15 de diciembre de 2015

'Palabras radiantes', Brandon Sanderson y su don para crear historias


Cuando se tiene entre las manos un libro como Palabras radiantes, con sus más de mil doscientas páginas, es muy complicado encontrar la objetividad necesaria para poder hablar de él tal y como una reseña requiere. Para empezar, el hecho de que la lectura haya sido por lo general bastante ágil que digerir ha ayudado a que esta servidora pudiera meterse de cabeza en la historia. Para seguir, es evidente que volver a comenzar otra macrosaga como "La Rueda del Tiempo" es algo que ha exigido depositar una confianza ciega en el autor, aunque tenga que rezar habitualmente a mi ristra de dioses para que no se acerque al lado oscuro y termine incluyendo tediosas descripciones de mujeres enfadadas tirándose de las faldas con gesto indignado.

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Habiendo superado esos miedos iniciales, voy a intentar ofrecer una imagen completa de lo que me ha parecido Palabras radiantes, de forma que sirva tanto a los que aún no se lo han leído como para que los que ya lo habéis hecho me digáis si estáis o no de acuerdo conmigo en estas apreciaciones. Faltaría más, todo esto va sin spoilers.

Lo mejor


1. Los personajes

Para el que está acostumbrado a leer fantasía desde los once años es una ardua tarea, por no decir una labor imposible, encontrar personajes que sean capaces de tocarte la fibra, que puedan ponerse a la misma altura que aquellos que te hicieron amar el género en tus tiernos inicios. En muchas obras de nueva publicación, se suele encontrar a personajes que parecen pasar por la historia sin pena ni gloria, de forma que si les sucede algo, el lector no consigue empatizar con ellos y por lo tanto trata su desaparición en la historia como cuando leemos sobre la muerte de un personaje secundario o de algún que otro "extra" que tenga la mala suerte de cruzar por esa escena en el momento más inoportuno.


En el caso de Sanderson, tanto con la familia Kholin, ya sea con Dalinar, Adolin, Jasnah o la misma Navani, como con la pelirroja Shallan Davar, he conseguido armonizar mi empatía de una forma muy especial. No diré que los siento como si fuesen de mi familia —os sentimientos volcados en una lectura tienen un límite—, pero sí que los siento como personas muy cercanas. Sus personalidades tan dispares, pero a la vez tan parecidas, hacen que pese a no saber lo que puede suceder, no nos sorprendan las decisiones que toman estos personajes. Lejos de parecer predecible, digamos que sería algo similar a lo que se siente cuando las piezas de un puzle encajan con gran facilidad.

"En un libro, al igual que en una obra de arte, lo que busco son sensaciones y emociones"
Por otro lado tenemos a Kaladin y Syl, junto con todo el grupo de hombres del Puente cuatro. En este caso, pese a encajar inicialmente en su periodo de esclavo, este personaje y su pequeño spren no llegan a ofrecerme esa sensación de cohesión, de "pertenencia" a la trama en la que se suele encontrar a Kaladin. Se le ve incómodo en todas las situaciones, salvo cuando empieza a sentir lástima de sí mismo y vuelve a convertirse de forma tozuda en una especie de animal enjaulado. Puede que mi forma de ser choque directamente con ese tipo de actitudes, pero el caso es que creo que por el momento la trama de Kaladin no ha despegado y por lo tanto siento como si el personaje llevase encima una prenda demasiado grande, o pequeña, para su talla. Esto no hace más que darle interés a la narración, ya que consigue de mi una determinada reacción: incomodidad. En un libro, al igual que en una obra de arte, lo que busco son sensaciones y emociones. Para mi gusto, es una de las mejores tramas y que espero no se convierta en algo predecible en lo que a "romances" se refiere. No podría soportar la aparición del típico triángulo romántico al estilo Arturo, Lancelot y Ginebra o al de Stephanie Meyer.

