12 de septiembre de 2017

‘El abismo’, un aterrador viaje a las profundidades de la mente

Neal Shusterman presenta hasta ahora su novela más compleja y personal, una obra sobre las enfermedades mentales y la soledad de los que las padecen.



Una novela poderosa, aterradora y conmovedora que nos sumerge en el oscuro océano de la mente.” Estas son las palabras que adornan la portada de la última novela de Neal Shusterman en español, y no puedo estar más de acuerdo. Ganadora del National Book Award for Young People’s Literature en 2015, El abismo es el libro más complejo del autor y el más personal. Aún así, si no habéis leído nada de Neal Shusterman recomiendo que empecéis por la serie de “Desconexión” —Desconexión, Reconexión, Inconexión, Conexión—, ya que de esta forma os haréis una idea del fantástico estilo del autor. Al empezar por El abismo, es posible llevarse una impresión equivocada porque la principal característica de la novela es su estructura caótica, deliberadamente caótica. Un poco más adelante explicaré el porqué de semejante genialidad.

Normalmente, cuando comento un libro procuro centrarme en la sinopsis editorial y no dar más pistas de las absolutamente necesarias. Siempre he considerado que el principal encanto de la lectura es sumergirse en ella con la menor información posible sobre la novela para ir descubriéndola poco a poco a la par que los protagonistas. En este caso no me es posible hacer una reseña en condiciones sin desvelar un poco más de lo conveniente y creo que tengo que dar contexto a la novela para poder hacerle justicia a la historia. Si os queréis detener aquí, adelante. Solo os diré que es uno de los mejores libros que he leído este año. Leedlo. Sin más. Si decidís quedaros, voy a dar un poco de contexto y hablar más extensamente de qué va El abismo y por qué es el libro más personal y emocional del autor.


El abismo es una novela que habla de las enfermedades mentales, de la soledad de los enfermos, de la lucha que tienen sus familias, de la incomprensión de la sociedad, de su invisibilidad y del coraje necesario para coexistir con ellas. La historia del protagonista, Caden Bosch, es una metáfora del descenso a la locura, a las profundidades abisales de la mente humana a bordo de un barco sin nombre y con una tripulación de pesadilla:

“No puedo recordar cuándo empezó este viaje. Es como si siempre hubiera estado aquí, salvo que no puedo haber estado siempre aquí, pues hubo un antes, justo la semana pasada o el mes pasado o el año pasado. De lo que sí estoy bastante seguro, sin embargo, es de que sigo teniendo quince años. Aún cuando lleve años a bordo de la vieja reliquia que es este barco de madera, sigo teniendo quince. El tiempo es distinto aquí. No se mueve hacia delante: se mueve como de lado, como los cangrejos.”

La estructura de la novela, por tanto, es tan caótica como la propia y perdida mente esquizofrénica de Caden. Y nosotros, lectores impotentes, seguiremos al protagonista en su descenso a la fosa de las Marianas, al abismo Challenger, sin saber por dónde vienen los palos. Iremos alternando capítulos con la más absoluta normalidad en la vida de un adolescente cualquiera y los brotes psicóticos y paranoides de su estancia en el barco sin nombre a las órdenes de un capitán que ríete tú del Sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas. La genialidad de la novela es esta: aparentemente no hay relación entre ambas líneas argumentales, ni entre el orden temporal de los capítulos, ni en su longitud o en su trama. Caden está perdido en su mente y nosotros con él. De ahí que la novela entera sea un ejercicio de reconstrucción: un inicio caótico, sin orden ni concierto, donde al final vamos alcanzando un final estructurado y absolutamente esperanzador. Si la forma de plantear la novela no es una genialidad, si la forma que tiene el autor de desconcertarnos con el viaje de Caden a lo largo de 161 capítulos no es brillante, que venga Cthulhu y lo vea.

La enfermedad existe, los enfermos mentales existen y no hay que avergonzarse de ellos. Es una enfermedad como tantas otras y requiere normalidad en su trato.

Por supuesto, esta novela no podría sostenerse sin un profundo conocimiento sobre las enfermedades mentales. Antes mencionaba que El abismo es la novela más personal y emocional del autor, y no es para menos. Brendan, el hijo mayor de Shusterman e ilustrador de la novela, sufre esquizofrenia y El abismo recoge tanto su metafórico viaje al infierno de la enfermedad como el de su familia y los profesionales que le ayudaron. Quiero decir con esto que la novela, aunque trata un tema durísimo y bastante invisibilizado (ya sabéis, las enfermedades que no se ven, no existen), es todo un alegato esperanzador. La enfermedad existe, los enfermos mentales existen y no hay que avergonzarse de ellos. Es una enfermedad como tantas otras y requiere normalidad en su trato.

“A los chicos muertos se los coloca sobre pedestales, mientras que a los chicos con una enfermedad mental se los esconde bajo la alfombra.”

De hecho, la finalidad principal de la novela, y lo que perseguía el autor desde el principio, es darle visibilidad a una enfermedad muy estigmatizada en nuestra perfecta sociedad. Y lo ha conseguido desnudándose y poniendo sobre el papel su propia experiencia y la de su familia, algo que considero muy personal y muy valiente. Si este libro no os remueve por dentro, estáis muertos. Así os lo digo.


En cuanto a la edición de Anaya Infantil y Juvenil, qué os voy a contar ya que no sepáis y que no os haya dicho ya en varias ocasiones. Si es una de mis editoriales favoritas de libros infantiles y juveniles por algo será. La edición española es estupenda, tapa blanda con solapas, papel de calidad y letra adecuada. Además mantiene las ilustraciones originales que Brendan Shusterman realizó mientras estaba atrapado en su propia mente y el traductor, Adolfo Muñoz, es el habitual de Shusterman. Si me gusta que el mismo doblador sea quien le da voz a los protagonistas de mis series favoritas, con los traductores me pasa exactamente lo mismo. El abismo es un libro que merece la pena tener en las estanterías, en el lector electrónico, en las bibliotecas públicas, en todas partes. Si además, trabajáis con adolescentes, Anaya tiene un plan de lectura para trabajar la novela en clase.

El abismo es un libro necesario, que toca la fibra sensible, que visibiliza una enfermedad muy estigmatizada en la sociedad y que lo hace de forma caóticamente brillante. Es una lectura desconcertante y exigente, que nos obliga a ponernos en la piel de Caden para vivir la realidad como él lo hace, con períodos de lucidez y episodios de pesadilla, y siempre con esperanza. Mucha esperanza. No recomiendo su lectura como primera aproximación al autor, ya que es desconcertante, pero desde luego es una novela indispensable que debe ser leída por todos, independientemente de su público objetivo. Es una novela brillante y no hay más.


EL ABISMO
Neal Shusterman
Trad. de Adolfo Muñoz
Anaya Infantil y Juvenil, marzo de 2017
Rústica con solapas, 408 págs.
16 €

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