Una de las razones por las que me decidí a estudiar la carrera de Historia del Arte fue la gran impresión que tuve tras visitar con mis padres una iglesia muy antigua —a día de hoy no sabría decir cual—, en la que mi padre fue señalando
cada uno de los animales que decoraban los capiteles de la logia de una especie de claustro y todos los que había dispersos por las naves laterales, junto a las capillas. Deduzco que con la corta edad que yo tenía, ese juego fue la única opción que se le ocurrió a mi padre para entretener a su hija al borde de una pataleta y un ataque de llanto, en una época en la que no existían los móviles para evitar estos males menores.
A partir de aquello empecé a colarme en nuestra biblioteca y a ojear todos los libros que él tenía relacionados con el tema. Así fue como nada más entrar al instituto ya me había leído los diez libros de arquitectura de Vitruvio, los cuatro de Palladio y todos los libros de románico, gótico y barroco de la editorial Taschen. Todavía tengo algunos folios en
papel cebolla con los calcos que hacía a mis ocho años de algunas de las estructuras que podía encontrar en esos libros. Después me alucinó todo lo que tenía que ver con el urbanismo y la misma evolución de las ciudades, pero eso es otra historia.
El caso es que cuando pude leer
El bestiario de las catedrales de Mario Agudo Villanueva descubrí que había realizado
un excelente compendio que todo amante de los estilos medievales debería leer. He de reconocer también las dificultades que la lectura de un libro como éste puede suponer a alguien que no esté familiarizado con un vocabulario artístico, o que no sea capaz de aguantar
la incesante enumeración de infinidad de ejemplos en cada una de las secciones del libro. De hecho, yo misma he tenido que consultar varias cuestiones y he descubierto nuevos lugares de los que nunca antes había escuchado hablar. Es por lo tanto un libro que empieza de forma suave, pero que va aumentando su complejidad técnica, pudiéndose llegar a hacer algo denso.
El bestiario de las catedrales
El bestiario de las catedrales: Animales y seres fantásticos del mundo antiguo al Medievo cristiano, 2019.
Mario Agudo Villanueva. Almuzara, 2019, col. “Historia”, 312 págs. Rústica con solapas, 17,00 €.
No obstante, se trata de un libro realmente interesante, pero no para leerlo de un tirón —desde la primera página hasta la trescientas y pico—, sino para seleccionar en cada ocasión el animal que más interés os pueda suscitar. Además, considero que debe diferenciarse entre un libro novelado y una obra divulgativa, ya que ésta última requiere que el lector dedique un tiempo considerable a comprender lo que en ella se expone. Con
El bestiario de las catedrales no sólo se puede aprender mucho sobre las costumbres constructivas, especialmente del románico o del gótico —aunque de este quizá mucho menos—,
sino que
al mismo tiempo también se puede aprender mucho sobre mitología. Al fin y al cabo, las esculturas de los templos medievales eran los libros de un pueblo que no sabía leer ni escribir y era una forma de contar historias del modo más visual posible. Hoy en día no nos extraña ver libros adaptados a la pequeña y gran pantalla, ni tampoco la forma que tiene el cómic de presentar una historia. En este caso, eran las esculturas, los bajorrelieves y la misma forma de disponer las diversas estructuras las que permitían que diversas historias, mitos y leyendas fueran transmitidas al pueblo llano, aunque todas ellas giren siempre alrededor de la misma religión.
Por las razones antes expuestas, recomiendo que si tenéis interés en hacer alguna ruta cultural por algunos de los sitios más impactantes de los que habla Villanueva, le deis una oportunidad al libro. Lo único negativo que puedo decir es que las ilustraciones sean blanco y negro, pero al fin y al cabo publicar un libro de este tipo con fotos en color únicamente aumentaría el precio cuando a lo que incita el libro es a visitar físicamente los lugares descritos, lo cual hace de
El bestiario de las catedrales una gran guía que llevar siempre con nosotros.
por Cyram
octubre 11, 2019
0 comentarios
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.