Lisa Tuttle es un misterio
que Nevsky Prospects está empezando a descifrar en España. Y, como
comentábamos en la crónica de su visita a la librería Gigamesh hace unos días, ya tocaba. Tuttle, autora
premiada con los mayores galardones de su especialidad y reconocida
influencia fundamental del terror y la ciencia ficción desde
mediados de los ochenta, no contaba con siquiera un solo libro suyo
editado en España, salvo la colaboración con George R. R. Martin en Refugio del viento.
Cuando tuve ocasión de escucharla en
su breve paso por Gigamesh lo que oí acerca de sus relatos me
sugería que seguramente serían muy de mi gusto, pero no imaginaba
hasta qué punto. Ahora, apenas una semana más tarde, y habiendo
terminado este Nido de pesadillas, siento que he descubierto otro autor de cabecera de los que se prestan a múltiples lecturas.
Nido de pesadillas es una
colección de relatos brillante que se centra en explorar un tipo de
horror cotidiano e introspectivo. Hay muy poco elemento sobrenatural,
y el que hay –y esto me parece fascinante– suele prestarse a
interpretaciones. ¿Era realmente un monstruo lo que ha visto nuestra
protagonista? ¿O ha visto lo que su mente perturbada le ha sugerido? Nido de pesadillas habla de mujeres sometidas al estrés de una relación que no funciona o al de
la maternidad, al reto de compaginar ésta con la vida laboral y la
pasión por el arte, o el vivir con una baja autoestima, de gente
sometida a personas posesivas y absorbentes. ¿Qué pasa cuando en
este estado mental agotado, desgastado, susceptible y sugestionable aparece algo extraño? Puede que la imaginación lo retuerza y le de
fuerza hasta convertirlo en una pesadilla, o puede que realmente sea
una pesadilla encarnada.
Incluso en aquellos relatos cuyos
finales parecen más drásticos queda aún la opción de considerar
que todo no es nada más que la interpretación del narrador —el narrador sugestionado— de algo si no normal, por lo menos no
necesariamente terrorífico. Otra característica que comparten es
que muchos tienen una lectura alegórica: a veces parecen el fruto de
una mente violada que intenta explicarse el trauma que ha vivido y le
da forma de fantasía. Todo expresado con una sutileza y una
elegancia que refuerzan la ambigüedad del relato y así lo hacen
mucho más penetrante que si se recurriera a un festival gore.
Como no me suele parece buena idea
ir comentando los relatos uno a uno, ya queanalizarlos todos al detalle requeriría más espacio del
que disponemos, voy a hablar de los que más me han impactado, e
intentaré agrupar el resto por temáticas generales.
“El señor de los
caballos”, “La memoria de la madera” y, sobre todo, “La otra
madre”, exploran el tema de la maternidad, deseada o no, y la forma en que absorbe tanto de la vida de la madre que a veces ésta
pierde sentido. En “El señor de los caballos” una pareja se
traslada a vivir a la casa de unos antepasados del marido; en “La
memoria de la madera” otro matrimonio compra un arcón en una venta
de garaje, para decorar su nueva casa. La gente que se muda a un
nuevo hogar es algo recurrente en la ficción de Lisa Tuttle, según
veo, la tensión de encajar en un lugar nuevo lo convierte en un
punto de partida ideal para sus relatos. En el primer caso, la
familia descubre que en el establo adyacente a la casa ocurrió hace
décadas un grotesco asesinato; en el segundo, el arcón recién
adquirido emite un hedor a podredumbre espantoso que solo se percibe
unos instantes al abrirlo y luego se desvanece. En ambos casos son
los niños los que contactan con lo que se esconde detrás del
establo y del baúl y los padres —las madres en particular—
quienes padecen las consecuencias. “La otra madre” sigue en esta
línea: se trata de una historia brillante (una de las mejores de
este tomo) donde la protagonista, recién divorciada y con dos niños
a su cargo, intenta reconectar con su antigua pasión por la pintura.
En las orillas del lago en cuya orilla se alza su hogar, conectará
con algo más salido de los viejos mitos galeses.
Siguiendo aún con las parejas,
destacar otro de mis favoritos, “Bienes compartidos”, una
historia brutal tanto por sus implicaciones como por el modo tan
sencillo y descarnado con que Tuttle describe un
proceso de divorcio y la forma de afrontar la separación: como
nace y muere el amor de la pareja, si es que de amor se trata, y de
las consecuencias de éste. O, como su título indica, del sentimiento de propiedad y sus consecuencias. Muy remarcable el modo como se usa el lenguaje para enfatizar la hipocresía (cobarde y cruel) de la pareja; cuando insisten en hablar de "dormir" en lugar de "matar" Tuttle consigue que les odiemos aún más.
Dos de las historias más violentas y
agradablemente desagradables son “Nido de bichos” (que me
recuerda muchísimo el “Una edad difícil” de Starobinets) y “Sun City”. El primero, que abre la colección, es el relato de una
chica que, pasando por un momento difícil en su matrimonio, decide
alejarse de todo visitando a su tía en su casa cerca del mar. La
casa —que parece abandonada desde el exterior–— está en
realidad mucho más poblada de lo que se imaginaba; el final de esta
historia es profundamente perturbador. “Sun City” se parece un
poco a “El corazón delator” de Poe: una mujer languidece después
de un matrimonio fallido, un trabajo fallido y resumiendo, una vida
fallida. Y en su existencia crepuscular, empieza a perseguirla lo que
parece el fantasma de la culpa por lo que hizo — o no hizo— en
México durante su luna de miel. Aquí encontramos un poco de este
sabor mitológico que Jesús Palacios mencionaba en su introducción. Y bien documentado por cierto.
