El USS Enterprise parece haber tocado fondo y su tripulación ha naufragado en un planeta desconocido donde no faltan enemigos. ¿Conseguirá salir adelante? Próximamente en tu canal favorito.
Pero Star Trek: Más allá, aunque venga con el pan de la buena intención bajo la solapa del uniforme galáctico, no es el mismo tipo de película que esperábamos ver tras la interesante Star Trek: En la oscuridad, aunque no se han olvidado de que por lo menos tenga un par de similitudes con las anteriores: que sigue siendo un ejercicio palomitero bastante decente.
No ha sido ni mucho menos la elección de Justin Lin —el artífice de la saga A todo gas— la razón del "anodinamiento" —si se me permite la expresión— del filme, ya que el uso de un director u otro en este caso es más bien irrelevante, sino la forma en que han conjugado los elementos que han puesto sobre la mesa, lleno de clichés mil veces vistos, que no sorprenden y de tan mascados y asimilados que están no pueden provocar en el espectador más que un "vale, otra entrega más de Star Trek, ¿qué dan ahora?".
Que quede claro, no es una mala película, pero podría haber aspirado a más, no ser la segundona tras la entrega donde desfilan muy acertadamente el careto y vozarrón de Cumberbatch, quien de forma seguro que premeditada ha dejado el listón más arriba de lo esperado. Eso sí, nos queda grabado a fuego en la consciencia de que las películas de Abrams en realidad han sido una rareza en cuanto al Star Trek de toda la vida.
Estamos de acuerdo en que el objetivo de una película de estas características no es otro que el de entretener, pero cuando se trata de diversión siempre hay que apuntar hacia lo más alto. Recursos tales como el USS Enterprise machacado hasta el colapso y la infinita destrucción era innecesario —salvo como excusa para construir un nuevo y mejorado modelo que lo prepare para la cuarta entrega—, como tampoco es especialmente relevante el tema de la guerrera atrapada en un planeta alienígena y que más tarde o más temprano interactúa con la disgregada tripulación del Enterprise, bien aportando músculo o conocimiento —y que da la casualidad de que tiene alguna rencilla pendiente con los malos de turno—, o, sin ir más lejos, el soldado desilusionado con la Federación de Planetas Unidos que aunque sea un clásico en la mitología de Star Trek es la misma relación temporal, o al menos una muy parecida, que vimos en Star Trek y en Star Trek: En la oscuridad. ¿Es que no había más cosas en la carpeta de Simon Pegg?
El tema aventurero, aunque bien dosificado, no presenta especial relevancia puesto que la tripulación del Enterprise no trabaja demasiado con la ambientación que presenta el planeta donde termina estrellándose la nave protagonista. Sí es cierto que hay buenas secuencias de acción, algunas de ellas muy "a lo A todo gas" —la secuencia de la moto—, pero en general Star Trek: Más allá, pese a contar con un reparto a la altura y unos personajes fieles a lo que veníamos viendo hasta ahora —pero le falta "chispa", sobre todo en lo que al humor se refiere— e independientemente de que sea para muchos una obra maestra devolviendo a la saga a sus orígenes no ha conseguido hacer florecer en mí esa emoción a la que una buena historia de ciencia ficción y aventuras debe aspirar. Es muy probable, que Star Trek: Más allá termine cayendo tarde o temprano en el olvido aunque sepa enlazar su final con un bienvenido "¿seguimos?".
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.