Aunque es muy probable que el enfoque de Goyer de cara a la adaptación de las novelas de Asimov sea diferente a lo acostumbrado —partiendo de su trabajo en las adaptaciones de cómics que figura en su currículum—, no hay duda alguna de que se trata de un proyecto muy ambicioso, por algo los libros de la “Fundación” son uno de los pilares básicos de la ciencia ficción literaria cuya influencia ha llegado a otros universos como Dune o Star Wars.
Por ahora no sabe nada más del proyecto, salvo que otros estudios han intentado hacerse con los derechos y que todos se enfrentaban al mismo problema: la cantidad de novelas de la colección y el lapso de tiempo entre entregas. Antes de eso Sony también iba a hacer una adaptación, y ya había fichado a Roland Emmerich, el director de Independence Day.
La “Fundación” comenzó a publicarse en 1942 como una serie de historias cortas en la revista Astounding Magazine, las cuales fueron recopiladas posteriormente en los libros Fundación (1950), Fundación e Imperio (1951) y Segunda Fundación (1952), lo que se llamó “Trilogía de la Fundación”. Treinta años después Asimov regresó a la ambientación de su creación con Los límites de la Fundación (1982) y Fundación y Tierra (1986), novelas que le sirvieron al autor para enlazar su anterior saga de los Robots —con las tres leyes fundamentales de la robótica— y la trilogía del Imperio, además de las novelas independientes El fin de la eternidad (1955) y Némesis (1989). Ya al final de su carrera, Asimov escribió dos precuelas de su saga de la “Fundación”, a saber, Preludio a la Fundación (1989) y Hacia la Fundación (1993), esta última publicada póstumamente.
La saga se ambienta unos 22.000 años en el futuro, cuando el Imperio Galáctico lleva 12.000 años activo y la raza humana ha colonizado la galaxia, aunque su estabilidad está viéndose afectada. El matemático y estadista Hari Seldon es el creador de la psicohistoria, estudio que permite predecir el futuro basándose en hechos históricos, lo cual lleva a Seldon a calcular que el Imperio va a llegar a su fin y que la humanidad tardará 30.000 años en recuperarse. Esta desastrosa visión del matemático le lleva, sin embargo, a pensar en un plan alternativo: la creación de un lugar de conocimiento que guiará a la humanidad más allá de la oscuridad, hacia lo que se conocerá como un nuevo Imperio, la Fundación.
Nota: Michael Whelan, por las ilustraciones.
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