Estamos en el año 2015 después de Jesucristo, y aunque Francia hace mucho que dejó de estar ocupada por los romanos todavía imaginamos que hay una aldea poblada por irreductibles galos que resiste todavía y siempre al invasor.
Está hecho. Astérix y su inseparable amigo Obélix han dado el esperado salto al cine de animación después de protagonizar Astérix y los vikingos en 2006, la última película de animación tradicional hasta la fecha (antes de eso teníamos que remontarnos hasta Astérix en América en 1994). La larga sequía de películas de dibujos animados del guerrero galo es enorme teniendo en cuenta su popularidad y la cantidad de público que devora cada álbum que se publica, pero nos queda el recuerdo (y los VHS, los DVD y, más recientemente, los BD) de títulos como Las doce pruebas de Astérix o Astérix en Bretaña, clásicos donde los haya y con los que nos hemos reído hasta decir basta.
Pero entonces el 3D llega a la aldea de irreductibles y nos hace plantearnos si no estaremos ante la forma definitiva de hacer películas de Astérix, porque hay que reconocer que Louis Clichy y Alexandre Astier lo han bordado, o por lo menos esa es la sensación que me ha quedado tras salir del cine más contento que unas castañuelas. Esperaba una buena película de animación que hiciera valer las cualidades del cómic, pero lo que no esperaba es que fuese una sesión de risoterapia en toda regla.
"Para partirse la caja", así es como coloquialmente se podría definir Astérix y la residencia de los dioses, y con eso ya se dice todo. Está llena hasta los topes de gags visuales, tiene una calidad técnica sobresaliente, un colorido brillante y encima es respetuosa al cien por cien con los álbumes del galo. Tanto es así esto último que en solo diez minutos podemos comprobar de primera mano hasta qué punto está hasta arriba de referencias, de esas disfrutarán hasta el extremo los que ya conozcan sus aventuras (no falta nada, desde la poción mágica y el pescado podrido, hasta los divertidos nombres romanos, la crítica al capitalismo y los estridentes cantos del bardo), y supondrá un buen punto de partida para los que solo han leído uno o dos álbumes en su vida, los conozcan de oídas o busquen una película de animación decente que poner a los niños. Porque hay que decir que Astérix y la residencia de los dioses es una de esas pocas películas que están pensadas para varios tipos de público. Eso sí, borrón y cuenta nueva respecto a esas películas con actores reales que alguien pensó en algún momento que serían buena idea, y salvo Astérix y Obélix contra César, el resto me parece pura bazofia que solo proporciona vergüenza ajena.
Astérix y la residencia de los dioses está a otro nivel, sobresale y se equipara con las películas de animación que los americanos estrenan todos los años, tanto es así que el tipo de humor que vemos está muy influenciado por el cine de animación estadounidense (golpes rápidos y secos como un movimiento de kung fu, slapstick lo llaman), todo ello muy bienvenido, pero sin que pierda un ápice de la esencia de los álbumes de Goscinny y Uderzo.
Por eso no puedo más que recomendar echarle un ojo a esta primera película de Astérix en el terreno de la animación 3D y lo bien que quedan los personajes con volumen después de un puñado de décadas viéndolos en dos dimensiones. Los que no sean seguidores de sus aventuras les parecerá una película muy divertida, y los que sí lo sean les parecerá, si no una obra maestra, una cinta muy a tener en cuenta que se suma a la lista de clásicos de animación del guerrero galo. ¿Ha valido la pena el salto de Astérix a la animación por ordenador? Sí rotundo, porque a partir de ahora las películas de Astérix tienen que ser así de divertidas, ocurrentes y con buen gusto.
ASTÉRIX Y LA RESIDENCIA DE LOS DIOSES
Fecha de estreno — Abril 30, 2015Nacionalidad — Francia, Bélgica
Productora — M6 Films, Belvision, Grid Animation
Duración — 85 min.
Guión — Alexandre Astier, Jean-Rémi François
Dirección — Louis Clichy, Alexandre Astier
Estamos en el año 50 A.C. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y detienen siempre al invasor. Exasperado por la situación, Julio César decide cambiar de táctica: como sus ejércitos han sido incapaces de imponerse por la fuerza, será la misma civilización romana la que se encargará de seducir a los bárbaros galos. Para ello, ordenará construir al lado de la aldea una lujosa residencia para romanos: “la residencia de los Dioses”. ¿Podrán nuestros amigos galos resistirse a la tentación del dinero y el confort romano? ¿La aldea se convertirá en una simple atracción turística? Astérix y Obélix tendrán que esforzarse para frustrar los planes del César.
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