El excéntrico maestro del horror de Providence, a día de hoy y pese a conocerse los detalles de su vida, gracias sobre todo a L. Sprague de Camp en Lovecraft. Una biografía (Valdemar, 2002), es un escritor que no deja de generar misterio. Quizá se debe a lo extraño y extraordinario de su ya antológica bibliografía. A su talento como escritor de la mítica Weird Tales debemos historias como La llamada de Cthulhu —al que debemos en parte la aparición del juego de rol homónimo en 1981 de la mano de Chaosium—, En las montañas de la locura o El horror de Dunwich, entre otros.
Da igual las historias que leamos sobre él —sus hábitos de escritura, su patente racismo, sus dificultades a la hora de encontrar trabajo—, siempre habrá formas de contar su biografía, aunque sea de forma breve y concisa como lo hace Howard P. Lovecraft. El escritor de las tinieblas. Estamos ante un cómic escrito por Alex Nikolavitch —seudónimo del guionista galo Alexis Racunica— que explora la vida del escritor de Providence, no desde su infancia o juventud —Lovecraft murió en realidad joven, con tan solo 47 años—, sino cuando ya es uno de los escritores en plantilla de Weird Tales, y como se sabe, la vida del autor de relatos, sobre todo de fantasía o ciencia ficción, era bastante dura ya que era frecuente no recibir el pago por un relato ya entregado y publicado, o si no que se lo digan a Robert E. Howard. Lo que hace Nikolavitch es ofrecernos una selección de la vida del escritor salpicada aquí y allá con referencias a algunas de sus obras —pinceladas breves, ya que se trata de Lovecraft, no sobre las obras de Lovecraft—, y en especial de sus manías, costumbres y amistades.
Es un relato pausado pero sin altibajos, este El escritor de las tinieblas. Aquí no vamos a encontrar escenas de acción ni tramas complejas o misterios arcanos —no en el estilo de El Libro de Lovecraft (1985) de Richard A. Lupoff o Los nombres muertos (2013) de Jesús Cañadas—, sino una trama sosegada perturbada en ocasiones por el genio del escritor y endulzada con conversaciones bajo la soleada calidez del sol una tarde en Providence o a la luz artificial de un local de autoservicio en la bullente y ruidosa Nueva York.
Howard P. Lovecraft: Celui qui écrivait dans les ténèbres, 2018. Alex Nikolavitch y Gervasio Benítez. Traducción de Juan García Muñoz. Oberon, 2019, 112 págs. Tapa dura, 16,95 €.
El escritor de las tinieblas es un buen cómic que bajo una clara calma argumental da una perspectiva amable, pero real, del escritor que fue Lovecraft, incluso podemos llegar incluso a sentir empatía y tristeza por su carrera literaria y personal, posiblemente el mayor logro del cómic. En el lado negativo, se trata de una historia demasiado corta —apenas dura cien páginas—, que produce al final la sensación de que se podría haber incidido mucho más en la obra y vida del autor, no solo dar pinceladas breves que te incita a saber más, algo que se podría haberse resuelto con cincuenta páginas extra y, pese a quedar como una contradicción, parece otro de los efectos buscados del cómic. Pero, aun tratándose de un cómic más bien dirigido al público joven, cualquier persona que quiera desarrollar su interés por la obra de Lovecraft o su bibliografía al final les sabrá a poco. Con todo, El escritor de las tinieblas es una lectura amena que da justo lo que promete, que deja un buen poso en el lector y le hace querer indagar más en la figura de Lovecraft, quizá en su círculo literario y en esa época de espada y brujería, horrores innombrables y dioses primigenios de la Weird Tales.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.