Hay mucho que contar de un cómic que tiene una portada como la de Juan Ferreyra, aunque originalmente no fuese la que se tenía pensada incluir en el primer tomo de Colder. La imagen del protagonista metiendo la mano por debajo de la piel de su cara es en principio lo que más me atrajo; no sabía nada del argumento, así que me dejé llevar simplemente por lo visceral y eso que nunca hay que juzgar un libro (cómic en este caso) por su portada. Pero me alegro de haberlo hecho, porque está visto que he dado en el clavo con mi apreciación inicial, ya que la historia de Paul Tobin es de las más interesantes que he podido leer en mucho tiempo dado que trata sobre un tema que siempre me ha intrigado mucho: la locura.
COLDER
Medusa Cómics
Trad. Jaime Valero
Rústica
156 págs. 15,95 €
Medusa Cómics
Trad. Jaime Valero
Rústica
156 págs. 15,95 €
En el caso de Colder (publicado en español por Medusa Cómics), la historia trata de la Locura, con mayúsculas, pero no desde el punto de vista médico, sino desde el que puede abordar la ciencia ficción o la fantasía. La trama es en realidad bastante sencilla: la de Declan —el héroe— que debe enfrentarse al gran villano, encarnado por Nimble Jack, para que éste no destruya a todos los locos que pueblan el mundo y se termine convirtiendo en un ente que pueda volver locos incluso a los que están cuerdos. Como no podía ser de otra forma, en medio de todo esto está la damisela en apuros, la motivación por la que nuestro héroe puede llegar a sacar fuerzas de flaqueza y lo que hará que el caprichoso villano intente conseguir, más que nada para molestar y hacerse un tanto más detestable: Reece, la enfermera que lleva cuidando a Declan desde que el psiquiátrico en el que estaba ardiera años y provocase que el sistema de atención sanitaria lo convirtiese en "ese incómodo problema que resolver". Como una pelota, rebotando de institución en institución, nadie ha encontrado la razón de su coma ni porqué tiene la piel prácticamente a cero grados.
La historia trata de la Locura, con mayúsculas, pero no desde el punto de vista médico
No seré yo la que os revele la causa del mal de Declan, pero lo que sí puedo decir es que tras haber leído Neverwhere de Neil Gaiman tengo la impresión de que Colder intenta homenajearla en cierto sentido. Declan y Nimble Jack son capaces de pasar a una realidad paralela donde se muestra una copia del mundo real vista desde la perspectiva de los locos, y utilizan a los mendigos desquiciados y a otras tantas personas con problemas mentales como portales para cruzar al otro lado. En ese lugar hay perros gigantescos porque el hombre que Declan utiliza como portal le tiene miedo a los perros, otros ven seres informes oscuros que se mueven por el mundo, otros insectos. En general, podemos contemplar lo que parece ser el infierno del subconsciente en la tierra. De fondo está el interminable dilema sobre si la locura puede evitarse o curarse. En el caso de Declan, tiene la capacidad de reparar eso que se ha roto en la mente de los perturbados para eliminar su locura y convertirlos en personas normales. Nimble Jack prefiere alimentar esos miedos, esas paranoias, para convertir las mentes de los locos en suculentos platos con los que alimentarse y hacerse cada vez más poderoso.Como conclusión y para no alargarme más, Colder es un cómic que recomiendo fervientemente. Con un guión que engancha desde la primera página y un dibujo sorprendentemente detallista, creo que es uno de esos cómics que no deberían faltar en la biblioteca de ningún amante de este tipo de literatura, y mucho menos de los que gusten de las historias de carácter oscuro y misterioso. Además, Nimble Jack se parece mucho al Joker al que da vida Jared Leto en Suicide Squad, la nueva película del universo DC. Por lo visto, y según la información al final del libro, Ferreyra no sabía en el momento de crear este cómic ni siquiera que se fuese a hacer dicha película, así que quizás los creadores del nuevo Bromista sí que se han inspirado en Jack. Pero la inspiración de Ferreyra sin embargo fue el padre de Marty McFly (Crispin Glover). Perturbador, ¿verdad?
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