El libro de Lovecraft
Género: Ficción histórica; Editor: Valdemar; Edición: Rústica, 416 páginas, 11,60 €; Traducción: Elías Sarhan
Género: Ficción histórica; Editor: Valdemar; Edición: Rústica, 416 páginas, 11,60 €; Traducción: Elías Sarhan
Howard Philips Lovecraft, además de uno de los mayores nombres de la literatura de terror, era un xenofobo convencido. Esto es un hecho innegable: cualquiera que sepa algo de su vida puede constatarlo —el famoso episodio de su visita a Nueva York, donde la visión de inmigrantes de variadas nacionalidades le asqueó profundamente— e incluso resulta evidente en su obra, donde a menudo insiste en temas de raza y mestizaje.
Siendo un autor importante y con una
obra extensa y muy querida, no le han faltado defensores. Se suele
decir que era simplemente “un hombre de su tiempo”, y que en
aquel entonces estos temas estaban poco evolucionados, que se crió
en un entorno conservador donde pensar de aquel modo era lo habitual
e incluso que su prejuicio era únicamente intelectual, implicando
que en el trato personal nunca habría cometido la descortesía de
insultar o apalear a alguien que no fuera anglosajón. Gran consuelo.
Richard A. Lupoff
Richard A. Lupoff
Pero el hecho es que “su tiempo”
son los años treinta, su tiempo es el siglo XX. No estamos hablando
de un burgués nacido en una plantación del sur profundo a mediados
del XIX. La gran depresión aún coleaba en los estados unidos, se
presionaba para que el poco trabajo disponible fuera para los
blancos, había segregación en escuelas y sitios públicos. Pero
Lovecraft no trabajaba más que para la ocasional revista de relatos Weird Tales o para algún patrón para quien ejercía de
negro literario, y raramente salía de su Providence natal.
Difícilmente se podría haber encontrado en alguna situación
desfavorable que pudiera atribuir, al retorcido modo de los racistas,
a una mala distribución de los recursos entre “locales” y
“extranjeros”.
Una actitud tan xenófoba en aquel contexto se podría haber llegado a comprender mejor en alguien iletrado, pero Lovecraft, aunque careciera de estudios superiores, era un estudioso autodidacta, lector consumado, un hombre muy ilustrado. Resumiendo: no se puede excusar a Lovecraft. Sus ideas respecto a estos temas eran tan repugnantes como lo son sus descripciones de las distintas etnias con que se iba cruzando. Lovecraft solo era “un hombre de su tiempo” entendiéndolo de forma completamente literal: “su” tiempo. Un tiempo que nunca existió, una especie de arcadia feliz que había montado a partir de fragmentos de costumbres victorianas, de la era georgiana, de actitud caballeresca, de nociones sobre la supremacía anglosajona derivada directamente de los peores delirios de grandeza del Imperio Británico, todo mezclado con una personalidad antisocial e introvertida y la influencia de una familia cuanto menos disfuncional.
Una actitud tan xenófoba en aquel contexto se podría haber llegado a comprender mejor en alguien iletrado, pero Lovecraft, aunque careciera de estudios superiores, era un estudioso autodidacta, lector consumado, un hombre muy ilustrado. Resumiendo: no se puede excusar a Lovecraft. Sus ideas respecto a estos temas eran tan repugnantes como lo son sus descripciones de las distintas etnias con que se iba cruzando. Lovecraft solo era “un hombre de su tiempo” entendiéndolo de forma completamente literal: “su” tiempo. Un tiempo que nunca existió, una especie de arcadia feliz que había montado a partir de fragmentos de costumbres victorianas, de la era georgiana, de actitud caballeresca, de nociones sobre la supremacía anglosajona derivada directamente de los peores delirios de grandeza del Imperio Británico, todo mezclado con una personalidad antisocial e introvertida y la influencia de una familia cuanto menos disfuncional.
Como personaje, Lovecraft es
fascinante: su biografía —la de L. Sprague de Camp, por ejemplo, también la publicó Valdemar y recomiendo su lectura— es muy
interesante. De sus neurosis supo sacar mucho jugo, y de su
personalidad Lupoff saca una excelente novela histórica.
Lovecraft, los nazis y la reescritura del Mein Kampf
El libro de Lovecraft, de Richard A. Lupoff (Brooklyn, 1935), reeditado recientemente en la colección Diógenes de Valdemar, es una novela histórica de ficción, pero soberbiamente ambientada. No hay elemento sobrenatural alguno, ni se intenta construir una historia de terror. Dicho queda como advertencia, porque podría llevar a engaño el nombre de Lovecraft en el título.