Y como no podía ser de otra forma, la recurrente aparición de Sagaz casi al final del libro nos llama la atención sobre algo que en El camino de los reyes nos pasó completamente desapercibido. Nos recuerda que es un bufón, un juglar o bien un bardo con dotes de espía; pero a la vez nos deja claro que su trama no será algo que descubramos en un futuro cercano. Es el personaje que nos promete intriga, suspense, expectación, por si a medida que hemos ido descubriendo detalles sobre los Caballeros Radiantes y sus poderes especiales, nuestro interés se ha dispersado demasiado. Es esa piedra molesta que llevas en el zapato todo el día y que por más que intentas quitarte siempre vuelve a aparecer mágicamente. Sagaz es otro de los personajes que se está ganando completamente mi atención.

2. Las descripciones

Qué queréis que os diga, puede que sea de "la vieja escuela", y que disfrute más de una descripción que un perro con su hueso. El caso es que la forma de describir que tiene Sanderson puede satisfacer a cualquiera de los lectores en cuyas manos caiga su libro. No tiene parrafadas interminables en medio de escenas de acción que puedan llevarte a desconectar y a tener que reajustar tu televisor mental para seguir tras la pausa publicitaria. Todo lo hace todo de forma hilvanada, le gusta describir sin que parezca que lo está haciendo. De ese modo, los que gustamos de los mundos bien detallados estamos encantados con su prosa, y los que buscan algo ligero y rápido, también lo encuentran.


De acuerdo, en Palabras radiantes no se ha dedicado a describir ciudades como en el primero —más que nada porque casi toda la acción transcurre en las "divertidísimas" y "frondosas" Llanuras Quebradas—. Pese a ello, se puede ver cómo domina perfectamente el lenguaje para describirnos los distintos entramados de los campamentos de guerra que dirige cada Alto príncipe. En su trazado descubrimos, como si fuese un juego de mesa, quién está más interesado en la batalla por el puro placer de matar o de conseguir fama y riquezas, el que da prioridad a la prosperidad de su casa sobre la política, los que están acostumbrados a marchar a la batalla mostrando un orden milimétrico y extremadamente marcial y quien considera que todos esos campamentos no son más que una acción desesperada del pueblo alezi para hacer justicia al llamado "Pacto de Venganza" (y que no especificaré aquí por si hay alguien que no ha leído El camino de los reyes).

"Si no hay magia no hay fantasía"
La cuestión es que parece que Sanderson haya rebuscado en el baúl de los libros de novela histórica para mostrarnos cómo era una corte en movimiento y todo el ajetreo que traía consigo una guerra de desgaste como la que tienen los alezi y los parshendi.

Otra de las cosas que me han encantado son las descripciones que hace de las armaduras y las espadas esquirladas, que junto con las ilustraciones que plagan el libro, permiten al lector tener una idea perfecta sobre lo que el escritor quería transmitir. El hecho de que haya mucha información e historia en las espadas esquirladas que los alezi y los parshendi desconocen, pero que a nosotros como lectores ya nos han dejado entrever, permite que la trama se complique de una forma realmente perturbadora y estimulante. Es como si el escritor te hiciese partícipe de algún secreto que solo él y tu conocéis y que va a ir desvelándose a medida que avanza la historia. De hecho, si me paro a pensar en esa trama de fondo que tienen todas las historias, puedo ver que esas espadas de descripciones tan concretas siempre están presentes y que su aparición —o desaparición— influye de forma importante a la trama.

3. El argumento

Lo siento si en este punto no soy especialmente objetiva, pero os aconsejo que leáis el preludio, el prólogo y el primer capítulo de El camino de los reyes. Si a lo largo de esas páginas no habéis sabido deducir la razón por la cual este apartado está incluido en la sección de lo mejor es porque probablemente no os gustará la forma de escribir del autor, porque estaréis saturados de lecturas o porque directamente no lo habréis leído con atención.


