Obligada a meterse en un compactador de basura en El despertar de la Fuerza —sin duda una broma vengativa de Han Solo por lo mal que lo pasó en aquel plan improvisado de rescate de la Princesa Leia en Una nueva esperanza—, la Capitana Phasma no terminó sus días prensada y reciclada cual tetrabrik espacial, sino que su tenacidad se ha visto aumentada gracias a ese vergonzoso acontecimiento sobre el que habría que correr un tupido velo, salvo por un tema importante que ha quedado sin cerrar: todos pensarán que ella es la culpable de la destrucción de la base Starkiller. Es una verdad tan grande como un Destructor Estelar, pero nadie puede enterarse o su carrera en el Primer Orden estará más que acabada, y sin honores.
Capitana Phasma, con guión de Kelly Thompson y dibujo de Marco Checchetto (Obi-Wan & Anakin, Imperio destruido), es una miniserie de cuatro números publicada por Marvel que retoma la historia de la figura de armadura cromada que nos presentó El despertar de la Fuerza. El cómic nos hace partícipes de cómo el personaje se lanza a la búsqueda de un chivo expiatorio que aleje de ellas las sospechas de la destrucción del juguete del Primer Orden, ya que entre los planes de Phasma no figura el haber frustrado las intenciones de aquellos que le dan de comer.
Los que busquen una profundización en el personaje de Phasma, cual ficha reveladora de sus motivaciones, alegrías, penas y características principales, no lo van a encontrar aquí. Capitana Phasma es más bien un enfoque de cámara en un pequeño episodio en la vida de la capitana, desde que sale del basurero en El despertar de la Fuerza hasta que la volvemos a encontrar con ganas de resarcirse en Los últimos Jedi. No es más que eso: un cómic de argumento simple que nos muestra las habilidades combativas del personaje y aquello de “está dispuesto a todo” para conseguir sus fines.
Quien quiera conocer en mayor profundidad a la capitana debería leer la novela Phasma de Delilah S. Dawson —recientemente publicada en castellano—, ya que ahí sí se cuentan los orígenes del personaje y sus motivaciones antes de El despertar de la Fuerza. Esto no significa que Capitana Phasma sea un mal cómic, pero hay que tener en cuenta que es muy sencillo en su concepción —va de A a B con algunas escaramuzas intermedias— y sirve como puente minúsculo hacia Los últimos Jedi, aunque no es una de esas lecturas obligadas que se recomiendan para ir al cine hasta arriba de información.
Star Wars: Captain Phasma, 2018. Kelly Thompson y Marco Checchetto. Traducción de V. M. García de Isusi. Planeta Cómic, 2017, 120 págs. Tapa dura, 14,95 €.
En cuanto al apartado artístico, nada que objetar a los lápices de Marco Checchetto ni al color de Andrés Mossa. El contenido visual de Capitana Phasma es muy potente y sirve perfectamente al propósito de esa llamada de atención que decía antes sobre el personaje, pero en forma de cómic: que estamos ante un personaje con potencial pero del que no se sabe nada, salvo que se le dan bien las peleas y pegar tiros, una tipa peligrosa —más incluso que Brienne de Tarth en Juego de tronos, por aquello de ser la misma actriz—. En este caso (de hecho es de lo más importante), Phasma está más que correctamente dibujada por el italiano —casco, postura, capa, armas— y no desentona en absoluto con la imagen que nos ha dejado la película.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.