El libro de Lovecraft, de Richard A. Lupoff (Brooklyn, 1935), reeditado recientemente en la colección Diógenes de Valdemar, es una novela histórica de ficción, pero soberbiamente ambientada. No hay elemento sobrenatural alguno, ni se intenta construir una historia de terror. Dicho queda como advertencia, porque podría llevar a engaño el nombre de Lovecraft en el título.
Antes de entrar a comentar la premisa,
decir que Lupoff se documentó a conciencia para escribir esta
novela. Y se nota. Es vívido el retrato que pinta de aquellos años
tan convulsos en los que Mussolini acababa de tomar el poder en
Italia, Alemania seguía arrastrando las consecuencias del tratado de
Versalles que facilitarían el ascenso de Hitler y la revolución
Rusa, que al estallar había mandado un mensaje de alarma por todo el
mundo, estaba en un momento decisivo con la lucha por el poder entre
Stalin y Trotsky.
Todos estos problemas, lejos de
quedarse en Europa, ya habían cruzado el Atlántico y estaban muy
presentes en las calles de Estados Unidos. Camisas negras,
defendiendo el fascismo, los rojos, el comunismo, el Ku Klux Klan radicalizándose. Sumemos los fanáticos religiosos, el desempleo y
un miedo generalizado al conflicto que efectivamente acabaría
llegando y convirtiéndose en la Segunda Guerra Mundial y tendremos
una situación de extrema tensión.
Solo por esto ya merece la pena leer
este libro. Dejando de lado la trama, los personajes, el fondo es muy
interesante y creo que poco conocido: la siniestra excentricidad del
KKK y el submundo de los ultraderechistas.
La trama en sí es interesante. Como
decía, las ideologías extremistas gestadas en Europa estaban
penetrando en América: una América con las defensas bajas tras la
crisis. Pero para ciertos individuos afines al nacionalsocialismo
esta penetración era demasiado lenta: se requería de algún golpe
de efecto. Y cuando el editor George Sylvester Viereck, con
conexiones con el anterior régimen alemán y con el nuevo régimen
germánico en gestación descubre a Lovecraft, cree haber encontrado
el modo de lograr este golpe.
La ideología Nazi tenía que
difundirse, pero no llegaría al gran público si lo hacía de la
mano de un inmigrante alemán, de un extranjero. Siendo Lovecraft un
Americano de pura cepa, descendiente de Ppuritanos de la vieja
Providence, el impacto sería mucho mayor. Un estadounidense con
pedigrí para escribir el remake americano del Mein Kampf.
Y, como reza el prólogo, Lovecraft
realmente se lo plantea; en este tal Hitler ve paralelismos que le
inspiran. El que HPL se condene definitivamente a ojos de la historia
o esquive la bala dependerá únicamente de un grupo de amigos
legendarios por derecho propio: Robert E. Howard, Clark Ashton Smith,
Frank Belknap Long... y su esposa, la olvidada Sonia Lovecraft. Y
Hardeen, hermano de Houdini. Todos personajes reales y muy bien
caracterizados: a Howard lo vemos paranoide y de gatillo facil en su
papel de Bob Dos Pistolas; Ashton Smith, bohémio y discreto; en
Sonia Lovecraft recaerá el papel trágico, enamorada de un hombre
tan peculiar para quien ella apenas existe, y Hardeen es el
héroe con más recursos de los previsibles.
Naturalmente, Lupoff inventa la mayor
parte de la trama, pero adornada con suficientes elementos de verdad
como para hacerla creíble; el unterwasserprojekt es tan fantástico
como verosímil y el modo como Lupoff lo conecta con la gestación de
la más conocida de las obras de HPL, La llamada de Cthulhu, es
un detalle memorable.
El propio autor busca formas de redimir
a su personaje principal, Lovecraft. Tenemos que reconocerlo, era un
hombre que no vivía en la realidad. Varias veces se le recuerda a lo
largo de esta novela que una cosa son las ideas y otra el efecto que
estas puedan tener sobre la gente, y aquí es donde el hermitaño de
Providence falla. Él existe en su arcadia mental anglosajona y
pergeña teorías cuya injusticia —y trágicas consecuencias— no le preocupan porque no llega a vincularlas con seres humanos
reales. Dicho lo cual, que quede claro: es mi opinión y normalmente (hay excepciones, y uno no es perfecto) es
conveniente separar a un autor de su obra. La ideología del primero
no tiene por qué inspirarnos rechazo por la segunda.
