les hará descubrir muchas curiosidades y anécdotas de la ciencia. Por otro lado, no volveréis a mirar a la tostadora con los mismos ojos, os lo digo yo. ¡Tesla tenía que ser!

Anaya Infantil y Juvenil. Rústica, 296 páginas, 15 € (disponible en electrónico).

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