Esta saga promete ser una de las que pasarán a formar parte de los grandes clásicos del género de aquí a unos cuantos años por una buena razón, y es que Sanderson siempre suele sorprender, siguiendo la buena costumbre que están tomando escritores como George R. R. Martin y Joe Abercrombie. Con ninguno de estos tres escritores te puedes arriesgar a formular conjeturas, ya que parecen estar dentro de tu mente y tener el don de cambiar la historia a medida que lees para que jamás te pudieras haber llegado a imaginar lo que termina por suceder. No son de ese tipo de escritores tramposos que recurren al manido deus ex machina para darle la vuelta a la tortilla de forma chapucera insultando la inteligencia del lector. Saben qué teclas apretar para que tu mente tome unos derroteros que terminan por perderte, más que encontrarte, por el camino que sigue la historia. Al final, entre las conspiraciones que toman la delantera en tu mente, y la forma retorcida que tienen estos escritores de idear sus guiones, te encuentras sin saber muy bien como al final del libro, preguntándote si no tendrían razón aquellos psicólogos de tu colegio cuando en tu test de inteligencia las estrellas se quedaron en el apartado de "más tonto que un botijo".

Este apartado da mucho que hablar, y como no podría ser de otra forma, también este apartado lo encontraréis en lo peor, un poco más abajo y con sus consiguientes explicaciones.

4. Poderes especiales y magia

Si no hay magia no hay fantasía, y si la hay, aunque solo sea de forma mínima y sutil, para mi gusto sí que se puede considerar parte del género. De acuerdo, será fantasía muy light y descafeinada, pero fantasía igualmente. Nunca me ha gustado catalogar las cosas de forma estricta, ya que como todo en la vida, hay variedades de grises que son las que nos ofrecen las tonalidades y las texturas que le dan riqueza al día a día, al igual que sucede con la lectura. Por eso creo que la forma que tiene Sanderson de indicarnos las variedades de magia o de poderes especiales que hay en el Cosmere es de una calidad digna de mención. Unos ingieren metales o se los clavan en la piel, como sucede en "Nacidos de la bruma", otros utilizan el espectro de luz o diversas runas que se alimentan de la magia de la tierra para poder catalizar ese poder, como pasa en Elantris. En "El archivo de las tormentas" veremos que hay quienes poseen habilidades especiales a través de algo que ya vimos algunos veteranos en los libros de "La espada de Joram" de Weis y Hickman: un catalizador.


En dicha trilogía —lo siento, me niego a aceptar la existencia de un cuarto volumen—, los magos de Merrilon utilizaban a los llamados "catalistas" para poder extraer magia y así dedicarse a sus quehaceres. En "El archivo de las tormentas" sucede lo mismo gracias a los spren, una especie de espíritus de diversos tipos: los hay que hacen crecer la maleza, los que detectan patrones en el mundo que les rodea, o los que permiten a su protegido poder surcar los vientos como si tuviesen alas, al más puro estilo de los lanzamonedas de "Nacidos de la bruma".

Las consecuencias de utilizar este tipo de fuentes de poder tendremos que ir viéndolas a lo largo de los diez libros que nos aguardan —y que espero que sigan saliendo en España hasta el final—. Por el momento únicamente se nos han presentado algunas de las maravillas que pueden realizar sus usuarios y parece ser que se les considera poco menos que divinos. Es una forma fantástica de empezar a encauzar el tercer libro hacia otra trama que profundize algo más en el tema.