Es curioso pero mucha gente en esa era tenia bastantes prejuicios a pesar de que algunos fueran intelectuales, para empezar serian muy pocos que leyeran novelas escritas por habitantes de otras culturas dando un punta de vista único sobre gentes y esos lugares; lo normal era leerse crónicas de viajeros y aventureros que relataban sus experiencias desde su punto de vista. A medida que avanzaba el siglo XX los escritos con otros puntos de vista culturales se harian mas comunes ayudando asi a empatizar y conocer a la gente y costumbres que parecían totalmente extrañas a los occidentales. Hay un ejemplo aparte de Lovecraft sobre un famoso escritor conocido socialista y respetuoso con los hispanos y asiáticos exceptuando a los chinos que al parecer este hombre se asusto cuando irrumpieron en la California del sigloXIX y dio origen al dicho del "peligro amarillo". Este escritor es Jack London y relato en una novela que en un futuro a raíz de la masiva inmigración china estos querían hacerse con el mundo, y asi en una reunión de las naciones del resto del mundo orquestan un plan para realizar un genocidio a China atacándoles con armas bacteriológicas algo que en el fondo lamentan pero que justifican en la novela. Yo si que creo que en parte casi todo ciudadano era mas o menos racista y los que se salvaban eran gente que había vivido entre ellos : H Rider Haggard por ejemplo ya que conocio a muchos zulúes. Y si no veréis que el propio creador de Tarzan cuando creo con su fortuna la población de Tarzana en California puso de condición que ningún negro pudiera comprarse un hogar allí. Recordar que la segregación racial duro hasta en los años 60 en los USA
ResponderEliminarTampoco hay que olvidar que Sonia Greene era judía, Lovecraft era un cumulo de contradicciones y le gustaba recrearse en su imagen de tipo excéntrico.
ResponderEliminarClaro, esto es en parte lo que quería decir con lo de su arcadia feliz; sus ideas eran contradictorias en este y en otros tantos puntos. Y sobretodo, desligadas de la realidad. Es lo que dices, ella era judía, y Ucraniana, y pese a ello HPL se casó con ella. Pero me pregunto si realmente eran contradicciones o omisiones convenientes: el mirar para otro lado cuando su teoría se encontraba con un hecho de la vida real que la desafiaba. Mirar para otro lado para no tener que profundizar en los problemas de su visión del mundo.
ResponderEliminarLas opiniones e ideología de Lovecraft son bien conocidas, así como el ambiente de ebullición política que le tocó vivir.
ResponderEliminarPero aparte de todo eso, pienso que la reseña es un tanto pobre, dicho con el mayor de los respetos al autor de la misma y a los responsables de esta web.
Bien está hablar de la época en la que se sitúa una novela o de la personalidad e ideas del individuo en que se basa. Pero no creo que deba ocupar las tres cuartas partes del artículo. Y es que tras leerlo no me queda claro si la trama está bien hilvanada, los secundarios encajan en la historia -sólo hay una breve referencia a que están "bien caracterizados"- o si sólo se les saca por ser escritores de renombre -como ocurría con otra novela también protagonizada por Lovecraft y editada hace poco-, si el final cierra adecuadamente la narración, si la acción se encuentra bien dosificada, etc.
En suma, tras leer la reseña me ha quedado clara la opinión del autor sobre Lovecraft y sus ideas, pero no tanto sobre la novela en cuestión.
Esto es sólo un comentario que pretende ser constructivo, espero que nadie se lo tome como un ataque ni nada por el estilo.
Al contrario, muchas gracias :) sin critica constructiva es imposible mejorar.
ResponderEliminarAunque esta es una buena novela, muy bien construida, lo más interesante me pareció esto, el contexto: no solo las ideas de Lovecraft que como dices son bien conocidas, sino sobretodo el ambiente de aquel entonces en Estados Unidos, y seguramente me dejé llevar más de lo debido por este interés.
Respondiendo a algo de lo que planteas como ejemplo, los escritores de renombre que aparecen a parte del propio HPL lo hacen de forma bastante justificada, que encaja con la trama, no se ve forzado; y en cualquier caso, hacen mas que nada un breve cameo.