21 de junio de 2017

‘Sombras de identidad’, un descafeinado para un gran alomántico

Las aventuras de Wax, Wayne, Marasi, Steris y compañía continúan en la quinta entrega de la saga de fantasía del universo de los ‘Nacidos de la bruma’.



Aprovechando que acaba de salir Brazales de duelo, la sexta entrega de “Nacidos de la bruma”, me gustaría comentar lo que me ha parecido la novela anterior, Sombras de identidad. Sé de buena tinta que hay gente que no está muy segura sobre si lanzarse o no a la aventura de leer esta serie, y creo que es un buen momento como cualquier otro para que os hagáis con los dos últimos volúmenes sin dudarlo, teniendo en cuenta, claro está, una serie de cosas importantes que pueden representar la diferencia entre que os guste la serie o que ésta os deje indiferentes.

Para empezar, vamos a tener que asumir, nos guste o no, que quizá Sanderson esté abarcando demasiado. Muchos sabemos de su gusto por trabajar “bajo presión”, llevando a cabo cuantos más proyectos mejor. Sin embargo —creo que esto es bueno, porque lo hace revelarse finalmente como un ser humano— cada vez empiezo a ver más detalles que me hacen pensar que Sanderson está sufriendo la “fatiga del escritor prolijo”, y que le está pasando factura.

Es evidente que para que se entiendan los nuevos libros de “Nacidos de la bruma” es imprescindible haber leído la primera trilogía El imperio final, El pozo de la ascensión y El héroe de las eras—. Inicialmente podía parecer algo innecesario, que daba igual si sabías lo que había sido de Kelsier, Vin, TenSoon y compañía. El problema viene cuando a mitad de Sombras de identidad necesitas volver a coger los primeros tres libros para recordar quién era cada cual, qué es lo que se supone que pintaban en la narración y porqué se les empieza a mencionar en esta nueva era victoriana aderezada con alománticos de diverso tipo. Es verdad que la narrativa de Sanderson no es en absoluto compleja, y que su lenguaje es muy asequible, leamos el libro en los días más duros del invierno o bajo esta asfixiante ola de calor africano. Pero es cierto que contribuye a que el lector detecte cierta “simplicidad” en los diálogos o capte al instante la estructura de según qué acontecimientos.


Por poner un ejemplo práctico sobre lo que escribo, subamos a Wax, Wayne, Marasi y Steris a la palestra. Wax, el protagonista parece sacado de un cómic de Mark Millar por su chulería y sus maneras algo salvajes de resolver los conflictos; Wayne, el buddy o compañero de Wax, no solo tiene más registros que el personaje principal, sino que resulta mucho más atractivo por la forma de interactuar con la trama; Marasi, una mujer inteligente, resoluta e inquieta, trata de alejarse de los convencionalismos sociales para convertirse en la mejor detective, siempre siguiendo los pasos de Wax; por último tenemos a Steris, la hermanastra de Marasi, quien es la típica señorita digna de la corte a la que todo incomoda ferozmente pero que ha recibido tan buena educación que sabe pasar según cosas por alto mientras intenta, sin demasiado éxito, no mostrar admiración por Wax.

En mi opinión, Sanderson ha acusado el cansancio de todos esos periodos de tiempo de intensa escritura y ha desaprovechado sin ninguna razón aparente algo como esta ambientación tan sumamente victoriana.


Es de suponer que tras la explicación de cada personaje, sabréis a lo que me refiero cuando afirmo que este libro me ha parecido mucho más soso que el anterior. El argumento principal, ese que señala a un kandra salido de las más oscuras leyendas, que se ha vuelto loco y trata de hacer cundir el caos por Elendel para liberarse completamente de Armonía, no deja de resultarme vacuo, ya que se puede encontrar en otras muchas historias, lo cual me lleva a deducir que en realidad la historia de Sanderson por el momento no tiene nada de original, aunque tampoco parece hacer esfuerzos por lo contrario.