Lo peor


1. Las tramas y el ritmo

Nunca me he considerado una devota seguidora de ningún escritor. Hay quien tiene ese ánimo fetichista de conseguir fotografías y firmas que les llevan al extremo de no poder criticar con objetividad el trabajo de ese personaje al que han terminado por idolatrar. Por suerte aún no me he encontrado en esta situación, siempre agradezco una firma y una foto, pero jamás lloraría por conseguir una ni tampoco llegaría hasta el acoso para robar una instantánea. Por esa razón, cuando valoro cualquier lectura que hago, me olvido de quién es el escritor. Me da igual si lo conozco de haberme tomado unas cañas, si lo he visto por la televisión y todo el mundo lo vanagloria o si ni siquiera he visto una foto suya. El hecho es que el tiempo que invierto en una lectura tiene que compensarme. Debe de ser lo suficientemente satisfactoria como para llegar a merecer una reseña, y además tiene que haber conseguido motivarme lo suficiente para dejar otras lecturas apartadas para dedicarle tiempo a ese libro en cuestión. Dicho esto, no tengo más que asumir lo que muchos ya sabíamos y algo a lo que muchos deberán acostumbrarse: Brandon Sanderson NO es perfecto.


Llegados a este punto, antes de que alguien decida borrar esta página de sus marcadores favoritos y no volver a entrar jamás, dejadme que os reconozca algo importante: sí, es cierto, hizo maravillas mil con las tramas de "La Rueda del Tiempo" y, sí, le dio a Perrin y a Mat una dignidad que a determinada altura de la serie era algo difícil de plantearse siquiera, pero eso no quiere decir que llevar tantos proyectos al mismo tiempo no le compliquen la vida y hagan que se resienta su trabajo.

"Podría haber prescindido sin demasiados problemas de al menos doscientas o casi trescientas páginas"
En el caso de las tramas y el ritmo de Palabras radiantes, me he dado cuenta de que las historias que se salen de la línea argumental principal parecen estrellas distantes perdidas casi a punto de desvanecerse, porque en realidad la atención tanto del escritor como del lector se paran brevemente en ellas. Tenemos el caso de Rysn,Talik y los Tai-na, una comerciante que es capaz de descubrirnos una región realmente impresionante y que a muchos les recordará a los viajes de Atreyu para ver a la vieja Morla en La historia interminable. Es una trama de un capítulo que surge hacia la mitad de esta segunda entrega y a la que se come con patatas la trama principal de Kaladin, Shallan y Dalinar.

Otro ejemplo lo tennemos en Lift, Wyndle y Gawx, quienes se enfrentan a aquel que parece ir exterminando a todos aquellos con capacidad para utilizar "poderes especiales" a raíz de ciertos spren. Pese a que sea un capítulo rápido y variado, pudiendo haberse extendido un poco más a lo largo de estas más de mil doscientas páginas, también termina por sucumbir ante el peso de la historia de Syl, Patrón, Amaram y Sadeas. Eso sumado a los interminables capítulos de Shallan tras su viaje en barco con Jasnah Kholin, convierten el libro en una novela con "sobrepeso". Podría haber prescindido sin demasiados problemas de al menos doscientas o casi trescientas páginas, ya que esas tramas que he mencionado bien podrían haber aparecido en la siguiente entrega. Por el momento no aportan nada a la historia y me parece una forma de echar el freno de mano a una narración que pese a ser ágil no va precisamente en volandas.

2. El enemigo indefinido

Sabemos que los alezi luchan contra los parshendi, sabemos las causas que han motivado la guerra y también sabemos que cada bando tiene unas estrategias muy concretas para conseguir las gemas corazón de las llanuras, lo cual se supone que favorece la obtención de recursos para los ejércitos que las consiguen. A lo largo de Palabras radiantes podremos leer algunos capítulos que tratan sobre la sociedad parshendi, sus tradiciones y su visión de la guerra. Veremos cómo ellos también tienen eruditos que se hacen preguntas acerca del mundo que les rodea y cómo interpretan ellos las señales de sus dioses al igual que hace el pueblo alezi de cara a batallas futuras o a posibles conversaciones de paz. En medio de todo este conflicto, el asesino de blanco, Szeth, se dedica a boicotear sin saberlo los planes de los dos contendientes. Esto puede llevar al lector a confusión, ya que no sabemos exactamente quién es el villano. Inicialmente al menos, hasta que Eshonai, última portadora de esquirlada de los parshendi y su hermana erudita Venli, den un paso adelante.


