11 de abril de 2018

Los duelos son el pan de cada día en ‘Horacio d'Alba’ de Jérôme Le Gris y Nicolas Siner


El Renacimiento siempre me ha parecido una época muy interesante a la hora de contar historias, sea en forma de novela o cómic. Como revolución artística que es, uno se podría encontrar de todo, desde conspiraciones y tramas urdidas por pintores o escultores que desean denigrar a otros artistas por el simple hecho de ganar para sí mayor fama o renombre, o tejemanejes políticos y papales con mercaderes involucrados, hasta sencillas historias de aventuras que muevan a los personajes de aquí para allá en la Europa de los siglos XV y XVI. Por desgracia (o fortuna, si lo vemos desde el punto de vista narrativo), la cuestión artística no es lo único presente en el Renacimiento, ya que el fuerte pasado bélico de la recién finalizada Edad Media no se puede borrar de un plumazo (como se puede comprobar hoy en día), y el florecimiento cultural no está exento de guerras, traiciones y puñaladas traperas que podrían sonrojar a cualquier ser con aspiraciones a villano. Es en el marco de ese auge de lo cultural, y más concretamente en la península italiana de la época, donde se sitúa Horacio d'Alba, una serie de cómic europeo escrito por Jérôme Le Gris (Malicorne) que cuenta con el apartado artístico de Nicolas Siner.

Esta es precisamente una historia contada desde ese lado traicionero y sangriento que transcurre paralelo a la revolución artística mencionada antes. Sin embargo, los protagonistas no son grandes señores de la guerra al servicio del mejor postor (pero sí que sirven a los condotieros y duques) que deciden el destino de la península con forma de bota. Pero casi. Los protagonistas de Horacio d'Alba son duelistas (de pistola y no armas blancas, aunque son expertos en todas), una evolución de las llamadas justas medievales o torneos que en ocasiones servían para resolver la disputa entre dos fuerzas o contendientes, sean estas algún indignado caballero con recursos o toda una nación, cuando no se hacía por diversión o espectáculo.


En el caso de la historia que nos ocupa, Horacio d'Alba es una suerte de héroe, una figura trágica incluso que tiene en sus manos el destino de naciones ya que depende de él el que los poderosos se salgan o no con la suya. Estos duelistas (d'Alba no es el único que lo practica), se organizan en una serie de academias donde son entrenados y puestos a prueba para futuras prácticas. Existe, claro está, la rivalidad entre academias, nada nuevo en las viñas del señor.

Pero el duelo en Horacio d'Alba tiene los días contados porque las altas esferas (pero altas de veras, las que llegan al papado) lo ven como un impedimento para sus aspiraciones megalómanas, ya que existiendo los duelos queda feo lanzarse a conquistar una ciudad por métodos tradicionales,  movilizar tropas o sacar tajada con el negocio de las armas. D'Alba, sus amigos y el resto de academias son, pues, el último reducto que resiste fuerte al invasor, como dirían por ahí.


Horacio d'Alba es una historia de guerra y traiciones, de eso no hay duda, pero el autor ha sabido no centrarse únicamente en la historia global del asunto (lo que podría haber sido un rollo de campeonato y carente de alma), sino que ha preferido mostrarnos historias individuales de cada uno de los personajes, no de manera excesivamente profunda (salvo Horacio y Gris, quienes reciben doble beneficio por ser los protagonistas), sino lo suficiente como para que no parezcan peones sin corazón y reconozcamos algunos detalles personales, metas y aspiraciones, Muy de agradecer ya que en una narración de este tipo es frecuente perderse entre los entresijos de la historia. Pero Horacio d'Alba habla de lo que hay tras las historia, la parte oculta y gris del asunto, o eso nos quiere recordar el autor desde la primera página: que prácticamente no se recuerda a los que de veras cambiaron el mundo.

Por tanto, en Horacio d'Alba hay una épica muy bien llevada, hay pasiones y romance, honor, sacrificio y superación personal, pero por encima de todo, una especie de estado crepuscular, la sensación de que está todo destinado al desastre (nos hallamos a principios del siglo XVII), de que el mundo tal y como lo conocen los protagonistas va a desaparecer por mucho que dediquen todas sus fuerzas a luchar contra fuerzas superiores, como lanzar piedras contra un acantilado lamido por las olas que provoca un mar agitado. Es una historia atemporal y eso es lo que sienten los personajes y lo que han conseguido transmitir los autores: Le Gris con las palabras y Siner con los lápices.


Horacio D'Alba

Horacio d'Alba. 1, 2013. Jérôme Le Gris y Nicolas Siner. Traducción de ???. Yermo Ediciones, 2017, 184 págs. Tapa dura, 38,00 €.
Por supuesto, el guión de Le Gris no sería lo mismo sin el apartado artístico de Nicolas Siner. El artista francés logra una amalgama de rostros, colores, tonos y expresiones de gran intensidad, acorde a lo que quiere contar Le Gris. Es una historia con un gran impacto visual, tanto en personajes como en escenarios, muchos de los cuales son una alusión no solo a la realidad de la época, sino que recuerdan al pasado romano de Italia, lo tradicional (lo pagano) en contraste con lo moderno (lo que pretende suplantar a lo antiguo, en religión o en otros aspectos de la existencia), como aquella viñeta de la página 58 (resultado de la escena donde se integra) que ejemplifica la lucha entre lo nuevo y lo viejo. Es una obra de capa y espada muy sólida tanto en lo visual como en lo literario. Horacio d'Alba es una de esas series que, gracias a Yermo Ediciones, empieza y termina dentro de las mismas tapas del libro que se sostiene entre las manos —incluye los tres álbumes originales, La república del pundonor, El rey soldado y Memorias de una vesubiana—, que no dejará indiferente a los que gusten de la revolución cultural que tuvo lugar en la conflictiva Europa de antaño.

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