24 de agosto de 2015

'Espinete no existe' de Eduardo Aldán, nostalgia de una época especial


Se suele decir que "cualquier tiempo pasado fue mejor", que al fin y al cabo "todas las modas vuelven" o también que "la historia tiende siempre a repetirse". Desgraciadamente, con respecto a algunos productos juguetes, me refiero y a programas de televisión, la cosa no ha vuelto a ser como antes. Tampoco lo ha sido con revistas antiguas y que siempre hemos atesorado con esmero. Y es que resulta que algunas épocas marcan una gran diferencia en nuestro cerebro, sobre todo la de los ochenta, cuando la revista El libro gordo de Petete ya estaba dando sus últimos coletazos o cuando nos dedicábamos a echarnos unos combates épicos con El tragabolas, donde lo único que nos importaba era estar a tiempo en casa para ver Bola de dragón, a ver si después de treinta capítulos íbamos a perdernos el final del combate contra Freezer.

“Para regalar a muchos nostálgicos que pondrán cara boba cuando vean algo que les recuerde los buenos tiempos”
Por todas estas razones, cuando ojeé Espinete no existe del gran Eduardo Aldán lo primero que hice fue mirar con ojitos tiernos a mi acompañante para que me lo comprase. Por dos razones fundamentales: echo de menos a Espinete y siempre me he partido de risa con los monólogos de Eduardo Aldán. Es un artista que ha logrado mantener en cartelera su espectáculo de Espinete no existe en la Gran Vía madrileña durante la friolera de toda una década, haciendo historia, dicho sea de paso. Lo interesante de este libro, y que lo diferencia de otros que hemos podido ver del estilo como fue el caso de Revisitando los 80 y Yo fui a EGB, es que todo lo que en él aparece lo hace en clave de humor, como únicamente puede hacerlo Eduardo Aldán. Es algo que insta a experimentar la lectura de una forma distinta, porque no es un libro que se empiece a leer desde la página 1 hasta la 243. Te permite elegir, dependiendo de tu estado de humor, aquello que te haga retraerte a tu pasado ochentero para poderlo comentar con tu pareja, con tus amigos o con la familia.


Por poner algunos ejemplos, quiero mencionar una de las cosas que más gracia me ha hecho del libro: el mítico Blandi Blub bajo el título "No es fácil ser verde" —mira por donde, todas las cosas que aparecen descritas aquí me pasaron a mi—. Sí, era una cosa asquerosa con la que podías jugar sin que te llamasen la atención, y encima era una sustancia capaz de mutar en un nuevo espécimen gracias a la grandes cantidades de roña, pelos y pelusa que podía almacenar antes de quedarse como una piedra. Como añadido y a modo de detalle, en cada página viene lo que se conoce como una "Espinetada", es decir, anotaciones que encontraremos por todo el libro mediante la efigie del famoso puercoespín rosado sobre un papel de libreta del mismo color. En estos pequeños fragmentos, Aldán nos recuerda esas otras cosas que incitaban a los niños a hacer guarrerías con imágenes que hoy en día haría llevarse las manos a la cabeza a más de un puritano: La pandilla basura, con Soplando Armando o Moquito Socorrito entre otros.

Niños felices con el famoso Blandi Blub

Me gustaría hacer otra mención especial a algo que también me ha parecido muy curioso: la sección "Los libros de texto" con el título: "Ni se crean ni se destruyen, se traspasan". Más de uno, leyendo estas líneas, sabrá cuánta verdad guardan estas palabras: es muy posible que todavía tengamos libros de EGB guardados por ahí porque según nuestras madres, y aunque tengamos treinta años, "no sabes si te pueden llegar a servir". Al final terminan formando parte de nuestra casa, de nuestra infancia y de nuestro futuro cuando se los enseñemos a nuestros hijos o sobrinos cuando sus libros de texto sean una birria y nos sintamos obligados a pasear los nuestros con gran orgullo. No porque sean mejores, sino porque han sido capaces de sobrevivir a las redadas de destrucción de nuestros padres por el simple hecho de haber nacido en los ochenta.

En esta sección aparece además una mención a La historia interminable de Michael Ende, y como no, a los librojuegos de Dragones y mazmorras de "Elige tu propia aventura", con el dibujo de La montaña de los espejos qué gran libro, aún recuerdo aquella zona en el que las piedras hablaban a tu héroe—.

En resumen, Espinete no existe es un libro realmente chulo para ojear, releer y, porqué no, para regalar a muchos nostálgicos que pondrán cara boba cuando vean algo que les recuerde los buenos tiempos. No tengo espacio suficiente como para comentar todas las cosas que me han gustado de Espinete no existe, pero baste decir que la publicidad que tenéis que tragaros en mitad de vuestra película o programa favorito —o vuestras sesiones en el cuarto de baño— podrían ser momentos mucho más entretenidos de lo habitual gracias a este libro. Lectura informal para disfrutar a lo grande en los lugares más insospechados, no hay más. Dudo que de la primera década del siglo XXI nadie pueda hacer un libro como éste, así que ya sabéis, a disfrutarlo.

Ah, se me olvidaba, no olvidéis leer la sección de los estuches de dos pisos, de las gomas de borrar Milán, del Tang, de la Nocilla y el Cola Cao; también de los Peta Zetas, de los polos de Drácula y los Frigo Pie, del grupo musical Parchís, de la paga semanal tiene una imagen de una moneda enorme... ¡de 50 pesetazas! de los columpios para niños de verdad no como los de ahora, donde los niños rebotan cuando se caen y encima lloran—, y como no, de la sección de Félix Rodríguez de la Fuente. Mejor pensado, no olvidéis de haceros con este libro cuanto antes y de pasaros por aquí a comentar vuestros recuerdos, estoy segura de que Espinete no existe os encantará.


Plaza & Janés
Serie: Independiente
Lanzamiento: 5 de junio de 2014
Edición: Rústica con solapas
Género: Ensayo, humor
ISBN: 978-8401343223
256 páginas
17,50 €  (9,99 € en electrónico)

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