1 de octubre de 2017

‘Saga: Capítulo siete’, perdidos en el cometa

La familia de Saga ha hecho una parada de emergencia en el cometa Phang, sobre cuya superficie los luneros y los alados siguen dándose de tiros como de costumbre.



Son muchas las cosas que han ocurrido desde aquel primer número de Saga. Para empezar, la cantidad de premios que ha cosechado desde que comenzara a publicarse en 2012, entre ellos el Eisner y el Hugo. Y para seguir, los muchos acontecimientos que han hecho que la frágil pero imbatible familia que protagoniza Saga crezca con el tiempo y se convierta, como si de un solo personaje se tratase, en uno de los protagonistas más carismáticos del cómic de las últimas décadas. A estas alturas de la película, tras más de cuatro decenas de números publicados, poca presentación necesita una de las colecciones de ciencia ficción y fantasía más populares y adictivas de los últimos años.

Saga trata, a grandes rasgos, de Alana y Marko, dos seres que a pesar de sus diferencias raciales —los mundos a los que pertenecen llevan combatiendo durante siglos—, se enamoraron y tienen una hija en común, Hazel. Por supuesto, tal blasfemia —en opinión de sus respectivos semejantes, alados y luneros— no les ha granjeado precisamente las simpatías de la gente, y desde el primer momento deambulan por la galaxia huyendo de un conflicto del que no quieren formar parte.


Al respecto de este séptimo capítulo de Saga —el cual incluye los números 37 a 42 de la serie original de Image—, poco podemos decir que no se haya dicho ya. Si bien la historia continúa exactamente donde lo dejó la sexta entrega, en los cinco números que dura el capítulo vamos a conocer a algún que otro personaje nuevo y ver los derroteros por los que Brian K. Vaughan lleva a la familia durante su estancia en el cometa Phang, pues es ahí donde los protagonistas han hecho una pausa para inyectar combustible en su arbórea nave espacial. Qué duda cabe que Phang no lo van a pasar especialmente bien, o de lo contrario no estaríamos ante de una de las series de cómic que más alabanzas ha despertado en la crítica y que no puede dejar indiferente. Sin embargo, en Saga: Capítulo siete se aprecia un ligero cambio de ritmo y lo que nos cuentan en Phang no es tan llamativo como en volúmenes anteriores.

En el capítulo anterior...
Hazel en la guardería de una prisión, Alana y Marko tratando de rescatarla... El capítulo seis de Saga no fue precisamente un paseo por el parque. Es, de hecho, uno de los más intensos de la saga, con La Voluntad y Dulce de Leche por un lado, el rescate por el otro, y la presentación de Piotr, quien, esperemos, permanezca en la familia durante unos cuantos números más.
Pero independientemente de las cosas que ocurran en Phang, Saga sigue siendo un símbolo de la diversidad —sexual, racial, mental y cultural— y es quizá por eso por lo que uno siempre está deseando llegar a la tienda de cómics para saber si ya ha salido el siguiente número. Esa diversidad que Hazel apuntala comentando que “todos somos forasteros para alguien” hace de Saga un ejercicio narrativo a seguir, no solo por lo dinámico del guión y porque todo fluye con una naturalidad pasmosa que ya quisieran otras series de cómic, sino porque el propio Vaughan cree que “si realmente deseas explorar el mundo real, esta obra debería parecerse al mundo real”, según le dijo la artista una vez. Y así ha sido: Saga es un reflejo del mundo actual, con sus innumerables problemas y gente que pone impedimentas a todo, pero adaptada a un entorno de space opera.


Es muy interesante el comentario de Vaughan sobre tema, el de la diversidad racial, en una entrevista de The Verge —según cuenta el prologuista del volumen—, ya que según él, cuando piensa en la fantasía, “yo mismo me culpo por la tendencia que tenemos a hacer de los blancos un estándar para este tipo de personajes. Luego, añadimos cuernos, y alas, y protuberancias para hacerlos más diversos, y eso es una locura.”

El apartado artístico de Fiona Staples sigue tan en forma como siempre, con una caracterización de personajes impregnados de realismo —a pesar de tener cuernos, alas o una tele por cabeza— que, junto a unos escenarios minimalistas, le dan el aspecto propio de Saga. No hay que olvidar, sin embargo, que pese a tratarse de una serie de ciencia ficción y fantasía no está indicada para los más pequeños de la casa, ya que cuenta con bastantes referencias de índole sexual y lenguaje no apto para menores en muchas ocasiones, lo que no quiere decir que dichos elementos estén puestos ahí de forma gratuita, sino que reflejan una realidad, nuestra realidad.


SAGA: CAPÍTULO SIETE
Brian K. Vaughan (guión) y Fiona Staples (dibujo)
Trad. de Diego de los Santos
Planeta Cómic, septiembre de 2017
Tapa dura, color, 152 págs.
16.95 €

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