Corría el cambio de milenio cuando descubrí por primera vez a Tad Williams y su “Añoranzas y pesares”. Recuerdo estar paseando entre las novedades de bolsillo de fantasía épica de mi antro de perdición habitual cuando una serie de ocho libros llamó mi atención. Las portadas eran lo más feo que había visto en mi vida, palabra. Marrones, sosas, sin apenas adornos y con una letra pulga no apta para miopes (seguro que muchos de vosotros sabéis cuales son). Sin embargo, pese a tal decepcionante primera impresión, al leer la sinopsis algo me enganchó. Quizá la analogía de Simón Cabezahueca, el pinche de cocina del castillo de Hayholt, con Taran, mi aprendiz de porquerizo favorito del mundo mundial, o un paralelismo con la épica de Tolkien… No lo sé. El caso es que me llevé el primero por probar y fue un flechazo literario en toda regla: el mundo de Osten Ard había llegado a mi vida para no marcharse jamás.
Imaginaos mi alegría cuando el pasado mes de junio se publicó en inglés The Witchwood Crown, el primer libro de la nueva trilogía “The Last King of Osten Ard”, la cua continúa “Añoranzas y pesares” treinta años después —quien no la haya leído todavía, en este artículo podéis encontrar cinco buenas razones para hacerlo—. Tad Williams siempre había sido muy reticente a escribir una continuación, prefiriendo desarrollar otros universos como el Otherland, Shadowmarch o Bobby Dollar. Han tenido que pasar más de veinte años para que se animara a volver, para que encontrara una historia lo suficientemente buena para ser escrita y poder dedicársela a sus seguidores. Y no es que lo diga yo, lo explica el propio autor en el prólogo de The Heart of What Was Lost. Y eso, querido Tad Williams, me ha llegado a la patata. A mí y a todos tus seguidores, que lo sepas.
Dada la meticulosidad y el cariño que le tiene Tad Williams a Osten Ard, había un hueco argumental entre la trilogía original y la secuela; entre donde termina todo lo acaecido en La torre del ángel Verde y donde empieza The Witchwood Crown. Con The Heart of What Was Lost, la novela corta que sirve de puente entre “Añoranzas y pesares” y “The Last King of Osten Ard”, se subsana ese lapso, esos huecos argumentales y se deja todo bien atado para que tenga sentido la continuación de la historia en la segunda trilogía. ¡Qué grande eres, Tad Williams!
Pero metámonos en faena. ¿De qué va The Heart of What Was Lost? Bien, si no has leído “Añoranzas y pesares” detente ipso facto que vienen los spoilers en la propia contraportada. Si ya la has leído, adelante, sigue con nosotros. La historia comienza aproximadamente medio año después de la caída de La torre del ángel verde y la coronación del rey Seomán y la reina Miriamele. Las nornas o zorras blancas, los primos malvados de los Sitha y aliados de Ineluki, el Rey de la Tormenta, huyen en desbandada hacia el frío y desolado norte, Naggika, sembrando a su paso caos y muerte. Por ello, el duque Isgrimnur de Rimmersgard, con la venia de Hayholt, comanda un ejército formado por rimmerios y mercenarios del sur con el único objetivo de arrinconar a las Nornas en su madriguera y borrarlas del mapa, trayendo definitivamente la paz a los reinos de Osten Ard.
La novela está dividida en cinco partes bien diferenciadas, marcando un tempo narrativo que empieza pausado y se vuelve algo frenético en el fragor de la batalla, para volverse pausado de nuevo en la resolución final, atando todos y cada uno de los cabos. Despacito y con buena letra, al grano y sin floritura, Tad Williams se toma su tiempo para arrancar, centrándose en el desarrollo de los personajes y de los tres puntos de vista sobre los que va a recaer el peso de la narración (Porto, un soldado de bajo rango, el propio duque Isgrimnur y Viyeki, un lugarteniente de las nornas) para después llevarnos, de forma ágil, sin pausa y ni respiración a una confrontación entre humanos e inmortales, con emboscadas, planes dentro de otros planes, estrategias, política, sitios a fortalezas inexpugnables, magia oscura ancestral, sangre y zombis. Y todo ello en apenas doscientas páginas, sin que sobre o falte ni una mísera coma, oye. Ni paja, ni relleno, ni descripciones vacías, ni diálogos superfluos. Cada palabra donde tiene que estar, con el sentido con el que tiene que estar, ni más ni menos. Maestría, dicen que se llama.
¿Algo a destacar? La novela entera, de principio a fin, desde la primera línea al último punto y final. Es que no sé por dónde empezar, si por cálido prólogo del autor, que destila cariño por Osten Ard y la sólida base de seguidores que hay detrás, o por los apéndices, los mapas, el glosario, o por haberse tomado la molestia de escribir The Heart of What Was Lost solo para conseguir coherencia interna entre “Añoranzas y pesares” y la nueva trilogía, “The Last King of Osten Ard”.
¿Algo a mejorar? Dos cosas. Que hayamos tenido que esperar más de veinte años en volver a Osten Ard, aún cuando el propio Tad Williams siempre afirmó que esa puerta estaba bien cerrada, a cal y canto; y que sea difícil ver la traducción por estas tierras, dado el gafe que tiene el autor en España.
The Heart of What Was Lost, 2017. Tad Williams. Novela en inglés. DAW, 2017, 224 págs. Tapa dura con sobrecubierta / rústica, 22,00 / 15, 00 $.
Por supuesto, es posible acercarse a la nueva trilogía sin haberse leído la anterior, pero desde luego, no será la experiencia tan disfrutable como si empezaras desde el principio, con personajes tan entrañables como Simón Cabezahueca, Binabik o Miriamele; con un mundo medieval que bebe directamente de nuestra historia, con culturas como el medievo europeo, la sociedad vikinga, romana, galesa, o inuit... y que para más inri, fue una gran influencia en toda la fantasía que se escribió en los noventa, incluyendo a George R. R. Martin y su “Canción de hielo y fuego”, ahí es nada.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.