Particularmente creo que esta maniobra está un tanto fuera de contexto. Como si los acontecimientos se hubiesen sucedido demasiado deprisa como para poder entender de forma correcta lo que ha podido llevar a cambiar de opinión a Eshonai. La situación de emergencia que vive su pueblo junto con las investigaciones de Khalan y Jasnah terminan por revelar parte de una verdad que no veremos al menos hasta que se publique el tercer volumen de la saga. Quizás Sanderson intente abarcar demasiado, pero si esa era su intención, para mi gusto habrían hecho falta más capítulos en los que como lectores pudiésemos conocer a los parshendi. Más que nada porque en este tipo de sagas largas ya sabemos lo que sucede con las tramas que se dejan apartadas "un momento" para volver a recoger el testigo más adelante. Terminan por perderse en la riada de subtramas y forman un quiste narrativo que solo traerán quebraderos de cabeza al escritor en un futuro, por mucho Sanderson que sea.

3. Le falta oscuridad

Los que habéis leído El camino de los reyes sabéis perfectamente lo que está sucediendo en la ciudad de Kharbranth y el papel que Taravangian, rey de Jak Keved, tiene en esta trama. Me pareció un contrapunto realmente interesante ante la fortaleza de Jasnah y su aprendiza. La trama de Kaladin en el primer libro también es muy especial, e incluso algunos de los pensamientos de Khallan la marcan como un personaje al que seguir la pista en las novelas siguientes. Sin embargo, en Palabras radiantes no he visto prácticamente trazos de "oscuridad" en el aire. No consigo que la inquietud que sienten todos los personajes ante una inminente fatalidad —otra de las cosas que no quiero revelar y en lo que no voy a incidir más— se asiente dentro de mi cabeza. Directamente no me lo creo. Esa urgencia, esa desazón no la siento como algo mío y por lo tanto el autor no consigue hacerme partícipe de esa sensación ominosa que se supone debería sentir. Si, ocurren cosas muy malas y para las cuales no tenemos respuesta todavía, pero creo que no consiguen tapar esa luz que plaga el libro. La mayoría de las situaciones que se viven a lo largo de sus mil y pico páginas no son de desenfreno, terror y urgencia, son de planificación, adecuación y adiestramiento. Son un interludio hacia algo más interesante, lo cual creo que le quita misterio a toda la historia.



Posiblemente la solución estaría en ver a Dalinar convertido otra vez en Espina Negra, bebido hasta las cejas y retando en duelo a todos los que se han reído de él o de su familia en alguna ocasión, a Kaladin cobrándose su justa venganza, y a Shallan recordando lo que sucedió hace años en su hogar con su madre. Aunque debo reconocer que quizás sería demasiado hardcore. Es mejor que las emociones vengan en pequeñas dosis para que podamos disfrutarlas durante los siguientes ocho libros. ¿Creéis que le pasará como a muchos autores y terminará haciendo más de los previstos? Yo creo que no sabrá como terminar la saga y al final saldrán por lo menos doce libros, así a ojo de buen cubero. ¿Alguien quiere hacer una porra?

Conclusión

En definitiva, Palabras radiantes es una novela realmente interesante, digna de ocupar ese espacio que tenéis disponible en vuestra estantería y de la que ya tenéis pensado ir quitando otros libros para dejar espacio para el resto de volúmenes de "El archivo de las tormentas". Tomad mi opinión simplemente como una sugerencia y dadle una oportunidad a este buen escritor de Nebraska, estoy convencida de que muchos os alegraréis. Y, ¿quién sabe?, es posible que en el tercer libro Sanderson consiga tirar por tierra mis malas notas y solucione todo sobre lo que me he quejado.

NOTA: Todas las imágenes de este artículo son propiedad de Michael Whelan y Tor, salvo Brandon Sanderson, que se pertenece a sí mismo.

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