Para cualquier lector más o menos curtido en el campo del tebeo cuesta tomar la decisión de señalar una única obra, una colección determinada o un volumen concreto como número uno de entre sus favoritos, habiendo sin duda cientos de ejemplos dignos de alzarse con la etiqueta de imprescindible, dejando de lado tantas y tantas opciones que bien se pueden revelar igual de válidas y contar con la aprobación objetiva y compartida de aficionados y crítica especializada. Y, sin embargo, ante el dilema de elegir a un representante de nuestros gustos personales en un terreno artístico u otro —de los que desde luego el cómic forma parte—, probablemente la mayoría tengamos un nombre que aflora a nuestra mente casi de forma espontánea. En el caso de quien escribe, ese cómic por excelencia es Thorgal.
Es difícil sintetizar en sólo unas líneas lo que un tebeo de estas dimensiones, que tan buenas horas de lectura me ha proporcionado, simboliza. Aventura en estado puro, fantasía y ciencia ficción se dan cita en torno a uno de los personajes de más dilatada trayectoria en el universo del cómic europeo moderno: Thorgal, nacido en 1977 en la revista belga Tintín. La capacidad de concentrar distintos géneros sin hacer aguas en ninguno de ellos, de crear un elenco de personajes complejos que se mantienen en el tiempo, entrando y saliendo acertadamente de la trama, y de tejer un guión coherente y de calidad durante los más de treinta álbumes y otros tantos años con los que cuenta en su haber, acreditan a esta serie como una de las obras maestras indiscutibles del medio.
El maravilloso dibujo y el tratamiento del color en constante evolución del polaco Grzegorz Rosinski, con el aval que supone el guión de uno de los autores más reconocidos del mundo de las viñetas por su soltura como contador de historias, el belga Jean Van Hamme (relevado desde la trigésima entrega por Yves Sente, quien a su vez cederá el testigo en adelante a Xavier Dorison), hacen de este conjunto todo un convincente clásico capaz de contentar a públicos de cualquier nivel, sin perder de vista ni un instante la virtud de mantener el entretenimiento sin ambages del lector. A veces más inclinado a las reminiscencias históricas, otras hacia lo fantástico y sobrenatural, se ha convertido en un tebeo disfrutable también en nuestro país por encima de cuestiones editoriales que nos pudieran parecer más o menos congruentes, pues en Thorgal encontramos siempre historietas sobre las que volver placenteramente una y otra vez.
Thorgal, guerrero y scaldo de origen desconocido, es acogido por los vikingos. Criado por las gentes del norte, pronto comprenderá que no forma parte de este belicoso pueblo ni comparte sus bárbaras costumbres; su carácter es ajeno a conquistas, pillajes y sed de poder. Su principal anhelo consiste en vivir en paz al margen de las disputas de sus congéneres terrestres en compañía de su mujer, Aaricia, y sus hijos, Jolan y Loba, pero los dioses de la mitología nórdica que gobiernan este mundo, a medio camino entre lo real e imaginario, se oponen a que el intruso que ha hollado sus tierras escape a la suerte de los hombres corrientes. Así, su vida se convertirá en una interminable sucesión de desventuras vividas a la fuerza, de tragedias que sólo su ingenio extraordinario le permite soslayar y de desdichas superadas que acabarán afectando a él mismo y a su familia, tan protagonista de la colección como el propio héroe que le da nombre. Un destino más allá de lo común, narrado con maestría y plasmado gráficamente de manera soberbia.
Para una serie tan extensa, no es de extrañar que la historia se encuentre dividida en diversos arcos, de entre los que destacan el ciclo de Qâ o el de Shaïgan, intercalando álbumes de lectura más o menos independiente que, no obstante, guardan la linealidad argumental.
La colección ha alcanzado tal relevancia y aceptación (las tiradas de cada nueva historieta en Francia rayan cifras de un superventas) que desde 2010 ha conocido un desarrollo nuevo a través de tres spin offs paralelos englobados bajo la etiqueta de "Los mundos de Thorgal". Estas se encargan de aportar nuevas aventuras y matices de algunos de los personajes renombrados de la serie: desde la juventud del propio Thorgal, a la inefable Kriss de Valnor o la pequeña Loba, hija del héroe, a través de los lápices de dibujantes que no desmerecen la labor de Rosinski, como Giulio De Vita y Roman Surzhenko, con guiones del mismo Sente o de Yann.
Hemos tenido la fortuna de que Thorgal ha conseguido calar lo suficiente en nuestro país para que sea Norma Editorial (tras un fugaz e irregular inicio en Zinco y Distrinovel) quien ha puesto a nuestro alcance íntegramente las aventuras aparecidas hasta la fecha, además de lanzarse recientemente también con la publicación de las tres series secundarias (el primer tomo de "La juventud de Thorgal" acaba de salir a la venta). Asimismo, la editorial ha optado por redistribuir la totalidad de la obra principal en un lujoso diseño en tapa dura, manteniendo el formato rústica con el que venía editándose desde un principio. Quedaría pendiente un merecido integral para animar a muchos lectores que, abrumados por lo prolongado de la colección, no terminan de decidirse por disfrutarla. Seguramente el carácter abierto y todavía creciente de la obra es lo que limita esta decisión, de momento, por parte de la editorial.
Por su tendencia integradora de narraciones de distinta índole, por su guión elaborado con la maña propia de un artesano, por la incomparable estética de su dibujo y por mantener un grado de calidad uniforme en su prolongada trayectoria, mi opinión es que Thorgal debe ocupar un puesto de honor en vuestras estanterías y cualquier compendio de títulos que quiera servir de referencia entre las mejores y más destacadas obras del noveno arte.
¿Por qué leer Thorgal?
1/ Gráficamente la obra es incomparable y Rosinski ha ido adoptando un dibujo con nuevas aportaciones estilísticas que sin duda resultarán agradables a ojos de la mayoría de los lectores. Tampoco podemos olvidar que su principal artífice a los guiones es Van Hamme, cuya reputación en el mundo del cómic está sobradamente acreditada.
2/ Tanto si lo tuyo es el fantástico como si eres un fan de la ciencia ficción, en este cómic encontrarás razones de peso para convertirte en uno de sus más fieles seguidores. La diversidad de géneros bien entrelazados es una de sus señas de identidad.
3/ La serie no es ajena a ciertos matices históricos y presta especial atención a la mitología, por lo que no deberías dejarla pasar si también te interesan este tipo de materias.
4/ Empezando por el propio héroe que da su nombre a la obra, el conjunto de personajes principales y secundarios son de los que dejan huella. Si te adentras en su lectura, ya nunca olvidarás los nombres que pueblan sus páginas y protagonizan sagas legendarias que han marcado un hito en la historia de la BD.
5/ Es verdad que la colección supera hoy día la treintena de álbumes, pero eso no es más que una muestra de que ha conseguido mantener un alto nivel de calidad a lo largo de varias décadas. Además, gracias a los distintos formatos actuales, uno más económico y otro para coleccionistas, no hay excusa para ir adquiriéndola poco a poco a nuestro ritmo.
6/ Por último, si no sabes por donde empezar (aunque desde aquí os recomendamos que desde el principio), ¿por qué no probar con alguna de sus historietas independientes de reconocida popularidad, como Los arqueros o El señor de las montañas?
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.