En el otro extremo del espectro, hay tres
historias profundamente emocionales y cien por cien psicológicas:
“Recorriendo el laberinto”, “Necesidad” y “Cuando te
necesita un amigo”. Más que relatos de terror —aunque el
segundo tiene una escena que parece inspirada en “La pata del mono”
de W. W. Jacobs, uno de los relatos de terror más célebres de la
historia— son relatos de nostalgia, desamor y poesía con un toque
fantástico. En el mismo sentido podríamos analizar el que cierra el
tomo y da origen a la ilustración de la portada: “El nido”, otra
de a las obras maestras de la colección. Es una historia que encarna
a la perfección el “estilo Tuttle” de hacer terror: todo es
subjetivo. El narrador –la mayor de dos hermanas que se trasladan
a una casa de campo hasta entonces abandonada– nos habla de la
decadencia, del desvío de su hermana pero ¿cual de las dos es
realmente la desviada? Y a qué nido hace referencia el título
realmente?
Dejo para el final “Vuelo a
Bizancio”, que junto a “El nido” y “La otra madre” es lo
mejor de lo mejor de este libro. Lisa Tuttle nos contó —a los que
asistimos a su charla en Gigamesh— que en parte lo había basado
en hechos reales. Especificó que solo en parte, y me alegro, porque
lo que padece la escritora que protagoniza este cuento es una
pesadilla que solo los que hemos vivido en algún momento
sintiéndonos marginados podremos entender en su plenitud. Más que
elemento sobrenatural aquí hay surrealismo desbocado: una autora
(Tuttle) que basándose en hechos reales escribe sobre una autora (la
protagonista) que, tras escribir su primera novela y recibir una
invitación para la convención de ciencia ficción de Bizancio en Texas, llega a un
sitio que parece sacado directamente de los rincones más oscuros de
su cabeza, peligrando su cordura.
Analizado el contenido, demos una
ojeada al continente. La edición es estéticamente muy bonita, con
un diseño de portada espectacular y un papel color crema muy
agradable. El
problema —que tampoco es un gran problema— llega con algunos
detalles de la traducción que llaman la atención. En la mayor parte
de los relatos hay alguna que otra errata, falta de ortografía; y lo
que más llama la atención es que dos de los relatos tienen un
título distinto según si cogemos el que figura en el índice y la
contraportada o el encabezado del relato. Así, en portada e índice
consta como “El señor de los caballos” el relato que en el
interior se titula “El dios caballo”. O “Cuando un amigo te
necesita” (contraportada e índice) contra “Cuando te necesita un
amigo” (encabezado). Nada que desmerezca el tomo en absoluto, pero
que hace falta comentar.
En resumen, recomiendo fervientemente Nido de pesadillas con la advertencia de que, este sí, es un
libro peligroso: el estilo de Tuttle es impactante, sincero e
intimista. Uno llega a conectar con sus protagonistas, sus miedos e
inseguridades, sus problemas, sus desgracias; y esto lleva a
reflexionar sobre los propios. Esto es terror de primera clase, que a
veces me recuerda a Machen (“Recorriendo el laberinto”, “El
señor de los caballos”, “La otra madre”) por sus contrastes
entre civilización y mundo rural, a veces a Poe (“Sun City”),
que siempre sorprende con su extrema sutileza y ambigüedad, y que —y aquí disiento con el prólogo de Jesús Palacios— no tiene
demasiado que ver con el horror cósmico, salvo cogiendo un poco por
los pelos el tema de los miedos atávicos, de los monstruos del
inconsciente colectivo, si aceptamos que puedan considerarse
entidades externas a uno mismo con las que se pueda establecer
contacto.
Nevsky Prospects, mayo 2015
Traducción de Marian Womack
Rústica con solapas, 288 págs. 19 €
Nevsky Prospects, mayo 2015
Traducción de Marian Womack
Rústica con solapas, 288 págs. 19 €
cyberdark ha publicado un avance de otra antologia de cuentos de Lisa Tuttle, "Recuerdos del cuerpo", cuya publicación está prevista para Septiembre por "La biblioteca del laberinto". La contraportada dice "Su primera colección, A Nest of Nightmares (que esperamos publicar en breve)..." Imagino que ya no lo harán.
ResponderEliminarSí, es muy raro que una editorial anuncie una novedad sin siquiera saber si va a poder publicarla, como ha ocurrido en otras ocasiones. Yo desde luego que no anunciaría nada hasta saber si tengo o no los derechos de una obra.
ResponderEliminarEn el caso de la autora, es incomprensible que nadie hasta ahora haya publicado nada suyo, pero por fin se han decidido.
Buena reseña, por cierto. :)
excelente reseña, muy interesante y atinada, Lisa Tuttle no es la única autora de terror del boom de los 80 inédita en España, que decir de Karl Edward Wagner, Dennis Etchison, Steve Rasnic Tem...
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