Bennett ha sabido tocar la fibra sensible con Animosity. El hablar de animales y de la relación de estos con los llamados “amos”, es decir, los humanos, es una de esas flechas que casi siempre dan en el blanco. Animosity es una historia que combina de forma ingeniosa la fábula —los protagonistas son en realidad los animales—, el género del apocalíptico y el mensaje ecologista. Esos tres elementos han sido tejidos en Animosity para dar al lector un nuevo enfoque sobre la relación de los humanos con sus mascotas, o más bien con los animales que en general pueblan el mundo: no solo aparecen animales domésticos como perros o gatos, sino que por el cómic desfilan criaturas del más variado pelaje, desde cocodrilos hasta tigres, zorros o tortugas con lanzamisiles.
La edición española de Animosity corre a cargo de Planeta Cómic e incluye entre sus tapas el material original de la edición del sello Aftershock: los números 1 a 4 de la serie regular Animosity y el número especial El Alzamiento.
El mensaje de Animosity puede que sea claro, pero Marguerite Bennett (Bombshells, INSEXts) nos los presenta intencionadamente de forma poco delicada: hay violencia desmedida cuando tiene que haberla, y los flashbacks que se intercalan a lo largo de la narración consigue crearnos una imagen mental de ciertos personajes que ayudan al desarrollo psicológico de lo que quiere contarnos en su cómic. Sin embargo, y entroncando con la idea de fábula presentada desde el principio, el mayor pero que se le puede poner a Animosity es su constante sentido de la desfamiliarización —lo que los rusos llamaron ostranénie—, y que Jonathan Swift nos presentó en forma de sátira en su novela Los viajes de Gulliver hace casi tres siglos. Animosity ofrece una serie de situaciones extrañas que quizá resulten poco creíbles para el lector —sí, más allá de que los animales se pongan de pronto a hablar—, como si lo que desfila ante nuestros ojos no sea más que una excusa para mostrar lo crueles y sanguinarios que pueden ser tanto los animales como los humanos. Es como si el lema “respeto por los animales” se diluyera un poco por el camino.
Pero si el lector se conciencia de que está leyendo una fábula creada a propósito y que ese extrañamiento es igualmente provocado, no habrá problema en seguir el hilo de la trama e incluso esperar al siguiente volumen.
Lo que podría pasar en realidad por un relato o una novela de ciencia ficción de mediados de siglo pasado se convierte aquí en una fábula hecha y derecha. No solo los animales son el centro de atención absoluto de Animosity, sino que Bennett trata en realidad el cómic como si lo fuera, lo cual tiene su lado bueno y su lado malo. El lado bueno es que como narración breve que es, la fábula permite que lo que se cuenta vaya al grano y que el mensaje didáctico —del que Animosity no se libra— cale hondo en el lector. El lado malo consiste precisamente en una prolongación de sus cosas buenas, las cuales adquieren ahora un factor negativo: Animosity transcurre de forma precipitada, todo ocurre demasiado deprisa como para que haya una evolución completa de los personajes, y los acontecimientos que pasan en la Tierra tras el Despertar se vuelven demasiado distantes, en un tercer plano, ya que la narración se centra casi exclusivamente en Jesse y Sandor y en cómo se abren camino por este recién creado mundo que por el momento ya nunca volverá a ser igual.
Pero sin duda, la parte buena que tiene de fábula deja un poso muy profundo, y suscita no pocas preguntas: ¿esto es lo que pasaría si los animales adquirieran de pronto la capacidad de hablar y actuar por sí mismos? ¿Están los humanos condenados como única especie pensante del planeta? ¿Cómo reaccionarían los humanos al enterarse de que ya no es la especie dominante del mundo?
Animosity, Volume 1: The Wake, 2017. Margueritte Bennet y Rafael de Latorre. Traducción de Marina Borrás. Planeta Cómic, 2019, 152 págs. Tapa dura, 14,95 €.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.