Gótica alcanza la centena con los cantos poéticos de Lautréamont.
Se ha hecho de rogar, pero tras pasar por una serie de problemas que Valdemar ha remediado a la mayor brevedad, tan sólo queda por fin un par de semanas para tener en nuestras manos la centésima entrega de su reverenciada colección Gótica, que no es otra que Los cantos de Maldoror del autor uruguayo Isidore Ducasse (1840-1870).
Los cantos de Maldoror es una antología de cantos poéticos que el autor, también conocido como Conde de Lautréamont, empezó a publicar en 1868 y que fue tildada poco más tarde de obsceno, blasfemo y otras lindezas propias de la época. Es decir, el título que encaja a la perfección para celebrar los cien títulos de Gótica, porque como bien dice Valdemar en una de sus redes sociales, "es una obra que nos apetecía editar casi desde el principio de la fundación de Valdemar, habría sido un número 1 perfecto de una colección de "malditos" o "una biblioteca del Infierno" que nunca llegamos a hacer."
La edición de Los cantos de Maldoror, con todos los cantos completos de Lautréamont, se complementa con una buena remesa de notas de Mauro Armiño, los poemas y cartas del autor, y para adornarla, cuenta con las ilustraciones de Santiago Caruso, cuyos trabajos hemos visto en títulos como El Rey de Amarillo de Robert W. Chambers, El horror de Dunwich de H. P. Lovecraft y La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik (todos ellos editados por Libros del Zorro Rojo).
El libro estará en las librerías a principios de marzo. Mientras tanto, podemos recrearnos en otros títulos de la editorial que recientemente han llegado a las estanterías como El testamento de Magdalen Blair de Aleister Crowley o la reedición de El Club de los Incomprendidos de G. K. Chesterton.
Además, para un futuro más cercano que lejano preparan El rebelde Josey Wales de Forrest Carter, nueva incorporación a la colección Frontera dedicada al western e igualmente ya se sabe que el volumen que seguirá a Los cantos de Maldoror, y por tanto el número 101, será Teatro Grottesco de Thomas Ligotti.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.