Sombras de identidad juega con el lector para que al fin y al cabo sea él el que decida darle tal cual aspecto a algo, o que se dedique a ponerle expresiones faciales a los personajes que conforman un conjunto de diálogos, pero sin facilitárselo de antemano. No he encontrado nada de la épica de los tres libros originales —por no hablar de la de “El archivo de las tormentas”—. Tampoco he encontrado muchas diferencias entre los distintos caracteres, ni me ha parecido especialmente trepidante en cuanto a escenas de acción se refiere. Con Sombras de identidad me he sentido como con esos capítulos de una serie chulísima que ves desde hace tiempo y que mantiene el suspense capítulo a capítulo. Esa misma que te decepciona cuando acaba con un final absurdo o la promesa de que todo se solucionará en la siguiente entrega, cuando falta todavía más de un año para que salga.


Estamos ante una especie de interludio entre los acontecimientos narrados en Aleación de ley y los de Brazales de duelo, por lo que creo que “quien avisa no es traidor”. En absoluto vamos a obtener más que uno o dos datos relevantes para la trama que llevamos conociendo desde los primeros libros, pero aún así son importantes para no pillarnos desprevenidos en Brazales de duelo. Estamos ante un libro sin pretensiones y algo vacío que parece estar conteniendo el aliento hasta el siguiente.

En mi opinión, Sanderson ha acusado el cansancio de todos esos periodos de tiempo de intensa escritura y ha desaprovechado sin ninguna razón aparente algo como esta ambientación tan sumamente victoriana. El hecho de plantearse que jugar a Assassin's Creed: Syndicate puede ofrecerte más información descriptiva que el autor me parece una pérdida importante de los valores que siempre le había dado a este escritor. Es posible que tenga que plantearse un parón durante cierto tiempo, oxigenarse un poco y regresar con renovadas ganas e ideas para poder seguir sorprendiéndonos en el universo de “Nacidos de la bruma”.

En resumen, considero que Sombras de identidad podría haber sido mucho mejor novela y que su descenso en la calidad podría haber pasado desapercibida en caso de editarse en el mismo volumen junto a Aleación de ley y Brazales de duelo —aunque el tomo resultante fuese bien grande—. De todas formas, aconsejo la lectura a todos aquellos que quieran leer Brazales de duelo con comodidad gracias a la importante información de trasfondo que, esporádicamente, ofrece Sombras de identidad.


Nacidos de la bruma: Sombras de identidad

SANDERSON, Brandon; Sombras de identidad, traducción de Manuel de los Reyes García Campos; Nova, octubre de 2016, 440 págs; tapa dura, 19,50 €; Nacidos de la bruma, 5.

La sociedad de Nacidos de la Bruma ha evolucionado en una fusión de magia y tecnología en la que la economía se expande, la democracia se enfrenta a la corrupción y la religión se convierte en una potencia cultural cada vez más influyente, con cuatro fes distintas enfrentadas por la captación de conversos. Esta sociedad tan animada y optimista, aunque todavía tambaleante, se enfrenta ahora a su primera amenaza de terrorismo, crímenes cuyo objetivo es fomentar el descontento de la clase trabajadora y avivar las llamas de los conflictos religiosos. Wax y Wayne, con la asistencia de la adorable y brillante Marasi, deberán dar al traste con la conspiración antes de que las revueltas civiles frenen por completo el progreso de Scadrial.

1 comentario:

  1. Lo siento, pero no puedo estar del todo de acuerdo con esta opinión; admito que resulta que es una "novela puente" como también lo fue El Pozo de la Ascensión que en mi opinión era peor -y aún así me gustó, introduciendo a los Koloss y los Kandras (antes solo nombrados y ligeramente mostrados) como únicas novedades- y tampoco avanzaba tanto la trama -salvo al final, pero no se puede Spoilear-; Sombras puede ser más flojo en varios aspectos en comparación con Aleación pero sigue siendo divertido de leer, te va remontando a fracciones de la historia que no se desvelaron en los anteriores libros y enlaza perfectamente con lo que sucede en Cosmere.
    Ahora, eso si, admito que ha Sanderson se debería tomar un tiempo de asueto, desconectar de el trabajo (ahora, no se como sera en USA pero en España los profesores universitarios tienen algo de tiempo en verano), de escribir y q solo se lea el Hola! (Se lo mandamos desde aquí con un diccionario español-ingles, si quiere)...bueno, ni se si sera de cotilleos ni realmente yo compraría ese tipo de revistas (ABURRIDAS!!!) pero creo que se entiende lo que digo.

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