No se si os habéis fijado, pero en España es bastante complicado encontrar fantasía de calidad que no tenga que ver con la ambientación medieval, la más común de todas. Aunque haberlas haylas, que nadie se asuste, hay pocas series de fantasía urbana dignas de mención. Hay pocos ejemplos que poner tras este primer párrafo, pero imagino que habréis oído hablar de la saga de Bobby Dollar de Tad Williams, y digo saga, porque desgraciadamente la mala suerte de Tad Wiliams —en el enlace puede leerse un artículo al respecto— se manifestó de lleno con el cierre del sello fantástico de RBA y solo pudimos disfrutar de una única entrega, Las sucias calles del cielo. Teniendo ya tres libros publicados en su idioma original, y yendo camino de un cuarto, se vuelven a levantar ampollas con esto del aprendizaje del inglés y lo indispensable que es para todo buen lector de fantasía que se precie, para no tener que depender de las editoriales que los traducen al idioma correspondiente.
En el caso de Harry Dresden, que es lo que nos ocupa, la cosa no se presentó tan mal como en este ejemplo anterior, sino que La Factoría de Ideas fue publicándolo pacientemente a lo largo de bastantes años hasta editar un total de diez libros —el último fue Un pequeño favor—. Debo decir que a medida que pasaba el tiempo la cosa fue desmejorando, encontrándome con libros especialmente mal editados/traducidos, que más que hacerte disfrutar de una aventura más del sufrido Dresden, lo que te provocaba era plantearte muchos dilemas sobre la edición y traducción en este país en según qué sectores. También te hacía pensar en las razones por las que una editorial podría no querer mimar su producto, despreocupándose por comprobar las cosas más básicas —como el cambio de sexo de los personajes o frases sin sentido que hacen perder la cohesión del texto—, antes de darle el visto bueno y mandarlo a imprenta. Al fin y al cabo, ¿qué culpa tiene el lector en todo ese proceso? Sí, somos lo más bajo de la cadena alimenticia editorial, pero al fin y al cabo somos los que sustentamos su ciclo vital.
El tema es que tras el cierre de la editorial, el futuro del mago Dresden era bastante incierto. Se sabe que la literatura fantástica y de ciencia ficción no es algo que venda a lo bruto en nuestro país —salvo excepciones que han provocado colas en grandes ciudades con motivo de firmas o presentaciones—, y que Dresden podía tener cierta tirada, pero que ese público era minoritario incluso para los cánones normales de la fantasía en España. ¿Sería suficiente para que alguna editorial se lanzase de cabeza a su publicación? Ese pareció ser el caso de Nosolorol Ediciones, que decidió justo eso, no hacer solo rol, y coger el toro por los cuernos para presentarnos una edición sin erratas, con una portada bastante decente de Dresden —como siempre, obra de Chris McGrath, aunque ya sabemos que pese a que el sombrero no salga en los libros, forma parte irremediable de sus portadas, y de hecho estoy segura de que de ahí sacaron el nombre los de Evil Hat Productions—, y una maquetación acorde. Esta iniciativa brindó la continuación de las novelas desde la última entrega en la que echó el cierre La Factoría, y además le vino muy bien el tirón del ya publicado The Dresden Files: El juego de rol.
Las diferencias con las ediciones anteriores son evidentes, y aunque la anterior edición de La Factoría de Ideas también era en rústica —más tarde DeBolsillo la sacó en un formato más pequeño—, Nosolorol ha tratado de mantener cierta unidad con respecto a las ediciones anteriores, y se ve que han invertido recursos en cuanto a la traducción, maquetación y corrección se refiere. La traducción de David Luque y David P. Espinosa me ha parecido bastante chula, y el trabajo de apoyo a la misma de Ana Navalón ha conseguido un resultado muy logrado. Nada que ver con la dejadez que ya os he dicho que vi en algunos de los libros antes editados. Digamos que han vuelto a elevar el listón, dejando bien claro que Dresden tiene mucha vida por delante y que es un activo al que merece la pena prestar atención.
Turn Coat, 2009. Jim Butcher. Traducción de David Luque. Nosolorol Ediciones, 2017, 432 págs. Rústica, 17,99 €.
Huelga decir que las novelas de Dresden son libros para echar el rato. No vais a convertiros en la reencarnación de Baudelaire leyendo las historias de Jim Butcher, pero sí que os servirán para hacer la vida algo más llevadera mientras veis como, para variar, las desgracias no os pasan solo a vosotros, sino que podría iros mucho peor en comparación. Y si no preguntádselo a Dresden cuando se tenga que enfrentar a un cazarrecompensas sobrenatural salido de la mitología nativo americana al que no se puede matar. ¿Es que váis a dejar pasar la oportunidad de enteraros?
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.