Las novelas Matar a un ruiseñor y Las aventuras de Huckleberry Finn han indignado sobremanera a la madre de un alumno de un colegio de Virginia.
No es la primera vez que en un colegio de Estados Unidos se quita del programa de estudio obras clásicas de la literatura, e incluso modernas —todavía hay gente que quiere prohibir Harry Potter porque incita a los niños a la brujería, y digo yo que mejor aprender algo de magia que ser muggle—, y aunque tampoco será la última, no deja de resultar curioso. En esta ocasión ha sido una novela de Harper Lee y otra de Mark Twain —quien además de escritor era humorista—, en concreto Matar a un ruiseñor y Las aventuras de Huckleberry Finn, respectivamente.
Por lo visto, ha sido en una escuela de Virginia —en el condado de Accomack, para ser exactos— donde se ha decidido retirar del programa sendas novelas, después de que la madre de un alumno biracial presentara una queja sobre el lenguaje racista y ofensivo que presentan ambos textos.
Los libros, tanto de la biblioteca como de los propios alumnos, han sido pacientemente distribuidos por todo el patio y, en una sincronización perfecta, y de cómo el ser humano puede llegar a tal nivel de coordinación, han ardido hasta las guardas en múltiples piras controladas.
Es broma, lo de las piras, no la censura, ya que según explica The Washington Post, una tal Marie Rothstein-Williams presentó el pasado mes de noviembre una solicitud muy emotiva donde explica que tanto Matar a un ruiseñor como Las aventuras de Huckleberry Finn han afectado profundamente a su hijo adolescente, sobre todo gracias a esa palabra que empieza por "n" y termina por "egro".
"No estoy poniendo en duda que sea buena literatura. Pero se dicen palabras racistas y hay palabras ofensivas que no puedes dejar pasar, y ahora mismo somos una nación dividida por eso", ha dicho la madre.
"¿Qué enseñamos a nuestros hijos? Estamos reconociendo que esas palabras son aceptables. No lo son. Perderemos a nuestros hijos si seguimos diciendo que está bien, que reconocemos esas palabras cuando no deberíamos", concluye.
Como bien dice The Washington Post, no es nada inusual que haya padres que pongan pegas a libros que son considerados clásicos y que aun así tratan sobre temas complicados. También es verdad que dado el tamaño de Estados Unidos y la cantidad de comunidades distintas que hay, es imposible contentar a todo el mundo.
En el caso de Las aventuras de Huckleberry Finn, es uno de los libros que más a menudo es retirado de los planes escolares y bibliotecas, muy por encima de otros clásicos de la literatura americana. Le pasa lo mismo a Matar a un ruiseñor, precisamente por usar la palabra "negro" sin recato alguno.
Como se dice más arriba, no será la última vez que leamos noticias sobre esta prohibición de importantes obras de la literatura en colegios e institutos.
En cualquier caso, es imprescindible tener en cuenta que ambas obras se publicaron en contextos y periodos históricos muy concretos: Matar a un ruiseñor se ambienta en la Alabama de 1936 —publicada en 1960 y ganadora del premio Pulitzer—, mientras que Las aventuras de Huckleberry Finn se publicó en 1885 y se sitúa en el Mississipi de la época —el niño protagonista, de hecho, viaja por el río acompañado de un hombre de color—, por lo que ya pueden imaginar los que no han leído la novela la cantidad de estereotipos raciales que salen, por no hablar de que en esa época se consideraba a la gente de color casi al mismo nivel que a los animales. De no ser así y no siendo las novelas sobre las que se ha quejado la madre del alumno, serían novelas con una ambientación muy pobre y con una documentación pésima, siempre desde el punto de vista del contexto.
No debemos pasar por alto la gran determinación y aplomo del susodicho colegio del condado de Accomack, el cual por una sola queja prefiere cambiar todo un programa que igual interesaba a más padres cuyos hijos no son tan impresionables como el de Marie Rothstein-Williams, si es que ha quedado de veras afectado y no se ha limitado a hacer preguntas —y ella no es de esas madres controladoras que antes leen todo lo que va a caer en manos de sus retoños, claro—.
Esto no es un caso tan aislado como parece, ya que este tipo de temas son frecuentes en tierras americanas. Sí, es muy peliagudo, sí —y se extiende perfectamente a otros ámbitos y contextos diferentes, como los indios americanos o la Guerra Civil Española— porque encima da pie a muchas interpretaciones de esa futura distopía en la que los alumnos crecen desconociendo importantes obras del patrimonio cultural. Y eso que todavía quedan muchas obras de autores racistas por prohibir, desde H. P. Lovecraft hasta L. Frank Baum.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.