6 de septiembre de 2016

'El dios asesinado en el servicio de caballeros', un misterio de proporciones mitológicas

La primera novela protagonizada por la detective Parabellum es ágil y fresca y nos mete de lleno en un misterio que parece irresoluble: ¿cómo es posible acabar con la vida de un dios, si en teoría son inmortales? 


John Silence, Harry Dresden, Bobby Dollar o John Constantine son sólo algunos ejemplos de investigadores de lo paranormal que han llegado a tener éxito entre los lectores de todo el mundo. El común denominador en este caso, a parte de dedicarse al mundillo de lo mágico y/o místico, es que a todos los han dado a luz escritores extranjeros que han bebido las mieles de su bien merecido éxito. Quizás esto se deba no ya a que escriban mejor o peor que otros y a que consigan sacar de sus mentes personajes realmente extraordinarios, sino al hecho de que siempre han tenido detrás una magnificente campaña publicitaria que les ha encumbrado a lo más alto del éxito en el imaginario popular de los que buscamos novelas de este estilo. Esas que están aderezadas con un toque de fantasía urbana y una pizca de novela negra.

Podríamos entrar a debatir en esta reseña la razón por la que parece ser que no hay autores españoles que escriban sobre esta temática y que les pueda encumbrar a los primeros puestos de las listas de los más vendidos del New York Times gracias al bombardeo constante de publicidad, pero voy a resistir la tentación, ya que creo que quienes nos leen frecuentemente pueden imaginarse la razón, ya sea por falta de crédito por parte de las editoriales, del lector o del mismo escritor —o incluso por ese odio o desprecio hacia lo que es nuestro—.

Esto parece haber cambiado gracias al sello Fantascy, ya que puede verse como Sergio S. Morán es capaz de irrumpir en el panorama literario español con una novela de fantasía urbana con tintes de novela negra y todo ello en menos de cuatrocientas páginas con un más que merecido éxito. Por fin alguien parece haber pensado lo mismo que yo, cuando me planteaba el universo tan mágico y especialmente rico que se podía crear con la mitología existente en nuestra cultura como todo aquello que ocultan nuestros bosques, arroyos, montañas, desfiladeros, grandes ciudades y pequeños pueblos en mitad de ninguna parte.

Morán ha conseguido explicar, sin tener que recurrir a mil páginas, una historia amena y entretenida, dando información tanto de los casos que investiga Verónica como del trasfondo de la Barcelona mágica en la que se engloba la historia sin que para ello veamos necesarias un millón de explicaciones al respecto. Además, me llama la atención que el autor decida ir contra esa corriente de escritores y escritoras que consideran que describir en una novela supone lastrar tanto a la historia como al lector. Bravo. Me he encontrado con una justa medida de descripciones y de pasajes rápidos que le dan a este libro mayor calidad que otros que he leído en los últimos tres o cuatro años.


Volviendo a lo que me ocupa, debo reconocer que entre la gran cantidad de lecturas que tengo en mi pila de pendientes, cuando me enteré de la historia que había decidido publicar Fantascy ambientada en la Barcelona actual con una —sí, habéis leído bien— protagonista de nombre Verónica —Parabellum para el mundo sobrenatural y diversos enemigos—, me lancé de cabeza ilusionada con la posibilidad de disfrutar con estos calores del verano de una historia divertida y a la par sencilla que no llegase a insultar mi inteligencia y que me permitiera avanzar a toda velocidad por sus páginas sin quitarme demasiado tiempo para otras cosas que exigen atención constante.
Reconozco sin temor a ruborizarme que la novela como tal no sólo ha conseguido el objetivo, que era distraerme y facilitarme avanzar en mi trabajo con esto de las lecturas, sino que me ha proporcionado la oportunidad de asombrarme, de reírme a carcajadas y de leer pasajes a mi familia con una mezcla de crítico interés y envidia por tener la conciencia de que salvo un milagro, no creo que jamás pueda llegar a escribir así, con esa desenvoltura.

"Un personaje femenino al que no ha encasillado dentro de un manido género detectivesco"
Puedo decir también que me ha encantado no ya porque el argumento esté muy bien hilado y no abuse del recurso tramposo del deus ex machina, sino porque tampoco ha decidido limitar su mitología y la magia de su narración a unas fronteras como las que puedan tener actualmente los países que conocemos. Es una buena forma de recordarnos que los límites políticos en realidad están en la mente de cada uno y que por lo tanto, no hay nada extraño al reconocer que en España puedan existir dioses provenientes de todo tipo de panteones, ya sean nórdicos, griegos, africanos, hindúes, etc., y que por lo tanto favorezcan la convivencia de todo tipo de criaturas mitológicas en una Barcelona de por sí cosmopolita como centauros, gorgonas, trolls, fantasmas, vampiros, leprechauns, cluricauns y otros tantos.

Por tanto, de mayor quiero ser como Verónica, alias Parabellum. Ya está, ya lo he dicho. La razón es sencilla: tiene balas especiales, es capaz de llegar casi a hacer puenting con un Seat —y lograr que luego siga funcionando—, consigue que la confundan con una valkiria, también es capaz de intimidar y sacarle el dinero a un vampiro sin esforzarse mucho y de cobrar en un mes más de lo que yo podría ganar en un año.


Sergio S. Morán se lleva valoraciones de sobresaliente por mi parte, al haber dado a luz a un personaje femenino al que no ha encasillado dentro de un manido género detectivesco mediante el recurso de la femme fatale. Tampoco ha caído en el error garrafal de suprimir la feminidad de Verónica cuando tiene que arremangarse y meterse en faena como Parabellum. En todo momento sabe quién es y le gusta demostrar cuánto molestan a nuestra protagonista esos estereotipos que como lectores estamos esperando ver aparecer en toda novela de género negro. Pese a que seguramente no podría pasar el famoso Test de Bechdel, creo que consigue dar un toque femenino fuerte, vivaz y muy interesante gracias a Verónica en Parabellum sin ningunear para ello toda la narración. Aquí no veremos a damas en apuros —salvo a la protagonista, claro está—, ni tampoco a ningún hombre que vaya a protegerla y salvarla, más bien al contrario.

Quizás de lo único de lo que podría quejarme —se podría considerar como una sugerencia amable— es que Verónica tenga un novio tan "atontao" como Roberto en vez de haber tenido una novia perfecta al más puro estilo de Jim Clancy, el marido de Jenniffer Love Hewitt en la serie Entre fantasmas —aquí es cuando mis compañeras feministas empiezan a rellenar sobrecitos con ántrax para mandarlos a la redacción, pero por favor, seguid leyendo—. Habría quedado de lujo darle un giro a la cosa demostrando que podría haber tenido una buena relación con una chica maja con la que poder compartir los secretillos de su trabajo. Así que ya sabes Sergio, es una sugerencia para las que espero sean muchas futuras entregas de la detective Parabellum.

Para terminar, me gustaría recomendar este libro ágil y fresco, no porque estemos en verano y salvo algún que otro día de nubes y lluvias parece estar siendo el constante Día del Apocalipsis, sino porque seguro que queréis saber cómo es posible matar a un dios, ya que son inmortales y encima en un sitio tan poco elegante como un servicio de caballeros.

Esta novela ha sido publicada por Fantascy en mayo de 2016. Está editada en rústica con solapas, tiene 336 páginas y un precio de 14,90 doblones (también disponible en digital).

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